Los días en la ciudad siempre han sido soleados en octubre.
El sol brilla. Las aves cantan. Las flores nacen.
Pero para mí todo es gris. Una nube infinita me persigue. Junto al fantasma de tu pasado.
A veces me asusta despertar. Y otras dormir.
Sin vos a mí a lado es difícil comprenderlo todo.
¿Por qué te fuiste?
¿Dónde?
¿Para qué?
Me dejaste en un infierno gris. Y algunos dicen que debería estar feliz. Es cierto, yo fui una de tus víctimas. Pero no puedo evitar quererte.
Tampoco puedo evitar sentirme gris.
El otro día, te vi en la calle, después de mucho tiempo. Eras gris. Ibas sola y no levantabas la vista de tus zapatillas. El corazón se me aceleró. Seguiste caminado hacia mí. Nos rozamos sin querer y nuestros dedos se tocaron por un segundo.
Cuando te volteaste a verme, eras de colores. Me miraste a los ojos y la comisura de tus labios se elevó.
Fue un simple instante. Un sin querer.
Pero estabas a color. Y sonreías. No existía nada más brillante que esa sonrisa.
El resto del día fue una batalla de colores. El gris ganó. Pero ya no era el mismo gris.
Nunca volvería a ser el mismo gris.
No entendía bien aquella sonrisa. Y sigo preguntándome su significado.
Tal vez fue porque sabías que tu hermano y yo teníamos una acuerdo de dos horas para besarnos sin que nadie nos viera. Quizá era por mi nuevo corte de pelo, ese que siempre te dije que me gustaba. O capaz que te acordaste de un chiste y solo sonreíste por eso.
Quién sabe. En tu mente, todo siempre ha sido un misterio.
Hasta para mí, que creía conocer cada centímetro de tu ser, había sorpresas.
Sorpresas que no me gustaban.
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Un octubre sin vos
Short StorySentáte, voy a contarte una historia sobre nosotras dos. Y sí, sé que no te importa.