Capítulo XIII

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Atrapado por la Realidad.

-Rodrigo-

Perdí la noción del tiempo al verla dormir. Ella aferrada a mi cintura con nuestras piernas entrelazadas y su hermosa cabellera castaña esparcida por mi pecho, una imagen digna de un lienzo expuesto en una galería de arte en Florencia titulada Dolce Sofía. Por otra parte, la visión de mi alumna denuda a mi merced me recordaba el grave error que había cometido; por mi culpa esta hermosa chica se encontraba en medio de a quién me debo y lo que deseo, y sin miramientos la deseaba a ella.

Cuando la vi ahí sentada en la sala de espera mil motivos, pro y contras pasaron por mi mente, estuve a punto de decirle que no la podía atender, pero mis ganas de tenerla cerca me ganaron con muchísima ventaja. Recordar la manera en que se entregó a mí me hacían querer repetir de lo que estas paredes fueron testigos, oírla gritar mi nombre en medio del clímax fue lo más erótico que había experimentado en algo de tiempo.

En momento que la conocí supe que algo le sucedía, pero jamás imaginé que un maldito idiota la hiciera sufrir de esa manera. Sofía merecía ser amada <<Habla de amor cuando te acabas de ser infiel a tu esposa, hipócrita>> me reclamo mi subconsciente llegando tarde como siempre.

Su primera vez ameritaba no solo ser especial sino placentera. Siendo el afortunado, en mis brazos encontraría solo placer y al horrarle tantos malos momentos habrían conservado su seguridad como mujer intacta <<hombre deberías estar pensando cómo acabar con esto de la manera más sana. La madre de tu hijo te espera en casa>>.

Nuevamente mi voz interior llevaba la razón.

Mi respiración se alteró tras mis desvaríos de hombre casi arrepentido, mi pecho subía y bajaba rápidamente provocando que ella se removiera y despertara lentamente. Sus hermosos ojos se abrieron por completo analizo todo aquello que se encontraba a su alrededor y cuando estuve cien por ciento seguro que estaba despierta tome coraje y le hable.

-Buenos días dulce Sofía - Guarde silencio por unos segundos para luego continuar, era hora de afrontar las consecuencias de mis actos y cortar todo esto antes de que se nos salga más de las manos - Lo que sucedió... - pero ella no me dejo terminar.

-Ha sido lo mejor que me ha pasado muchísimo tiempo y no me arrepiento en cambio tu puede que tengas razones para hacerlo, yo no. Se lo que dirás, pero antes te pido por favor haz sentir una vez más. Al salir por esa puerta volveré a ser tu alumna, prometo no llamarte, no buscarte, no perturbarte y no por ti, sino por ella que suficiente daño le he causado. Solo no me pidas olvidar lo que aquí ha sucedido, sería mutilar mis mejores recuerdos.

Me quede sin respiración procesando toda aquella confesión que me tenía extasiado. La tomé nuevamente entre mis brazos y la senté horcajadas sobre mí. Más que listo de un golpe la penetre, se sentía tan bien estar dentro de ella. Hoy no se trataba de exportarla o descubrirla. Dentro de ella me movía salvajemente; la besaba, lamia, mordía y por momentos me perdía en su mirada; la oía gemir, gritar y susurrar tímidamente a mi oído pidiéndome más y ese fue el punto máximo, unos segundos más tarde nos corriendo nuevamente juntos.

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- ¿Quieres   desayunar? - Le dije mientras esparcía besos y caricias por toda su espalda, se veía tan relajada.

-Mmm... Buena idea, muero de hambre - dijo mientras se giraba para depositar un casto beso en mis labios.

- Mejor correr a la cafetería, no quiero que mueras de hambre estando conmigo. Demasiadas cosas que explicar - Respondí mientras me colocaba el bóxer cuando el teléfono fijo de mi oficina sonó; conteste y la voz al otro lado de auricular me hizo caer de golpe en la realidad.

-Rodrigo ¿Dónde demonios pasaste la noche? - Grito Zoe furiosa a través del auricular.

-Con el simple hecho de que te responda sabes perfectamente donde pase la noche - Dije tratando de parecer tranquilo.

-Discúlpame amor. Me preocupe y hacia mucho que no te quedabas trabajando hasta tarde.

Me sentí como la peor basura, ella disculpándose cuando fui yo quien paso la noche fuera de casa y con una mujer que todavía se encontraba desnuda en la alfombra de mi consultorio, me gire a buscarla, pero ella ya no estaba.

-Cariño tengo que irme acaba de llegar un paciente y se encuentra algo alterado. Corte sin esperar su respuesta.

Su ropa no estaba en el piso. El sonido del agua bajando por el inodoro del baño delato su escondite. Me encamine al baño y ahí estaba ella vestida lavando su cara al encontrar nuestras miradas en el espejo sus ojos la delataron, había estado llorando. No me perdonaría el cómo le estaba afectando.

La quise abrazar desde atrás, pero ella se apartó de mi viéndome como si fuera lo que más odiara sobré la faz de la tierra.

-Ni se te ocurra tocarme Ortiz. Creo que las endorfinas no me habían dejado ver la realidad, será mejor que me vaya y así podrás salir a explicarle a tu esposa donde carajos pasaste la noche.

Ella salió del baño dando un portazo. Salí tras ella, pero ya había tomado su cartera y abandonado el lugar. Trate de ponerme los pantalones lo más rápido posible para salir tras ella, pero me medio de mi desesperación no me había fijado que Lena mi secretaria se encontraba en la recepción.

¡Mierda!

-Doctor Ortiz... Acabo de colgar a con su asistente quería saber si hoy ira al campus.

Doblemente mierda.

-Asistiré y Lena cancela mis citas de hoy y luego vete a casa.

Caminé hasta mi oficina y cerré la puerta. El espectáculo que me di a mi secretaria era digno de premiaciones, gracias al cielo era discreta.; ya hablare con ella. Revise mi agenda y para mejorar el día hoy tenia al grupo de Sofía.

Triple mierda.

Buenos Días ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora