Presentir. 23

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El otro día me acordé de vos y me di cuenta de lo inevitable: vas a matarte. Y yo no puedo rogarte que no lo hagas como la última vez.

Porque ya no somos amigas.

Porque casi no me importa.

Porque me duele el solo pensarlo.

Hay señales por todas partes. Mil carteles que te apuntan prediciendo tu destino.

Te conozco. O eso creo. Pero sé cuando todo está por acabar en tu retorcida mente, sé cuando llegas al punto de haberte aburrido y sé que llegará el momento en el que mi mamá vuelva a consolar a la tuya en el teléfono.

No vas a despertar algún día (yo yo tampoco lo haré) y no sé qué sentiré, pero ahora mismo quisiera poder ayudarte.

Y a la vez no quiero.

Porque sé que has estado loca toda tu vida.

Me preocupa ver el amanecer y recordar tu rostro, en el cielo rosa y naranja, con una bala en la sien, sangre saliendo de tu boca o una soga en tu cuello. Hay mil opciones más. Y todas hacen que se me estruje el corazón.

No lo entiendo.

Si te murieras podría cerrar un ciclo en el que te fuiste. Y todo tendría más sentido. Y no verte en la calle me ayudaría.

Pero no quiero que mueras.

Porque te quiero. En el fondo. En nuestros recuerdos. En el pasado.

Un octubre sin vosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora