Capítulo 9: Balas y sueños (Mari)

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Eran pocos los personajes que quedaban en pie, pero menos serían en cuanto el laberinto decidiera darles un final a aquellos que deseara. Ante todo, mucha suerte, y dadlo todo de vosotros.

- ¡Qué plasta es el comentarista, no lo soporto!- dijo Mari, mientras caminaba con Sheik y Link, por varios cruces, buscando contrincantes para dormir. Al girar una esquina, vio un panel en la pared, que parecía ser un... ¡Mapa del laberinto! Lo revisó de arriba a abajo, y pudo distinguir pequeños puntos rojos en él, que se movían progresivamente. Era la localización de sus enemigos, eso seguro. Vio que el panel se salió de la pared, y se hizo una fina lámina, pesando así muy poco. Lo agarró con ambas manos, y lo admiró unos momentos. También era portátil. Genial.

Decidió moverse, siguiendo las indicaciones del mapa. En él se podían ver todos los caminos, así que decidió ir a por el contrincante más próximo, que tenía a un lado una pequeña "M". Tras unos momentos, llegó cerca de su ubicación.

- Hay uno por aquí cerca, estad alerta- dijo Mari, susurrando, mientras empuñaba su pistola.
Giraron la esquina, y allí lo vieron.
Era Marth, que iba hacia delante, sin poder verles.
Mari apuntó detenidamente, y fue apretando poco a poco el gatillo. Era presa fácil. De pronto, se le cayó la pistola a Marth, y cuando fue a recogerla, les vio.
Era uno de los personajes más ágiles de Smash Bros, por lo que le dio tiempo a tirarse al suelo, esquivando la bala de Mari, y recoger su pistola.
A su lado, vio un botón rojo, y decidió presionarlo, desconociendo lo que ocurriría.
Link fue veloz, y disparó en su dirección, dándole en la cabeza, y así durmiérdolo.
De pronto, escucharon algo, desde detrás del equipo de Mari, como rompiéndose. Al darse la vuelta, vieron una colmena, de color naranja, hecha añicos, y a todas las abejas, de color azul rojizo, dirigiéndose enfadadas hacia ellos.

Instintivamente, Link empujó a Mari unos metros, preveniéndole de las picaduras de las abejas, que seguramente serían dormicidas.
Las abejas picaron por todas partes a Sheik y a Link, dejándoles grandes hinchazones. Mari lo miró desde el suelo, asustada. Las abejas, a los pocos momentos, le miraron a ella, cabreadas.
Mari se levantó del tirón, comenzando a correr, como si dormirse fuera la muerte.

- ¡Maldito Marth, por qué le dejaría pulsar ese maldito botón!- gritó, mientras huía de las abejas.
Dio varios giros, buscando una manera de salvarse de aquel sueño tan cruel, hasta que encontró una pequeña cascada a lo lejos. Tras ella, parecía haber una pequeña salita.
Atravesó rápida el agua, accediendo al pasadizo que había tras él.
Las abejas, al instante, dejaron de perseguirle, yéndose de allí. Había logrado permanecer despierta, eso era lo que importaba. Pero lo había hecho a costa de perder a sus dos acompañantes.
- Link... - dijo, entristecida, ante la pérdida.
- ¡Tres acompañantes han sido eliminados!¡La cosa se pone interesante!- dijo el comentarista, riendo.
- ¡Vete a tomar Fanta!- gritó Mari, enfadada.
Decidió permanecer en la estancia tras la cascada un rato más, guardando fuerzas. La sala no medía más de dos metros de alto y largo, pero parecía segura.
Fue a mirar el mapa, pero al buscarlo, no lo encontró por ninguna parte. ¿Se le habría caído en la persecución?
Se puso a maldecir a los cuatro vientos, mientras descansaba allí.

- Hala OwO Mira, Pit Oscuro, un mapa del laberinto :3

Capítulo 9: Balas y sueños (Sergio)

Aún andaba algo perdido tras la persecución que había tenido con Silvi, pero ya estaba algo mejor.
Decidió seguir andando, solo, sin ningún plan en mente.
Se fijó que, menos Chus, todos los jugadores seguían despiertos. ¿La prueba estaba buscando acabar con los acompañantes primero?
Descartó esa idea de su cabeza al pensar que podría haber caído él en vez de Aldeano, por ejemplo.
Todo estaba siendo muy extraño, con tanta trampa y cosa rara en el laberinto, pero debía persistir, pues así luego le resultaría más fácil ganar el torneo Smash, y alzarse con la victoria. El solo pensar en ello, le hizo sonreír. De pronto, llegó a una sala cuadrada, al aire libre, en la que penetraba el sol, con varias columnas dispersas ordenadamente por toda la estancia.
- Pues vaya... No hay techo, y hay columnas. Menuda tontería- dijo, mientras decidía mirar el lugar, para descansar un poco.
Se sentó en el suelo, y suspirando, cerró los ojos. Esta prueba estaba siendo realmente agotadora.
De pronto, del cielo, cayeron varios misiles de gran tamaño, en su dirección. Cuando se dio cuenta de ello, ya era demasiado tarde como para huir de ahí. Cerró los ojos, como el que no quiere ver lo que le espera, y puso sus manos delante de su cara, como una barrera.
Escuchó varias explosiones muy cerca de él, tanto que le pitaban los oídos.
Este sería su final, y con él, toda la prueba. Todo lo que había hecho no serviría para nada.
Abrió un poco los ojos, y miró lentamente a su alrededor. Los misiles se habían quedado flotando en el aire, encima de él, sin sentido alguno.
Era como si algo los detuviese, para que no llegaran a hacer contacto con el suelo, y así explotar.
Miró hacia arriba, y vio como una fina capa invisible estaba situada encima de las columnas, siendo así el techo. No se distinguía con facilidad, había que agudizar mucho la vista.
- Pues sí que había techo, fíjate- dijo, sonriendo.
Enfrente suya, vio un mensaje de color lila, flotar delante de él.
Ponía: "¿A que te lo has creído? No te lo esperabas, ¿verdad? Pues tienes cinco segundos para creertelo"
En el mensaje, comenzó una cuenta atrás, y con ella, Sergio se dirigió a la salida, a grandes zancadas. Cuando el tiempo llegó a cero, el techo invisible se esfumó, dejando caer los misiles al suelo, explotando, y generando así una gran nube de gas rojo.
Él había logrado escapar por los pelos, saliendo de la sala.
- Esta prueba va a acabar conmigo- dijo, mientras respiraba con dificultad.

Capítulo 9: Balas y sueños (Silvi)

Siguió mirando por cada rincón del camino que avanzaba, buscando a alguien. Parecía estar decidida a ganar.
De pronto, escuchó una gran explosión, y vio una humareda roja lejos de ella.

- Se va a proceder a disminuir el laberinto- dijo el comentarista.
"¿Disminuirlo?" pensó Silvi, extrañada.
De repente, vio como todos los pasillos y cruces desaparecían, desvaneciéndose en la nada. Todo menos las cuatro paredes exteriores del laberinto habían desaparecido.
Las paredes de las que el laberinto estaba ahora formado, estaban alejadas mucho las unas de las otras, pues el laberinto medía un kilómetro, pero comenzaron a disminuir las distancias, empujando a todos los personajes hacia el centro.
Todos los supervivientes comenzaron a verse, extrañados, mientras el laberinto cada vez se hacía más pequeño.
Se quedó en un cuadrado, de unos veinte metros, que por cada medio minuto iba disminuyendo un metro más, con todos los personajes restantes en él, sin pasillos ni paredes, expuestos los unos a los otros.
Deberían darse caza hasta que solo quedara uno.
Las balas de sus pistolas fueron recargadas, automaticamente.

El final iba a dar lugar en muy poco tiempo.

Que comience el combate.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora