-Karen-
Más de dos semanas han pasado sin noticia alguna de mi mejor amiga. No contestaba su teléfono en donde ya había dejado más de 90 mensajes, 15 llamadas sin ser contestadas. Lo que me hacía pensar que quizás se había molestado conmigo pero no recuerdo haber hecho algo para molestarla lo que me llevó a pensar que ella se había hartado de mí, pero la conozco.
Ella no se sentirá bien hasta que las cosas sean claras, además que no le gusta tener conflictos con alguien, por lo que siempre es la primera en disculparse en todas nuestras discusiones, es tierna cuando hace eso, pero me asusta que la gente abuse de su confianza, es demasiado buena para este mundo tan crudo ¿Dónde estás Tova-Chan? Salí a la banqueta de mi casa para pensar mejor, los ruidos de mi madre discutiendo por teléfono no me ayudaban en lo absoluto.
El sonido de una motocicleta me exaltó. ¿No está pasando muy cerca? Me hice a un lado, evitando cualquier daño.
-¡Pendejo! ¿Qué mierda tienes en la cabeza?- le grité furiosa
-Un poco de porno y creo que a tu mamá en cuatro-
-¿Qué?-
Este pendejo, casi me mata y estoy a punto de matarlo a puñetazos. Se quitó el casco mostrando un cabello pintado, así como unos lentes que mostraban un rostro cansado.
-¿Eres Karen?-
-Emm...sí- me dio un sobre
-Toma esto, puta calor- se quejó tomando un poco de agua que tenía en una mochila
Esta es la mierda más rara de mi día. Sin dudarlo, abrí el sobre leyendo la carta. Oh mierda, era Frida. Aunque me diga que está bien, esto no me dejará conforme, no cuando sé lo sensible que es.
-Está viva- quería llorar de la felicidad –Gracias imbécil- sí, aun estaba molesta por lo que dijo
-Mucho trabajo, poco tiempo, nos vemos- se colocó su casco y se fue a máxima velocidad
Es hora de la verdad.
Todo esto lo he pensado bien antes de tomar la decisión de ir a su casa, necesito respuestas, respuestas que solo su madre puede darme. Durante todo el corto camino de mi casa a la suya empecé a recordar cómo fue que nos conocimos, tal vez suene como algo que solo pasa en una película, pero créanme que fue la mayor coincidencia que me pudo ocurrir en mis 16 años, por situaciones familiares a lo largo de mi vida he sido cambiada de escuela varías veces, en el kínder fue igual, entre al grupo de segundo año un día cualquiera, no me sentía muy cómoda con el cambio repentino de kínder cosa que se notó en mi rostro apenas pise el salón, la gran coincidencia de la que hable era que todas eran chicas, no, no era una institución para señoritas ni nada, todos los padres que inscribieron a sus niños en el primer año, obvio antes que yo llegara eran niñas, por lo que note a varias cómodas con toda la situación, la maestra dijo mi nombre presentándome con mis compañeras, no recuerdo bien su nombre pero su voz es muy tranquila aunque lo suficientemente para que todas la escuchemos.
-Ella es Karen Valeria, va a ser su nueva compañera por lo que espero todas puedan ser su amiga- no sabía cuánto tiempo iba a estar allí así que no me importaba tener amigas o no
Las clases pasaron hasta el inicio de receso donde en mesas para cuatro personas nos daban un mantel con nuestro nombre escrito por nuestros padres, hora del almuerzo, recuerdo que no pude dar el primer bocado ya que una voz me distrajo
-¡Hola!- una niña de cabello café rizado me miraba dulcemente con una sonrisa que me hacía sentir extraña, quizás por la sinceridad que me transmitía, no pude decir nada al ver sus ojos cafés llenos de inocencia pura, no supe qué decir