Capítulo 9: Balas y sueños

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La sala era oscura, y estaba totalmente recubierta por una fina capa de arena. La caída había hecho que perdiera el sentido unos segundos, pero volvió a reincorporarse con facilidad. Como todo golpe en los videojuegos, producía daño, pero al poco tiempo, se desvanecía.

Aldeano se encontraba a su lado, tirando de su manga izquierda. Mirando hacia arriba, vislumbró un agujero por el que entraba la luz, a unos tres metros por encima de él. La caída había sido dura, pero no tanto como para ser descalificado. Su acompañante le señaló una puerta a su izquierda, que era muy difícil de vislumbrar, y que al parecer era la única salida. Fueron por él durante largo rato, a ciegas, y vieron que el camino se bifurcaba. Esto podría ser un problema.

De pronto, escucharon un ruido muy fuerte proveniente de uno de ellos, y voces de fondo. ¿Qué había sido eso? Pit Sombrío y Toon Link pasaron por delante de ellos, hablando, hacia el camino opuesto. No se habían percatado de su presencia, ni siquiera de que había un cruce. Decidieron seguirlos sigilosamente, por si encontraban una salida.

Mari avanzaba por un largo pasillo, acompañada de dos de sus acompañantes.

''Malditas Silvia y Lucina, me han dormido a Zelda'' pensó ella.

Encontró una pequeña esfera de color blanquizo, que poseía el dibujo de un escudo. Era extraño, pero decidió agarrarla. En su bolsillo izquierdo asomó un pequeño brillo azulado. Notó que en él había algo, pues lo sentía, pero dado que había dibujado un escudo, sería algo relacionado. Debían apresurarse en encontrar a los demás.

Los acontecimientos que habían dado lugar en el laberinto iban a llegar a su fin, pues solo quedaban veinte minutos para que finalizara la prueba.

Todos los jugadores se encontraban situados en la superficie principal, algunos equipos con más miembros, y otros con menos, pero seguían ahí, luchando.

El laberinto les tenía guardado varios trucos.

¿Quién ganaría aquella cacería?

Capítulo 9: Balas y sueños (David)

Avanzaron lentos por varios caminos, buscando a alguien. Llevaban mucho tiempo andando ya, y no se habían cruzado con ningún contrincante.

Hacía una hora o así desde que habían perdido a Ike, y andaban sin rumbo, buscando algún enemigo. La prueba no sería divertida si no habían bajas, y ellos querían ganar.

- Solo quedan veinte minutos, andad con cuidado- tras eso, y tras una larga carcajada, el comentarista paró de hablar.

De pronto, el pasillo donde se encontraban se cerró por todos sus lados, menos por el frente, a muchos metros por delante.

Por detrás de ellos, desde el cielo, cayó de la nada una cantidad inmensa de agua, que se avecinaba rápida en su dirección.

El agua no tenía un color normal, sino con un tono como más... ¡Rojizo!

Corred!- gritó David, comenzando a emprender la marcha hacia el frente, hacia su salvación.

¿De donde había salido toda esa cantidad de agua? Lo malo era que tenía el mismo color que las balas de sueño, que contenían sus pistolas en su interior.

Si ese agua les alcanzaba, estarían acabados.

Comenzaron a correr, siguiendo el pasillo que se postraba ante ellos, pero de repente, una cuerda tensada a ambos lados del camino, salió de la nada.

David y Marth consiguieron saltarla por los pelos, pero Lucario no tuvo la misma suerte, y tropezó, cayendo al suelo.

David retrocedió rápido, dispuesto a ayudarle, pero Marth lo detuvo, y tiró de él hacia delante.

- Marth, ¡¿pero qué haces?! ¿Vamos a dejarlo tirado?- preguntó gritando David-

- El agua nos pisa los talones, es imposible hacer nada.

David giró la cabeza, y vislumbró a Lucario siendo engullido por aquella masa rojiza.

- ¡Un acompañante ha sido eliminado!- dijo al poco el comentarista.

El laberinto quería acabar con ellos, eso seguro.

Al llegar al final del camino, dieron de bruces con un callejón sin salida.

No había otro lugar al que acceder. ¿La salida que habían visto a lo lejos era un espejismo?

- ¿¡Y ahora qué?!- preguntó estresado Marth.

- No sé, déjame ver- dijo David, mirando en la pared.

No parecía haber ningún interruptor ni nada parecido en ella, y debía darse prisa.

El agua se acercaba voluptuosa, cada vez más veloz. En cuestión de segundos estarían acabados, por una trampa muy rastrera que les había tendido el laberinto.

Encontró un pequeño mensaje en el muro.

"¿Por qué no pruebas a dispararle?"

Qué considerados habían sido poniendo ese mensaje ahí, sobre todo cuando estaban a punto de caer en un profundo sueño en cuestión de segundos.

Disparó rápidamente al muro, y este se desvaneció, dejando un cruce ante ellos.

Fueron a un camino hacia la izquierda, y escalaron un elevado y pequeño muro que raramente se encontraba allí, para salvarles del agua.

Esta, en pocos segundos, embadurnó el pasillo en el que se encontraban. Menos mal que estaban a salvo.

Ahora se encontraban en una estancia cuadrada de unos tres metros, donde sería posiblemente una zona de descanso.

Al cabo de varios minutos, tras descansar, prosiguieron por el camino, en busca de Lucario.

Tal vez el acompañante anteriormente eliminado había sido una coincidencia con otro de otro equipo, pero lo vieron tendido en el suelo, saliendo de él varias "ZZZ"

De entre las paredes, un aluvión de granadas salieron de ellas, tendiéndose sobre sus pies. Comenzaron a parpadear, signo de que explotarían en breve.

Marth consiguió salir del área de explosión de un rápido salto, evitando ser dormido, pero David no parecía haber tenido tanta suerte.

La explosión fue enorme, llenando de humo la zona.

El humo no era lo que dormía, sino la explosión en caso de estar cerca.

Cuando se disipó, vislumbró a David a unos cuatro metros de él, levantándose del suelo.

También había conseguido salvarse. El suelo entre ellos se había venido abajo, y no podían volver a reunirse.

- ¡Intentaré dar contigo, David, estate alerta!- gritó Marth, intentando comunicarse con David.

Parecía estar algo aturdido por la explosión, pero se reconfortó al poco tiempo.

Está bien, cuídate!- le respondió él.

La separación podría ser algo malo y bueno a la vez.

Podrían encontrar contrincantes con mayor facilidad, pero estaban demasiado expuestos al peligro.

Cada uno fue por su pasillo más cercano, y comenzaron una nueva meta... La de ganar.

Que comience el combate.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora