Volví a la escuela esta mañana. Las personas me miraban con descaro. Nadie me quería ahí. No los enfrenté. Sabía que era una tonta al haber regresado.
No tenía ánimos para hacer nada cuando una amiga de la chica a la que le rompí los dedos me empujó en medio del pasillo. Caí al suelo mientras me decían puta otra vez.
No me sentía mal. Sabía que esto pasaría hasta el día de mi muerte. Seguí mi camino y me senté en el aula sin ver a nadie a los ojos. Alguien se sentó a mi lado durante las clases. Pero no levanté la vista para verlo. La persona tampoco me habló así que fue un pacto de silencio mutuo.
Si hubieras estado ahí, la chica rubia se hubiera quedado sin cabello. Yo estaría riendo. Y vos me hubieras abrazado. También te hubieran suspendido, es verdad, pero no te importaría.
Cuando el timbre de salida se hizo presente. Me escabullí entre las personas para bajar primero las escaleras.
Fue entonces cuando vi tu melena roja bajando los últimos escalones. Habías ido a la escuela. Algo me decía que te habías sentado a mi lado.
Quise correr a preguntarte qué mierda te pasaba. Por qué eras tan indecisa. Quise gritarte solo para verte a la cara, consolar mi dolor en tus ojos del pasado. Sentirme un poquito bien al ver tus pecas. Recordar que alguna vez también fui alguien.
Pero saliste casi corriendo.
Llamé a mi amiga sin memoria. Le pregunté quien se había sentado conmigo esa mañana. No me sorprendí al oír tu nombre.
El resto del día lo pasé como los demás.
Mi cama. Una canción. Un par de lagrimas. Y una chica triste y solitaria un día de Octubre.
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Un octubre sin vos
القصة القصيرةSentáte, voy a contarte una historia sobre nosotras dos. Y sí, sé que no te importa.
