Tu mamá llamó a mí casa esta mañana, preguntó a qué hora venía a buscarte y mi mamá casi se desmaya. Hablaron por una hora y tu mamá lloró cuando la mía le dijo que no te veía por mí casa hacía meses.
A la hora de la cena, mis padres me preguntaron por qué ya no venías a visitarnos y no pude pronunciar aquellas palabras. No pude decirles, a ellos que te querían como a otra hija, que ya no éramos amigas. Todo eso me parecía una mentira demasiado retorcida y cruel. Todavía me negaba a aceptar que te habías ido para siempre. Mentí por vos incontables veces, pero aquella fue la mentira que menos me he creído jamás. Les dije que sólo estábamos distanciadas y que pronto volverías a casa, con tu piyama violeta, cantando en las escaleras, con el micrófono de juguete, canciones que nadie conocía.
Les mentí para que no se preocuparan. Les mentí porque sabía que algún día volverías a mirarme a los ojos y para entonces, ellos ya no recordarían tu nombre. Les mentí para intentar olvidarte. Les mentí porque no quería que los lastimes a ellos también.
En la madrugada, mi ropero se vino abajo mientras buscada un piyama. Escondida entre mis camisetas, encontré una remera que no tenía ganas de alejarse de mí y volví a llorar. Estaba desgastada y aún llevaba tu olor impregnado como un perfume del que no quería alejarse. El logo de una de esas viejas bandas que tanto te gustaban a penas se distinguía, pero abracé aquella prenda como si pudiera protegerme cuando las paredes se derrumben y techo caiga sobre mí.
En este momento, contengo las lágrimas mientras observo al sol nacer por el Este en el techo de mi casa, con tu remera puesta. Y te recuerdo como aquella vieja alma gemela que algún día me quiso también.
Te extraño demasiado como para expresarlo y no sé si está bien extrañar a alguien a quien se ve todos los días.
Octubre se me está haciendo eterno y Dios sabe cuánto duraré sin derrumbarme completamente.
No quisiera explotar. Quisiera que estés a mí lado. No quisiera llorar. Quisiera que me abrazaras. Y tampoco quisiera que te hubieras ido. Quisiera que estuvieras viendo el amanecer conmigo.
Ayer me quedé dormida en el techo mientras lloraba, oyendo nuestra canción favorita ¿te acordás de ella?
No, ssupongo que no...
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Un octubre sin vos
Short StorySentáte, voy a contarte una historia sobre nosotras dos. Y sí, sé que no te importa.