Rompí la caja del test. La dejé en la basura del vecino.
Tuve que obligarme a dejar de llorar para marcar el número de tu hermano.
Contestó en el tercer tono.
Algo se quebró en mi cuando oí su voz. Preguntó que quería de mala gana. Enseguida le dije que era un hijo de puta.
Todo se quedó en un silencio aterrador cuando le reclamé por no usar preservativo. Él me dijo que vendría a mi casa con la voz media muerta. Corté la llamada sin decir nada.
Al ver su rostro solo quise golpearlo.
El corazón me latía con fuerza y le dije que estaba embarazada. El chico tuvo que sentarse para no desmayarse.
Le dije que era un inútil y no reaccionó. Me enojé tanto que terminé llorando a su lado, en el suelo, con la espalda apoyada en la puerta de mi casa. Él también lloró.
Me miró el estómago cuando le supliqué ayuda. Quise golpearlo.
No lo sentía. Pero estaba ahí.
Tu hermano, el que creí el amor de mi vida, el supuesto chico perfecto, me miró a los ojos sin expresión alguna y dijo que no teníamos opción.
Y octubre llegaba a su fin cuando yo lo miré a los ojos sin sentir nada. Me tomó la mano con fuerza y tragué las pastillas. Dos vasos de agua. Estaba hecho.
Aquella criatura con alma murió dentro de mi.
Y él se fue con lágrimas en los ojos después de un último abrazo inolvidable.
No volví a ser la misma.
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Un octubre sin vos
Short StorySentáte, voy a contarte una historia sobre nosotras dos. Y sí, sé que no te importa.