Nunca pensó que vaciar los cajones de su escritorio, la pondría tan nostálgica. Siempre se imaginó a sí misma saliendo de la oficina con sus pertenencias en mano y sonriendo; y en su mente, la canción de George Michael "Freedom", sonaría fuerte y clara. Pero la realidad era, que en esos momentos no lograba sentirse tan feliz, como ella había planeado.
Renunciar a ese trabajo, representaba muchas cosas; por una parte, al fin dejaba atrás una etapa que involucraba a Greg. Un trabajo que en sus primeros días ayudó a pagar las cuentas, y sepultó su carrera. No era un trabajo envidiable, en lo absoluto. Pero por otra parte, también fue un escape, de no haber tenido ese trabajo en los primeros días en que su matrimonio llegaba a su fin, se habría vuelto loca.
De pronto, el sentimiento de nostalgia, apego y tristeza, se desvaneció de inmediato. Ahora solo tenía miedo. Miedo de que Tom la hubiese considerado demasiado buena para el trabajo y a la hora de la verdad, fuera un fiasco.
Se despidió de un par de compañeros, y entregó su tarjeta de estacionamiento. Caminó rumbo a su auto, y una vez ahí, puso la pequeña caja con sus cosas en el asiento del copiloto. Mientras conducía a la fundación, los nervios comenzaron a jugarle una mala pasada. Las manos le temblaban y sudaban. ¿Y si Tom estaba ahí?No creía estar lista para ser supervisada por él.
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La fachada de la entrada, era bastante austera. Incluso parecía un edificio de gobierno, en letras grandes se leía "Fundación Louis Lynch". Cuando atravesó la puerta, detrás de un lustroso mostrador, una joven de aspecto amigable la miraba sonriente.
—Buenos días, soy Celine Byrne.
—Buenos días, la estaba esperando. Soy Rachel —ambas estrecharon manos—. El señor Lynch nos comentó que estará colaborando con nosotros a partir de hoy, y vaya que nos hacía falta. ¿Quiere que le muestre su oficina primero o prefiere que comencemos con un pequeño tour por las instalaciones?
—Quisiera el tour. —Respondió sonriente.
—Sígame por aquí, por favor. —La joven rodeó el mostrador y caminó hacia el frente, mientras que era seguida de cerca por Celine.
—Bueno, voy a omitir los detalles de la creación de la fundación, pues usted siendo amiga de la familia, conoce la historia mejor que yo. —Rachel le dedicó una sonrisa, la castaña se la devolvió un poco nerviosa, ella supo de la fundación por Erin, no por Tom...
¿Y ahora resulta que hasta era amiga de la familia?
—El derrame cerebral, es la tercera causa de muerte en el país. Los que logran superarlo, deben aprender a hacer muchas cosas de nuevo, como caminar, hablar, leer y ser totalmente independientes. En la fundación no solo damos terapias a los pacientes, sino a los familiares, pues muchas veces no saben cómo manejar estos cambios y pueden llegar a obstaculizar el proceso de rehabilitación. Aquí se imparte la terapia física. —Anunció ante lo que parecía un gimnasio, algunas personas hacían algunas rutinas ayudados por instructores.
—Tenemos otra área, es un poco más privada donde el terapista ejercita a los pacientes, enfocándose en los miembros atrofiados, generalmente es un brazo o una pierna los más afectados, pero el derrame puede afectar toda la función motriz, de modo que hay algunos pacientes que tienen que aprender a usar todo su cuerpo de nuevo.
Atravesaron unas puertas de cristal para llegar a otra área de terapias.
—¿Hay muchos contribuyentes? —Preguntó Celine.
—Afortunadamente, sí. El año pasado se hizo un baile blanco y negro, en la que la mesa costaba cinco mil dólares. La señora Lynch, tiene muchos conocidos, así que el evento fue un éxito. Actualmente atendemos a más de doscientos pacientes y hay algunos que vienen de otras partes del estado —Rachel parecía muy entusiasmada—. Aquí estamos en la terapia del habla.
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Amor en manos enemigas.
AléatoireImagínate que odias a un chico de tus años de colegio. Después, imagínate que ambos toman caminos separados. Ahora imagínate que después de tu divorcio... te enamoras de él. -En edición-