Pasaron varios minutos en los cuales yo seguía en aquella rama, aún tenía varios dulces, sin embargo, el sonido de voces a lo lejos me alertó. Bajé con cuidado, escuchando cualquier cosa que podía ser sospechosa, o algo que me diera una pista de que alguien me había descubierto aquí, me preguntaba si mis padres se habían dado cuenta. Claro, porque en mi mente de pequeña, la policía llegaba a la velocidad de la luz.
-¡Por aquí muchachos!- Eso sonó a unos metros de donde yo estaba
Asomándome, noté los uniformes de la policía, sostenían linternas que alumbraban en búsqueda de algo
-Llevamos una semana buscándolos, ¿No los podemos dar por muertos?- se quejó uno de ellos
-Claro, después seremos los próximos en desaparecer- le respondió su compañero
-Dónde hay personas desaparecidas, hay un criminal de por medio, una es coincidencia, dos ya es un patrón- la placa en su traje me decía que él era el líder
-Jefe, ¿No cree que es demasiado cliché lo del criminal con una cabaña en el bosque?-
-¿No crees que es más absurdo eso de que hay monstruos en el bosque?- eso me puso muy nerviosa, abracé mi cubeta impidiendo que mi imaginación me mostrara cosas feas, piensa en el pastel de la fiesta, Frida
-Lo que creo es que si se callaran, quizás encontraríamos una pista- le regañó haciendo que todos se detuvieran un momento –Además es imposible que un... ¿Hombre alto con tentáculos? y sin cara exista para secuestrar gente-
Definitivamente no sería una víctima del hombre alto. Asustada por sus palabras corrí lo más rápido que pude, que por lógica era muy poco.
-¡Ustedes! Váyanse por allá, yo iré por aquí- el policía que se separó de los otros, iba directo hacia mí, traté de esconderme detrás de un tronco lo suficiente ancho para cubrirme
Pero como dije "traté", el policía alcanzó a alumbrarme con la linterna la espalda junto con un poco de mi cabello. Escuché sus pasos acercarse lentamente.
-Niña, ¿Qué estás haciendo aquí sola?- dijo asomando su cabeza del gran tronco, no le respondí hasta después de unos segundos que agachara la cabeza, dándole el tiempo suficiente para moverse frente a mí
-Me perdí- abracé la cubeta sin encontrar alguna excusa mejor, aunque de hecho no estaba mintiendo, sólo era la mejor respuesta que pude dar
El policía sólo me miró pensando en algo, al sentir su miraba en mi cubeta, lo miré con duda, el policía se acercaba más y más a mí, hasta que su mano se estiró hacia mi pequeño tesoro.
-¡No!- dije apartando la cubeta de él
Al parecer a nadie le gustaba que tuviera dulces, ya que volvió a insistir en arrebatarme la cubeta ¡Que injusto!
-Niña, es mejor que me des esa cubeta- dijo con el ceño más fruncido que antes -¿Quién te la dio?- preguntó amenazante
-¡No quiero! ¡Déjame sola!- cerré mis ojos pensando que utilizaría la fuerza, pero lo único que escuche fue el sonido de algo clavarse
Abrí mis ojos encontrándome de nuevo al policía, sólo que esta vez estaba totalmente inmóvil, sudando frío, con los ojos muy abiertos juntó con la boca abierta expresando sorpresa y dolor, eso duro sólo unos segundos.
"Corre lejos" lo oí murmurar, dejándome con un nuevo trauma, y muy aterrada sin saber que hacer.
Su cuerpo comenzó a descender hacia mí, con nervios me hice a un lado lo más rápido posible, provocando que su rostro golpeara en el tronco donde estaba, dejando su cuerpo a un lado mío, vi un cuchillo clavado en su espalda, notando como alrededor de este yacía una mancha obscura.
Mi corazón comenzó a latir muy rápido, tenía miedo de que la persona o monstruo que hizo eso, me hiciera lo mismo o peor. No quería voltear, aunque sabía que tarde o temprano debía hacerlo, lentamente giré mi cabeza en la dirección de la que creo vino el cuchillo.
Era un muchacho de al parecer ¿19 años? No sé, todos los adultos se ven casi iguales, utilizaba una chaqueta de color naranja, unos pantalones obscuros y unas botas, mientras que su cabello era de color café. No puedo decir mucho de su rostro, ya que una máscara de ojos y una boca delineada de negro me impedían ver más allá, el silencio entre nosotros era mortal.