Capítulo I

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Buenos Días Querido Profesor

-Sofía-

Llegué al campus a solo cinco minutos para iniciar el primer periodo y como alma que lleva el diablo corrí hasta el aula en donde mis amigos me esperaban. Habían estado llamándome y no respondí, mejor ser responsable al momento de estar al volante. Al entrar al salón todos me miraron, odiaba llegar tarde; desde el fondo los chicos señalaron un asiento cercano al suyo y como era de esperarse, en la última fila.

- Hola chicos; no me odien. Creo que mi despertador a muerto – Mentí, y salvada por la campana se escuchó un carraspeo, todos nos giramos hacia la puerta; un tipo más o menos alto y calvo se presentó como uno de nuestros asesores.

Luego de una hora que pasó sin pena ni gloria caminamos hasta la cafetería; pedimos unos cafés bien cargados mientras esperábamos nuestro próximo conversatorio con algún profesor que seguramente ni sea de nuestra especialidad y nos odie por pasar unas semanas como nuestro niñero.

Esta se convertido nuestra rutina diaria desde hacía un tiempo clase-café, o nos hacíamos mayores o peor aburridos. Lo que si no había cambiado era la denominada ¨Hora de los investigadores¨ momento en que te hacían decir, la verdad y nada más que la verdad si algo no cuadraba en la historia que habías contado, hoy era mi turno de ser interrogada.

- Cuéntanos que te pasa, últimamente vives en las nubes. Por tu bien baja a la tierra antes de que la caída te parta el culo – Era el turno de Lucia para expresar sus sentimientos hacia mí. Toda la mañana intentó hablándome y yo no prestaba atención a lo que me decía, por más que quisiera poner de mi parte. ¿Qué me sucedía? Está claro que soy un poco despistada, pero en esta ocasión me encontraba en un estado letárgico que no entendía.

- Lu discúlpame. Hoy particularmente me siento en la luna - Le respondí mientas le hacía un puchero.

- ¿Será que en esa cabeza se metido algún sexy hombre y no has contado nada? - Intervino Fernando que toda la mañana había estado pegado a su móvil y respondiendo en monosílabos, en definitiva, no era nuestro mejor día.

Él siempre tenía una respuesta para todo; si te cortabas el cabello era porque te acostaste con alguien, también si reías, comías, bebías, te duchabas, bueno por básicamente cualquier actividad que realizaras, la respuesta era la misma. Sabiendo que el sexo masculino y yo estábamos en guerra hace un tiempo.

-Recuerda que ese espécimen está prohíbo para mí. Los tengo a papá ya ti ¿Para qué más hombres? - Respondí tratado de cerrar un tema frustrante y aun doloroso. Lamentablemente a mis veintidós años sospecha que padecía de alguna maldita enfermedad que me impedía disfrutar del sexo ¿O solo estaba traumatizada? Nunca tuve un orgasmo con mi ex, y cuando me masturbaba mi mente no lograba desconectar del pensamiento de ser frígida así que tampoco lograba mucho. Es una mierda, pero intentaba que esto no me afectara, mucho.

- No eres frígida mujer, lo que necesitas es un hombre de verdad, que se ocupe de ti como es debido. El hijo de puta de Daniel solo pensaba en venirse en tus pechos – Intervino Lucia algo ofuscada. Esta conversación la ponía de malas desde aquel evento desafortunado llamado; el día que me fueron infiel.

-Hablo la sexóloga, mejor nos damos un apuradita. Llegaremos tarde al salón.

Mi cara de; si siguen con mismo tema los mataré, ayudo a que regresáramos al aula sin comentar más al respecto. Ella creía tener siempre la razón y para mi mala suerte; en este tema la tenía. Nunca lo admitiría en voz alta.

Al legar tomamos nuestros respectivos lugares. El profesor aun no llegaba, ellos empezaron hablar sobre la fiesta de inicio de clase que se hará esta noche en un bar-Karaoke que se encuentra a unos pocos metros de nuestro edificio. Anoche en el grupo de chat intentaron convencer para que cante, no comprende que el canto fue algo que deje atrás hace tiempo. La última vez que cante en público mi corazón fue hecho añicos y con ello mi voz se tomó unas largas vacaciones.

Revisé la hora en mi móvil faltaban menos de diez minutos para iniciar, decidí hacerle una llamada rápida a mi madre para saludarla.

-Buenos días So - Respondió mi madre luego del segundo repique.

-Hola Má, disculpa por no pasar a saludarte, se me hizo un poco tarde - le dije mientras me levantaba y me iba al rincón del salón ya que hoy todos estaban particularmente ruidosos.

-Tranquila hijita mía. No tienes que pasar todos los días – Respondió mi madre en ese tono que solo tienen las madres amorosas.

-Sé que no, pero disfruto mucho desayunar con ustedes – Era verdad. Mis padres eran mi mundo entero al igual que mis amigos.

-Aquí siempre estaremos para ti.

-Antes de que se me olvide tengo que contarte que esta mañana tu padre se tomó un vaso de engrupo para papel pensando que era algún batido de proteínas tuyo; hija su cara al sentir el sabor fue de lo más graciosas que he visto, por un momento pensé que se le había cortado la respiración; no pude más que reír a mandíbula suelta.

-Oh Dios mío – Solo pude emitir esas palabras antes de que una carcajada emitida de mi boca me sorprendiera.

-Le prometí que no diría nada, así no seas judas – No podía contenerme más y seguí riendo. La vida de mis padres en ocasiones mis parecía una especie de sitcom de esas que tienen risas de fondo.

No me corte en ningún momento al reírme, lo que llevo a que me olvidara por un momento donde me encontraba, de lo que tampoco estaba enterada era el haber llamado demasiado la atención de todos en lugar así que cuando escuché una fuerte voz masculina me tomo por sorpresa.

-Señorita no sea tímida y comparta el chiste con el resto de la clase y de paso nos contagia de su buen humor.

Pedí a la Dios que la persona que acababa de hablar no fuera nuestro profesor. Llenándome de valor me gire y ante mis ojos se encontraba el mítico Rodrigo Ortiz; próximo decano de la escuela de psicología, no era de los profesores que ves en los pasillos con la camisa mancha de café, todo lo contrario, siempre impoluto y locuaz de esos que solo trabajan con los mejores alumnos. Era un hombre muy atractivo enfundado un traje gris, una camisa blanca con los primeros botones de la camisa abiertos dándole un toque sexy y mostrando el trazo de un tatuaje que me lleno de curiosidad y quedándome con el móvil pegado a lo oreja lo vi una vez más de pie a cabeza.

-Señorita, ¿No compartirá el chiste? – Su pregunta me saco de mi ensoñación, pero cuando quise a hablar mi voz había desaparecido lo que me hizo negar con la cabeza.

-Una lástima. Si no es mucha molestia déjeme iniciar; Buenos días para los que no me conocen soy...

Como si nada mi legua cobro vida para enterrarme más al fondo.

-Buenos días... Querido profesor.

¿Qué acabada de decir? ¿Era una niña de primaria?

Derrotada por la vergüenza baje la cabeza no sin antes darle un último vistazo donde una sonrisa burlona se empezaba a dibujaba en sus labios.

¿Se reía de mí?

Espantoso primer día.

Buenos Días ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora