Capítilo XXV

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Una Noche.

-Sofía-

Todo con Rodrigo era tan intenso que por un segundo quise salir corriendo. Me había despojado lentamente de las botas, las medias y por cada espacio de piel que quedaba al descubierto posaba sus tibios labios haciendo que mi piel se erizaba que a cada roce era como una fuerte corriente que invadían cada espacio de mí cuerpo haciéndolo entrar en combustión espontánea. Me estaba quemando viva y solo él tenía el don de apagar ese fue incesante que no sabía que habitaba en mí, sus manos, su lengua y su miembro me dejaban tan agotada en cada encuentro que podía sentir como se mitigaban mi llama interior.

-Dime lo que piensas Sofía – Me pidió mientras lanzaba la última de mis medias y posaba sus labios en la parte internas de mis muslos provocando que quisiera poner por mí misma su cara en mi centro.

-Nada en especial, solo imaginaba como será mi vida cuando te canses de mí, porque el que tu esposa sepa de mi existencia nunca ha sido mi intensión, antes muerta que destruir una familia. Esto está mal y nadie mejor que tú lo sabes, me gusta estar contigo, pero no sé si esto a la larga no nos llevara a un punto de no retorno, a un lugar tan oscura del cual no pueda salir ya que si nos fijamos en las estadísticas las que estamos en mi posición somos las que perdemos y ya he perdido demasiado en la vida Rodrigo - Dije con algo de tristeza. Era fácil imaginar el cómo sería nuestra relación más allá de estas cuatro paredes, hacer algo tan simple como ir al cine o comer un helado, pero tenía claro que eso no sucedería y también el que era una mala persona al imaginar todo esto con un hombre que no es mío.

-No te devanes los sesos con eso, posiblemente seas tú la que se canse de este viejo - Respondió mientras se posicionaba entre mis piernas haciendo que quedara sentada a horcajadas sobre él. Este era el Rodrigo que odiaba, el que creía que el día que ya no quiera estar a mi lado se iría dejándome tal como me encontró, que equivocado estaba.

-No estaría tan seguro, lo que estas despertando en mi... - No pude continuar. Debía callar, estaba admitiendo en su cara que habían empezado a nacer sentimientos hacia él. Lo vi directo a los ojos y se encontraban entre sorprendido y aliviado.

-Lo que quise de... - No me dejo terminar, puso su dedo en mis labios haciendo que callara.

-No me digas nada más, era imposible separar el sexo de los sentimientos, por mi parte ya no tengo todo tan claro, pero sé que ahí está un no sé qué impulsándome a estar a tu lado lo que me lleva a pedirte que hagamos un último tratado; sin importa lo que pase mañana, hoy lo que decidimos no admitir con palabras demostrémoslo con nuestro cuerpo.

Me quede paralizada al no esperar aquella respuesta de su parte. Era claro que Rodrigo nunca llegaría a amarme, pero disfrutaría de él y aún más luego de aquella confesión a medias que me había dejado fuera de sí. Nuestras miradas se encontraban entrelazadas dejándome muda y perdida en sus ojos marrones que me pedían permiso para poseerme en cuerpo y alma, di un pequeño gesto de afirmación y tomo mis labios, pero esta vez sus besos no eran duros y fogosos sino lentos y muy bien coordinados, haciendo que en mi pecho estallaran como el cielo de estadounidense un 4 de Julio.

Sus besos se repartían entre mis labios, cuello y la base mis pechos, me recosté en la cama mientras que nuestros ojos gritaban lo que nuestras bocas callaban. Rodrigo con delicadeza desabrocho mi sujetador y bajo mis bragas mientras una pequeña lágrima de emoción escapó de mí; me sentía más sobresaltada que el día que perdí mi virginidad. El tenerlo cerca me hacía daño, pero aquí estaba una vez más entregándome sin reserva y él superando todas mis expectativas, al ver la perla cristalina recorrer mi mejilla quiso parar, pero me incorporé y luego posé mi dedo sobre su labio negando y le obsequié una de mis mejores sonrisas por su parte él al verme me devolvió una igual de bella. Bajo hasta mis rodillas y comenzó a esparcir besos por todo mi cuerpo, desde la punta de mis pies hasta la base de mi cuero cabelludo, cuento se dio por satisfecho se posiciono entre mis piernas, esperé su urgida embestida, pero me sorprendió al penetrarme lentamente y sin romper el contacto visual haciendo sentir especial, única y adorada.

Aquella noche Rodrigo me hizo el amor por primera y única vez, fue increíble lo que cambian las circunstancias de un día al otro, transcurrieron cuatro meses desde el momento en que me convertí en su amante y del Rodrigo de aquel soñado encuentro solo quedó el recuerdo. El que hoy se encontraba a mi lado solo descarga su lujuria en mí y se marchaba sin mirar atrás. 

Buenos Días ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora