-Karen P.O.V.-
-¡Dame mis pastillas Hoodie!-
La voz de Masky resonó por toda la sala, retirando mi atención de uno de los libros que Slenderman me había dado, me dijo que debía aprender varias cosas ahora que ya no soy un ser humano "normal".
Pero en estas circunstancias, leer es lo que menos puedo hacer con los gritos de dos de mis varios nuevos amigos.
Entre risas, gritos y empujones, parece que despertarán a todo el vecindario, bueno, si tuviéramos uno. Vivir en medio del bosque con esta bola de locos, más conocidos como los mejores asesinos del mundo, hace que mi decepción crezca cada vez más, al ver lo sensibles que pueden llegar a ser.
Cuando llegué a esta casa con Slenderman aquella vez, recuerdo cómo no se escuchaba sonido alguno en todo el lugar. Pero cuando salió el sol, viene a mi mente el sonido de la puerta azotarse, seguido de un grito deseando comida, esto hizo que bajara asustada, pensando que había entrado algún ladrón que no venía solo. En vez de eso, encontré a varias personas que me miraron al instante que pisé un escalón, parecían gatos por lo sensibles ante el sonido. ¿Qué es esto? ¿Una convención de locos? Fue lo que pensé al ver muchos chicos y pocas chicas.
-Al fin una mujer- una muchacha de piel pálida que usaba una máscara, colocó sus manos en la cintura, feliz
Sus ojos estaban delineados de negro, así como su labial y su cabello, era bastante extraño ver que no se movían sus labios al hablar. Traía un vestido color negro, junto a unas zapatillas que estaban llenas de sangre, así como varias de las ropas de todos los que estaban allí.
-¿La matamos?-
El siguiente en hablar, fue un chico que tenía una máscara azul con dos agujeros muy obscuros en los ojos, de estos goteaba una especie de líquido negro que deduje era sangre. Llevaba puesta una chamarra negra, pantalones obscuros no muy ajustados, además de tener como la chica de la máscara, un cuchillo de cocina lleno de sangre, el muchacho tenía un color café obscuro como cabello, lo que me hacía pensar que de cierta forma que era el más dócil, no sé, era sólo un presentimiento.
-¿No crees que Slenderman lo habría hecho ya?- al parecer conocen a lo que sea que me trajo aquí
La muchacha que había hecho esa pregunta retórica, tenía el cabello amarrado en una coleta junto a un moño color rojo, poseía un mechón color morado que era parte de un fleco que cubría un ojo, mientras que el otro estaba cocido del párpado haciéndome temblar un poco. Además que tenía una sonrisa que cortaba sus mejillas, su conjunto por otro lado no era el más obscuro, ya que tenía una chamarra color morado, una falda negra y medias rojas con rayas negras sin olvidar sus botas como a su cuchillo bañado en sangre.
-¿Sally sabías algo?- no pude evitar dejar mi mandíbula caer, era él, sabía que Frida decía la verdad
"Era un muchacho alto, usaba una máscara blanca con ojos negros y, no sé...nunca había visto algo así Karen, traía una chamarra color naranja, y botas militares..." Aquella descripción encajaba perfectamente con el hombre que estaba viendo ahora mismo, él debería de saber de mi mejor amiga, debe tener una razón.
-No me ha contado mucho más qu-
La voz de la niña fue interrumpida por el choque de aquel muchacho de chamarra naranja contra la pared. Todos guardaron silencio preguntándose cómo me había movido tan rápido, no le rogaré nada, le exigiré que me diga todo.
-¡Ah, la pared!- se quejó una de ellos
-Nina, creo que hay algo más importante que la pared- le respondió la chica del vestido