La sorpresa de ver a un muchacho así me dejó helada, no sabía que iba a pasar. Yo sostenía mi cubeta y él mirándome. Cuando menos lo esperé se acercó a paso lento, pensé que se dirigía a mí, hasta que vi como colocó su bota sobre el cuerpo del ya fallecido policía. Su mano tomó el mango del cuchillo sacándolo lentamente, los sonidos que el cuerpo produjo los recuerdo como una melodía que desgraciadamente nunca podré olvidar.
No podía creer como ese chico pudo hacer algo tan...inhumano...mi mente estaba totalmente en blanco, bañada por el miedo de lo que fuera a hacer. Después de eso me miró por unos segundos deteniéndome el corazón de miedo, hasta que decidió a guardar su arma, se agachó para quedar a mi altura y yo con miedo cerré los ojos comenzando a sollozar.
-No llores, ahora jamás estarás sola- su voz tenía algo de dulzura -Te estaremos esperando pequeña- dijo colocando su mano en mi cabello, acariciando de manera gentil, abrí mis ojos lentamente al ver que no me haría daño
-¿Quién eres?- pero era tarde, ya se había ido, dejando el calor de su mano en mi cabeza
¿Esperaremos?, ¿Quiénes?, ¿Por qué?, Más de esas preguntas se acumulaban en mi mente, sin embargo no podía quedarme ahí. No dudé un segundo más en empezar a regresar a casa.
-¡Oficial!- escuché el grito de uno de los otros policías que venían con él, no muy lejos de donde me encontraba, apreté mi cubeta con fuerza mientras pensaba una idea; tomé una piedra lanzándola lo más lejos que pude
Si veían a una niña pequeña con un oficial muerto, definitivamente no regresaría a casa.
-¡Por allá!- me alivié al escuchar esas palabras, por fin podría irme, aunque a decir verdad, no me incomodaba mucho estar por aquí, dejando de lado el cadáver
Los árboles parecían no tener final, mi desesperación aumentaba, pero sabía que eso no resolvería nada. Cerré mis ojos decidida a concentrarme en cualquier sonido que me guiara...nada...empecé imaginándome a mí misma, al igual que imaginé todo lo que había a mi alrededor. Mi mente comenzó a viajar más allá de donde estaba.
Abrí mis ojos, y por instinto comencé a correr hacia los lugares que imaginé, los autos comenzaron a escucharse a lo lejos, me sentía feliz, pero una vez que saliera ¿A dónde me dirigía? No sabía ni cómo llegué a ese bosque en primer lugar, pero no me iba a quedar allí esperando a que alguien viniera a ayudarme.
Segura de mi nueva misión, me dirigí hacia el árbol que daba a la carretera. Colocando mi mano sobre este, observé como los autos pasaban. Me regañé pensando que no podía distraerme con cualquier cosa si quería volver a casa. Voltee hacia distintos lados sin soltarme hasta que tuve una idea...no quería soltar mi cubeta pero no iba a tardar mucho, por lo que la escondí detrás de unas grandes piedras.
Tomé un punto de apoyo con mi mano junto con mi pie, y al mismo tiempo tomé impulso comenzando a subir poco a poco hasta llegar a la rama más alta. No le temo a las alturas, temo a caerme. Una vez que me sentí totalmente segura de que el viento no me tiraría, avancé y miré a los lados, en mi derecha veía las estrellas en el cielo, junto con las luces de los autos sobre la carretera mientras que en la izquierda se encontraban muchas más luces.
"La ciudad" fue lo único que pensé, la duda de cómo había ido tan lejos invadió mi mente de nuevo, hasta una niña como yo sabía que era imposible, pero ya tenía mi camino así que no hay más opción que seguirlo. Tal vez llegaría mañana en la noche a casa, pensé mientras bajaba del árbol hasta que finalmente llegué al suelo.
-¡Ahh!- mi estómago volvió a dolerme, pero de una forma más intensa, apreté mi pancita con fuerza, viendo como todo a mí alrededor se hacía borroso
Y por un momento, vi la silueta de un hombre muy alto acercarse a mí, hasta que no escuché ningún sonido más.