Tu hermano vino a mí casa esta tarde. Tenía los ojos hinchados de tanto llorar y parecía destrozado.
Al principio creí que habías tratado de matarte otra vez. La sangre se me heló y a penas pude balbucear para que me contara que había sucedido.
Él, con aquellos ojos azules que me gustaban tanto, me dijo que te habías ido de casa. El pobre estaba muerto de miedo y venía a mí para que lo consolara cuando ni yo sabía como consolarme a mí misma.
"Va a volver dentro de poco".
Le mentí para que dejase de llorar y eso hizo. Le dije que la primavera siempre te había vuelto un poco rara y le saqué una sonrisa.
Quería sentirme mejor, pero no pude.
Tenía frente a mí al chico que me había gustado toda la vida. El chico del que estaba enamorada desde los diez años. El chico que me habías prohibido tocar. Tu hermano.
Yo sabía que él no había ido a mí casa para hablar sobre tu huida. Lo conocía lo suficiente como para saber que su angustia solo duraría medio día, hasta que te comunicaras con él. Y eso me estaba volviendo loca.
A tu hermano no le importaba mucho si te ibas o no. Vos los sabías. Yo lo sabía. Y él lo sabía.
Ambas también sabíamos que él me observaba mientras me vestía en tu cuarto. Lo dejábamos hacerlo. Solo por diversión. Un juego tonto.
Pero vos decías aquellas palabras, mientras te mirabas en el espejo, con un vestido en cada mano, la barbilla en alto y el cabello revuelto; y a mí se me caía el alma al piso. Yo era tu hermana y, por lo tanto, él también lo era. No era muy lógico que dos hermanos estén juntos. Y yo no podía tener a tu hermano.
El chico prohibido estaba frente a mí y lo lamento, pero no lo resistimos.
Nos besamos sabiendo que no habría nadie en casa hasta la hora de la cena.
Nos besamos y me gustó.
Nos besamos y no creo que me sintiera culpable.
Ya no eramos hermanos. Ya no eramos nada. Solo dos chicos que ahora podían besarse con lágrimas en los ojos y ganas de estar juntos.
Y vos no podías evitarlo. Porque te habías ido de casa. Y de mí vida también.

ESTÁS LEYENDO
Un octubre sin vos
Historia CortaSentáte, voy a contarte una historia sobre nosotras dos. Y sí, sé que no te importa.