Capítulo V

1.8K 130 23
                                    

Doctor Psiquiatra.

-Sofía-

Había perdido la cuenta de cuanto alcohol yacía en mi organismo, pero me sentía más eufórica. Hemos bailado y disfrutado de la noche. Por lo que están comentando a nuestro alrededor en unos minutos se dará inicio el concurso por lo que era momento de ir a la barra por las bebidas de mis amigos, necesitaríamos algo fuerte para escuchar a uno que otro alumno desafinado, pero también para brindar por quiñes lo habían hecho excelente.

-Chicos iré por otra ronda – Su respuesta fue un grito eufórico de todos, en especial de Julio que no tomaba, pero sabía cómo ponerse a nuestro nivel de ebriedad.

Me encamine a la barra, y ¡Oh sorpresa! me encuentro al profesor Ortiz dándole un sorbo a su cerveza, lleva la misma ropa que en la mañana, solo que esta vez sin el saco. Se vea malditamente apetecible o el alcohol en mi organismo lo veía así ¿Que se sentirá tener esos fuerte abrazos alrededor de mi cintura? Pare mis pensamientos, en definitiva, las cervezas estaban haciendo estragos en mi conciencia. Trate de ignorarlo, pero aun así el me seguía con la mirada.

-Joe me das otra ronda de lo mismo – Pedí mientras con mi pie derecho trataba de hacerle un hueco al piso.

-En seguida So – Respondió y mientras yo con el rabo del ojo notaba la mirada algo disimulada del profesor, en un pequeño descuido voltee y... ¡Que mierda! ¿Me estaba viendo las piernas? Ortiz me estaba comiendo con la mirada.

-Señorita; mi amigo piensa que usted tiene lindas piernas – Me sobresalte al oír al tipo que se encontraba al lado de mi profesor el cual se levantó como un rayo del taburete.

-Disculpe, ¿señorita...? - ¡JA! idiota tu fantaseando con él y ni siquiera se sabe su nombre. <<A penas y están comenzando las clases>> Me alentó mi voz interior.

-Martínez, profesor; Sofía Martínez – Dije con algo apenada.

-Señorita Martínez, disculpe al importuno de mi amigo. Él es que piensa lo que acaba de decir solo que no sabe a hablar por sí mismo – Me explicaba algo sonrojado. No me mientas Ortiz te cache mirándome las piernas.

- No hay problema – Dije con una pequeña sonrisa en dirección al amigo del profesor.

-So están listos tus tragos – Interrumpió de los más oportuno Joe.

-Gracias amigo, ya Fernando viene por estos dos – Le dije al barman mientras recogía los tragos, pero antes de irme.

- ¿Tu nombre...? – Dije en dirección al acompañante de Ortiz.

- Luca Petrov -respondió este con su sonrisa de oreja a oreja.

-Luca; gracias por el cumplido – Dije mientras de guiñaba el ojo. Me dirigí a mi mesa tratando de entender qué demonios había sucedido.

---------------------

Se fueron presentando cada uno de los participantes y los tragos iban y venían de la mesa, en la pausa del jurado para deliberar se invitó a todo al aquel que quisiera cantar y como estaba más que feliz decidí que era el momento de regresar a los escenarios, y gracias a mi pequeño encuentro con el profesor Ortiz tenía la canción perfecta. Me levanté y pedí la canción al chico de la consola. Mis amigos, aunque sorprendidos no dejaban de aplaudir dándome ánimos mientras que mi mirada mi mirada se cruzó con la de Ortiz. Querido profesor, que empiece el juego y los primeros acordes de Doctor Psiquiatra de Gloria Trevi inundaron el lugar.

Creo que ya es tiempo de ir con el psiquiatra

Lo dijeron en mi casa y me trajeron casi arrastra...

Mi vista fue directa a donde aún se encontraba sentado junto a su amigo. Se veía sorprendido y hasta algo complacido por mi elección musical.

Dr. psiquiatra, ya no me diga tonterías

Dr. psiquiatra, quiero vivir mi propia vida

Dr. psiquiatra, yo no le pagare la cuenta

Dr. psiquiatra, ya no me mi, ya no me mi

Ya no miren más las piernas,

No, no, no, no, no, no, no, no estoy loca

En el coro si no pudo controlarse ni un poco ya que una sonrisa torcida y moja pantys se instaló en su boca y sus ojos ya no me miraban con disimulo, barrio mi cuerpo de pies a cabeza para luego pasar su pulgar por su labio inferior haciéndolo todo más lesivo.

Dr. psiquiatra, ya no me diga tonterías,

Dr. psiquiatra, quiero vivir mi propia vida

Dr. psiquiatra, yo no le pagare la cuenta

Dr. psiquiatra, ya no me mi, ya no me mi

Ya no miren más las piernas

Ya no miren más las piernas,

No, no, no, no, no, no, no, no estoy loca

Cuando termine de cantar la adrenalina corría por todo mi cuerpo, aun no asimilaba lo que acababa de hacer, lo único claro era que se sentía fantástico y me encantaba. Todos aplauden, gritan y silban, pero mi mirada se fue directamente al hombre de ojos avellana que se encuentra en la barra embozando una sexy sonrisa y no feliz con eso me guiño el ojo. El mensaje había sido captado por mi parte salí corriendo al baño, necesitaba refrescarme.

Me mire al espejo y la chica que se reflejaba se veía sonrojada y con las piernas temblorosas. La valentía me duro muy poco, ahora como vería a la cara a mi profesor después de todo este show alentado por el alcohol que corría por mis venas. Escuché la puerta del baño y al girarme quedé petrificada al ver a Ortiz.

-Señorita Martínez; vine atendiendo su llamado – Él no se queda quieto, sino que camina hacia mí atrapándome entre su duro cuerpo y el lavamanos.

- ¿Llamado? no lo entiendo profesor – Le respondí haciéndome la desentendida. ¡¿Que hacia este hombre en el baño de mujer?!

-Entendí en mansaje que me quiso a hacer llegar – Dijo secando algo de su billetera.

-Aquí tiene mi número y la dirección de mi consultorio, pidió un psiquiatra y aquí me tiene.

Al tomar la tarjeta sentí que el aire me faltaba, podría jurar que si se acercaba como un milímetro más lo terminaría besando si me atrevía a hacerlo.

-Gracias, supongo...

Él se acercaba más a mí.

Me besará.

Lo besaré.

-Campeón es hora de irnos – Rodrigo le dio un pequeño golpe a la pared, volteo y solo asintió.

- Espero tu llamada – Dijo mientras depositaba un pequeño beso en la comisura de mis labios. Se dio la vuelta y se encamino a la puerta.

Abrí la llave el lavamanos, pero ante de salir se giró y me vio a través del espejo.

-Sofía, si pienso que tienes unas hermosas piernas.

Sin decir nada más salió del baño dejándome más confundida que al principio. El profesor Ortiz estuvo a punto de besarme, y yo lo hubiese dejado hacer conmigo lo que quisiera.

¿Me había vuelto loca?





Buenos Días ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora