Ocho

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Era un salón grande donde habían varias mesas, un espacio rectangular en el que había llegado a la hora del almuerzo. Según la hoja en mis manos esto debería ser pacífico y no un lugar donde la mayoría de las personas se estén golpeando. Noté que otros preferían estar solos, pero los gritos eran demasiado para ellos por lo que preferían irse. Todo el salón que era el primer piso quedó en silencio mirándome a mí y a los hombres a mi lado. Bueno, esto es incómodo.

Lo siguiente que escuche fue un látigo que azotó una mesa, brinqué por la sorpresa, todos se quedaron inmóviles al ver a uno de los hombres tomando la palabra.

-Escuchen pedazo de basuras cerebrales, están aquí porque son lo más asqueroso de la humanidad y no tuvieron más que deshacerse de ustedes, no quiero escándalos y si lo hacen, háganlo lejos de mi vista- escupió en el suelo...que asco.

Algunos lo miraban con miedo, otros extrañamente con admiración, mientras que a otros como yo, no le daba importancia ya que estoy segura que muchos ya le hubieran arrancado la garganta. Mientras él seguía con ese discurso me dispuse a mirar a mí alrededor, el lugar no era muy limpio dejando de lado que no podía respirar ya que me invadía el olor a sudor por todos lados, como una jaula llena de monos.

El lugar estaba muy iluminado, voltee hacia arriba encontrándome además de dos pisos más, un techo de cristal donde habían dos cámaras, cada una en un lado distinto que supongo es para que se pueda ver absolutamente todo. También noté que en las dos esquinas del otro extremo, habían puerta, al igual que en el tercer piso, así como una al principio y al final del comedor. La curiosidad me invadía haciéndome preguntas como ¿Hacia dónde llevarán esas puertas? Y si ¿Detrás de ellas hay más puertas? empecé a observar a toda la gente que miraban atentos al hombre, descubriendo a gente que se ve normal, al menos para mí. Pero como en muchos casos incluyendo el mío, no sabemos que hay detrás de cada persona.

Sentí un empujón llevándome a un costado del lugar donde estaban unas escaleras, por lo visto eran varios los internados aquí, porque desde abajo no logré ver a la cantidad exacta, pero desde arriba demás de calcular más de cien, entre ellos destacó a mis ojos un chico que al parecer tenía mi edad, estaba sentado en la parte trasera del comedor. Sólo que él tenía la cabeza baja, como si estuviera hablando consigo mismo o algo así, siguiendo el pasillo del segundo piso hasta el final vi otras escaleras, ¿Cuál es la necesidad? ah que cansancio.

Subí viendo como poco a poco la escalera llegaba a su fin mostrándome la puerta final. El hombre se colocó a un lado mío, sacando de su bolsillo una llave algo oxidada que introdujo en la cerradura. La puerta que no se abrió hasta que forcejeo por unos segundos.

-Entra- no respondí, sólo caminé observando que el pasillo estaba rodeado de vidrio

Voltee hacia mi derecha viendo un campo con una fuente en el centro, bancas y flores, guiadas por un camino ordenado por piedras que recorría todo el patio. Alzando mi vista se encontraban el resto del edificio donde supongo se encuentran las actividades que dijo Mel...entonces ¿Qué eran las otras puertas del comedor? Bueno, luego averiguaré eso. Cuando el pasillo con paredes de vidrio llegó a su fin, el hombre sacó otra llave abriendo una puerta de madera, lo cual se me hacía extraño ya que las otras puertas eran blancas.

Esta vez el hombre no me dijo nada, entré a otro pasillo donde me recibió una alfombra roja, el resto de las paredes eran de madera, sin contar la ventana de la derecha que daba la misma vista al jardín que no me molesté volver a mirar. Seguimos así por otros dos pasillos iguales, hasta que el hombre se detuvo en una puerta con el número 284. No veía nada de especial, todas las demás eran iguales, el hombre me entrego la llave del cuarto y sin decirme una palabra más se fue.

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