Capítulo 10: Resentimiento

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- ¿Cómo ha ido todo?- preguntó Lucina, cuando Silvi volvió a Altárea. Estaban allí los tres, esperándola, contentos. Ella sonrió mirando al suelo.

- Supongo que eso ha sido un perdón- dijo, mientras caminaba hacia la academia, dispuesta a cambiarse de ropa. Estaba feliz por haber hecho lo que había hecho, pero aún seguían atacándole los remordimientos. Tal vez, él no aceptara sus disculpas, y ella se sentiría culpable por lo que le dijo aquel día, con lo de la inmadurez.

Sus tres acompañantes no comprendieron nada de lo que dijo, y la vieron irse, silenciosos y extrañados.

Fue a su habitación, y cerró la puerta tras ella. Varias lágrimas comenzaron a caerle por las mejillas. Su culpabilidad le estaba carcomiendo la mente, y no pudo aguantarlo más. No quería perder a un gran amigo como Chus. Tal vez él decidiría abandonar el torneo, dejándolos a ellos de lado. No tendría que haberse ido de la selección de premios tan rápido; tendría que haberse quedado con él, hablando. Todo eso comenzó a atacarle, como dardos envenenados, que le estaban matando desde su interior. No le gustaban las peleas, pero siempre tenía que haber alguna por medio.

Se apoyó en la puerta con la espalda, y lentamente, fue flexionando sus rodillas, hasta sentarse en el suelo, hecha un ovillo. Las lágrimas no cesaban, y con ellas su culpabilidad. No había hecho algo tan malo, pero el simple hecho de sentir como un amigo lo pasaba mal por su culpa, le hacía entristecer.

Siguió allí, un rato más, desahogándose.

Se encontraba boca arriba, tendido en su cama, mirando al techo. Con una mano sostenía su colgante de color amarillo, apretándolo con fuerza.

Su mundo se vino abajo en un instante. Se comportaba como un niño de tres años, y eso le hacía enfadar. Ahora Silvi le había cedido su punto, solo porque estaban enfadados, y eso le pareció algo bonito, pero también sintió debilidad hacia sí mismo. Él había perdido la prueba, pero el que Silvi le entregara su premio, le hizo ver que era muy débil.

"¿Por qué tengo que tener un trato especial con ellos? ¿Tan débil soy como para no lograrlo por mis propios medios?" se preguntó él, deprimido.

Es verdad que Luis y Nacho lo hicieron mal aquel día, y también es verdad que lo que le dijo Silvi le hizo mucho daño, pero un buen amigo es aquel que acepta su manera de ser, y obra de la mejor manera para aquellos que le rodean.

"Eres muy inmaduro, y te enfadas con mucha facilidad"

Las palabras de Silvi le retumbaron la mente. Era verdad que era un inmaduro, y que se enfadaba con mucha facilidad, pero no podía prevenirlo, era su manera de ser. Cuando algo se le metía en la cabeza, era complicado que volviese a salir.

Tras unos segundos, abrió los ojos, enfadado. Se negaba a aceptar algo así. Justificar su enfado con Silvi con que era su manera de ser le hizo enfurecer. Iba a cambiar, empezando desde ese mismo instante.

Se levantó de la cama, y se dirigió hacia la entrada del templo. Iba a arreglar las cosas.

Cuando llegó, vio a Palutena junto al panel Smash, con unos cuantos Icarios, que lo miraban dubitativos.

Al ver a Chus, Palutena le saludó. El panel de escenarios echaba chispas.

- ¿Qué ha ocurrido con eso?- preguntó él, extrañado.

- Desconozco lo que ha podido ocurrir, pero estaba ya roto cuando lo vi- dijo ella, con un dedo apoyado en la parte inferior de los labios, mostrando duda.

Él miró triste al panel.

- ¿No hay alguna manera de arreglarlo?

- No creo que la haya de momento. Los Icarios están haciendo lo que pueden.

Que comience el combate.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora