Capítulo XVI

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Al Descubierto.

-Sofía-

Mis lentes se sol ocultaban la tristeza de mis ojos mientras hacia el viaje en el ascensor acompañada de una familia vecina. Al cerrar la puerta de mi departamento fui directo al refrigerador a tomar una cerveza y encendí el reproductor de música en aleatorio. Me recosté en el sillón los pocos, pero significativos momentos que vivimos; mi maldito profesor me había dado mi primer orgasmo y eso no se olvida tan fácil. Acostarme con él fue el equivalente a mi primera vez, Daniel se convirtió en un triste recuerdo borrado con los labios de Rodrigo Ortiz; el flamante futuro decano de la escuela de psicología de mi universidad.

¡Mierda, mierda y mierda!

En poco tiempo seria padre y no me lo contó. En este punto yo estaría en el banquillo de culpable o inocente; todo el mundo sabía que estaba casado, pero no que vendría un bebé en camino y eso lo cambia todo.

Era mi cuarta cerveza mis ojos ardían, pero las lágrimas seguían saliendo y no podía controlarlas, y como si fuera poco las notas de La de mala suerte de Jessy & Joy inundaban mi departamento y como estaba sola y deprimida comencé a cantar a todo pulmón, necesitaba deshacerme de la presión que oprimía a mi pecho y que me hacía sentir tan desolada. En definitiva, esta era la clara prueba que no era material para tener una relación de tal calibre.

Quiero ya no amarte y enterrar este dolor

Quiero que mi corazón te olvide

No ser como tú, quiero ser yo la fuerte

Solo te he pedido a cambio tu sinceridad

Quiero que el amor al fin conteste

¿Por qué siempre soy yo la de la mala suerte?

No amaba a Rodrigo, pero me gustaba y dolía el haber sido engañada así. Necesitaba recuperar mi vida, dejar de llorar y ser la misma de hace una semana, pero el daño estaba hecho; entro a mi vida y no tenía la seguridad de querer que saliera de ella. Si él me buscara no sabría si lo rechazaría.

El timbre sonó y tenía la seguridad de que era mi madre por lo que recogí las botellas y las escondí tras el mostrador de la cocina, seque mis lágrimas y baje el volumen de la música. El timbre volvió a sonar y salí corriendo a abrir la puerta. Verlo ahí parado hizo que todo en mí se removiera por dentro y fuera; aún llevaba la misma ropa y una cascada los recuerdos invadieron mi mente dejándome paralizada por unos segundos.

- ¿Qué hace usted en mi casa profesor? no fui lo suficientemente clara en el mensaje, no lo quiero volver a ver en mi vida. Regrese a casa con su esposa, cuide a su bebe y si de casualidad es un niño enséñele a ser un hombre de verdad para que así respete a la mujer que elija para compartir su vida - Al terminar de decir esto mis mejillas estaban bañadas en lágrimas. Trate de cerrar la puerta, pero mucho antes de poder hacerlo él ya estaba dentro empujando contra la pared y besándome desenfrenadamente. Me quede estática sin responderle el beso, pero él siendo más inteligente mordió mi labio para así abriera mi boca maniobra que por un segundo me hizo caer, tan rápido como recuperé mi cordura lo aleje de mí y le di una bofetada.

-Suéltame, no puedes hacer esto. No quiero ser tu puta Rodrigo; ella te ama, es la madre de tu hijo sin embargo yo soy la zorra que se revuelca con su profesor casado. Vete por favor déjame en paz - Dije mientras abría la puerta para que se largara de una vez.

-No quería hacerte daño, debí reprimir mi deseo y alejarme de ti sin embargo usé tu mala experiencia que viviste para mi beneficio y te mostré que no padecías de nada de lo que imaginabas. Te juro que esta mañana antes de que te encontraras con Zoe te contaría todo sobre el bebé dejándote siempre con ultima palabra, decidirías si esto seguía o terminaba - Dijo cerrando la puerta para luego tomarme de las manos y llevarme al sofá sin romper el contacto.

Buenos Días ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora