Capítulo XII

1.7K 101 13
                                    

El Primero.

-Sofía-

Nuestro beso despertó fuegos artificiales en todo mi cuerpo, el primero fue recatado en comparación con este que solo gritaba sexo. Estaba recostada en el diván con él sobre mí con una de sus piernas entre las mías mientras que con la otra sostenía todo su peso en el piso. Sus manos subieron por mis muslos haciéndome maldecir o agradecer el que tuviera acceso rápido a mi cuerpo gracias a mi falda que no le impidió rozar sus dedos sobre el encaje de mi ropa interior lo que me hizo reaccionar de una vez por todas.

-Deberíamos parar. Esto profesional Doctor – Pude decir entre mi pesada respiración, no podía negar que estaba terriblemente excitada.

-Es profesional, estamos a punto de confirmar mi teoría clínicamente - Respondió mientras subía su otra pierna al mueble haciendo que las mías quedaran ligeramente abiertas. O era muy pequeña o este mueble demasiado grande ya que los dos entramos a la perfección.

Él ignoro mis palabras y siguió repartiendo besos húmedos por mi cuello, mentón y bajando a mis pechos que dolían a su tacto por sobre la ropa. No podía permitir que esto continuara, él era casado. Me podía imaginar a una bella mujer esperándole para preguntarle qué tal había ido su día mientras cena algún patillo muy elaborado.

-Tu esposa no aprobaría los métodos que usas para comprobar tus teorías- Por fin llamando su atención quedando pensativo por un momento, luchando entre el deseo y la razón.

-Ella no apoyaría, pero al ser tratamiento clínico todo queda en el acuerdo confidencial de medico a paciente - Volvió a mis labios, él ya había tomada la decisión por los dos.

Entre besos y lamidas se deshizo de mi chaqueta y blusa para luego sentarme a horcajadas sobre él facilitándole así el acceso al cierre de mi sujetado para después dejarlo caer dejando expuesta de la cintura para arriba. Sus ojos devoraban cada centímetro de mi piel, pero sus manos no se atrevían a tocarme aún.

-Me vuelves loco, te deseo tanto, pero también debo pedirte perdón por lo que estoy a punto de hacer porque si no lo hago me arrepentiré el resto de mi vida.

Sin perder más tiempo se quitó todo lo que le sobraba quedando en unos apretados bóxer. Sin esperarlo a él me arranque la falda quedando solo bragas y arrepentida no haber puesto un par de botas sé lo mucho que le gustan, pero su mirada recorriendo mi cuerpo me decía que no hacia falta. Me tomo la mano y me guio hasta una mullida alfombra que se encontrar en medio de los sillones.

Sus labios me dejaron una vez más sin respiración mientras me recostaba en medio de la estancia, pero en esta ocasión no se quedó mucho en ellos, bajo y empezó a besar mis pechos, los lamia y succionaba con rapidez mientras los gemidos empezaban a escaparse de mi boca haciendo que el gruñera de placer, mi cuerpo recibía una atención que nunca antes. Su boca dejo de darse un festín en mis pechos y descendió por mi vientre hasta depositar un beso en mi monte de venus. Lentamente fue bajando mis pantys dejando desnuda ante sus ojos.

-Deseo que esta noche sea inolvidable para los dos. Grabarte en lo más profundo de mi mente y nunca olvídate.

Me volvió a besar y fue bajando hasta llegar nuevamente a mi centro y abriendo mis pliegues introdujo su lengua despertando en mi un ansia vivas de gritar, hacia círculos sobre mi clítoris para luego introducir mi lengua en mi humedad cavidad y de aquí regresaba una vez más a mi botón chupando con la fuerza necesaria para a hacer rodar mis ojos. Mis manos enredadas a su cabello impidiendo que se separara ni un centímetro de mí. Un fuego que quemaba mi vientre empezó a recorrer mi cuerpo, pero como siempre no pasaba nada lo que ocasiono que me paralizara.

-Mírame Sofía; soy Rodrigo. El hombre al que tienes loco y que anhela adorar tu cuerpo, déjate llevar – Me deje llevar olvidándome que detrás de aquella puerta existía un mundo donde lo que hacíamos estaba mal.

Entre besos y caricias se coló entre mis piernas y mirándome a los ojos me penetro lentamente. En un principio sentí un poco de dolor, pero con los besos que él iba depositando en mi cuello borraba todo rastro de dolor y el mal recuerdo de quien creí amar. Sus penetraciones comenzaron muy lentamente, subía y bajaba en una sensual danza que me hacía erizar el vello de mi espalda. Coloco uno de mis pezones en su boca dando pequeños mordiscos y haciéndome estallar de placer. Enrolle mis piernas en su espalda para así permitirle llegar a lo más profundo de mí. Su ritmo fue subiendo haciendo que gritara, queriendo arañar su espalda; demostrarle intensa de mis sensaciones al estar dentro de mí, pero luego su esposa haría pregunta. Me limite a tomarlo por el cabello. Él no se limitó, mordía tan fuerte mis labios entre sus acalorados besos que puede sentir un sabor metálico característicos de la sangre. Rodrigo me estaba llevando al cielo y ver más allá de las estrellas. Lo sentí, por primera vez lo sentí; estaba muy cerca y me llevar.

-Dámelo Sofía, sé que estaba ahí. Siento como me aprisionas dentro de tu ser. Déjate llevar y grita mi nombre y que todo el puto mundo te escuche...

Gritando su nombre tuve mi primer orgasmo mientras sentía como llenaba cada espacio dentro de mi marcándome para siempre; otorgándose el título de ser el primero. Me había olvidado de todas las precauciones, a estas alturas nada me importaba. Había encontrado a un hombre que me había hecho sentir sexualmente completa.

El rodo hacia un lado haciéndome quedar a su izquierda viéndonos frente a frente mientras nuestras respiraciones se normalizaban después de aquel arrollador orgasmo mientras su esencia se deslizaba entre mis piernas.

Luego de unos minutos cuando nuestras respiraciones se normalizaron, él se levantó, atravesó una puerta que imagine que era la del baño y regreso con una manta. Se acostó acomodándome en su pecho. Sus caricias en mi espalda resultaron ser somnífero.

Entre el sueño y la realidad le escuche decir algo que no termine de entender.

-Ahora como te saco de mi vida dulce Sofía.

Enganchada a un profundo sueño pedí que al despertar el estuviera junto a mí.

Buenos Días ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora