Capítilo X

1.4K 109 7
                                    

Profesor, Psiquiatra o Rodrigo.

-Sofía-

Estupefacta; no había otra palabra para definirme aquí y ahora. Al verlo desee retomar lo que dejamos a medias gracias al buen Lucas. A lo largo de mi vida conocí muchos chicos guapos, pero jamás con un hombre tan indescriptible como Rodrigo Ortiz; faltaban y sobraban palabras para definirlo. Sofía reacciona o ese hombre pensará que hay algo malo contigo me rependi internamente. Si habia un fallo en mi, pero él no tiene por qué saberlo.

-Buenas noches Profesor - A fuerzas le informe a mi cuerpo que recuperara sus funciones. No esperaba encontrarlo tan sexy, al punto de dejarme K.O.

-Buenas noches Sofía. Me alegra que finalmente decidieras venir; pasa, tenemos mucho de que a hablar - Dijo embozando una sonrisa algo maliciosa y como un gesto con la cabeza me invito a entrar a la estancia.

-Vine porque siento que le debo una disculpa. Lo sucedido anoche me gustaría dejarlo en el pasado; usted es mi profesor y tendré que verlo hasta finalizar mis exámenes y no quiero una relación incomoda entre nosotros - Hable tratando de parecer lo más distante posible para ocultar mis ganas de besarlo.

-No me quiero una disculpa, la razón; no quiero dejar en el pasado lo que sucedió ayer por la noche - Portando su sonrisa de <<todas mias>>  se acerco más hacia a mí.

- ¿Que parte no quiere olvidar profesor? – Pregunte dando un paso hacia atrás, pero adivinen, detrás mío había una puta pared.

-Fácil dulce Sofía, en tus manos esta elegir a quien quieres esta noche; al profesor, al psiquiatra o simplemente a Rodrigo. Tendrás la última palabra – Debí tener un accidente, muerto en el y este era mi purgatorio. Necesitaba pensar con claridad, pero con sus dedos acariciado un mecho de mi cabellera no me la ponía fácil así que respondí lo más lógico que paso por mi cabeza.

Él termino de acortar la poca distancia entre nosotros, haciendo que sus labios estuviesen a milímetros de rozar con los míos.

-El que debe decidir es usted. Quiere a su alumna, una nueva paciente o conocer a Sofía; es el casado. Sin problemas pasaría una noche con usted y olvidarla. No hay a quien rendirle cuentas - Dije sin romper el contacto visual, detrás de aquellos lentes de pasta negra sus hermosos ojos me tenían hipnotizada. No sabía que estaba pasando conmigo ni por qué respondí de esa manera, pero me hacía sentir muy poderosa.

-Miente, ¿Tan rápido la hice olvidar a su novio? y ni la he tocado - Reprocho con ese tono sarcástico y arrogante con levantamiento de ceja sexi para que se entendiera mejor su punto.

- ¿Novio? Estoy soltera profesor, no entiendo de que me habla - De donde habrá sacado este hombre que yo tengo novio. No sé partirme de risa o llanto.

-El chico que siempre te acompaña y parece tu jodida sombra; el alto pelinegro – Por fin capté, él daba por sentado que Fernando era mi novio. Sin poder evitarlo comencé a reír, esto sí que causaba gracia.

-Hermosa risa, no me cansaría de oírla, pero exijo saber que le ha causo tanta gracia - Se enojó y a mí me divirtió más. Espera un momento; dijo que mi risa es hermosa, nunca nadie me lo había dicho. Daniel al único que alagaba era mi trasero.

-No tengo novio. Fernando es mi amigo gay, muy gay. El otro chico que nos acompañaba es su novio – Le aclare por fin.

- Pobre chico, odiando sin razón – Mi respuesta la tomo como una invitación ya que sus manos se colaron por dentro de mi chaqueta; lo separaba de mi piel la fina tela de mi blusa.

- ¿Porque lo odiaría? No lo conoce - Este hombre dabas muchas señales, pero no sabía cómo ordenarlas.

-Sofía; lo odiaba por la forma en la que toca tu cuerpo mientras bailaban, porque él podía abrazar y hablar al oído mientras a mí solo me quedaba controlar mis ganas de arrancarte el vestido, llevarla algún rincón oscuro y a hacerla mía. Usted logro que al llegar a casa mi deseo llegar al punto terminar realizado un acto cobarde por el que me odiare toda la vida – No tenía idea de lo que hablaba, solo podía sentir mi pecho que subía y bajaba gracias a su cercanía y al pequeño roce de sus labios al hablar.

-Me pediste que decidiera por ser el casado y quiero tengas a los tres, pero hoy empezaremos con Rodrigo ya que él es el que tiene más ganas de hacerte suya.

Todo se fue a la mierda.

Rodrigo tomo mis labios por sorpresa poseyéndolos de una manera necesitaba, no le seguí el beso al instante por la intromisión de su boca en la mía, pero luego me ajusté a su ritmo. De un momento a otro pasamos de discutir a devorándonos, comiéndonos, deseándonos, era con todo lo soñado las últimas veinticuatro horas. Él mordió mi labio inferior haciendo que abriera más la boca y así poder introducir su lengua; tentando a la mía de la manera más sensual. En mis pocos años de vida nunca me habían dado un beso como este; ahora entiendo cuando dice que <<la edad da la experiencia>> y este hombre sí que tenía.

Luego de unos minutos nos separamos. Mis pulmones colapsarían y me importaría muy poco; no quería separarme de él, pero era el momento.

El pego su frente a la mía y ahí estuvimos hasta que nuestras respiraciones se normalizaron. Tomo mi rostro entre sus manos y me dio un casto beso; sin decir nada más me tomo de la mano para finalmente llevarme a su consultorio.

Buenos Días ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora