Té. 9

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Encontré un vídeo nuestro a los nueve años. Tenías una cola en el pelo y yo también. Ambas jugábamos al té. Habíamos puesto la cámara apropósito.

Levantaste tu taza de plástico, decorada con flores turquesa y me sonreíste. Brindamos por ser siempre amigas. Reíste.

Pero cuando yo reí frunciste el ceño. Me gritaste. Dijiste que no me debía reír porque lo hacía mal. Me sentí mal. Y el juego acabó.

En el vídeo yo te pedía perdón.
Sentada en mi cama me pedía perdón a mí misma.

Te quitaste la cola del cabello y pusiste los ojos en blanco.

Saliste de mi habitación y la cámara siguió grabando. Yo estaba sola. Y me quité la cola de caballo y puse los ojos en blanco.

Apagué la cámara.

Y me di cuenta. De que no había tan buenos recuerdos. Que la mayoría terminaba así. Y que nuestras vidas o nuestro encuentro eran casi un error.

Un rato más tarde me hice una taza de té y lo bebí sola, sentada en el marco de mi ventana.

Pensé en vos y el té dejó de ser dulce.

No te extrañé ese día.

Y me sentí bien.

Un octubre sin vosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora