Capítulo 11

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Nota: No podía esperar para subir por fin este capítulo, estoy segura de que les va a gustar ;)

Capítulo 11:

Luego de encontrar en el viejo cobertizo las herramientas de tía Susan, comencé a reparar la casa con lo que tenía a mano. Lo primero en arreglar fue la puerta corrediza de la entrada, gracias a eso, ya no se iba a caer. Luego fue el piso del cuarto de tía Susan, el cual sería mío una vez que lo reparara. Mi cuarto era el único que, al parecer, se mantenía estable, a pesar de las maltratadas paredes.

-¿Qué te parece si vamos para la ciudad a comprar lo que nos falta? – pregunté a Arya, quien asintió felizmente.

No tomamos taxi ni autobús, decidimos caminar para recorrer la ciudad en la que alguna vez viví. Nada había cambiado, absolutamente nada. Mientras íbamos rumbo al centro, donde estaba la carpintería, cruzamos frente a un enorme edificio. Era el club de natación de Iwatobi. Kisumi había dicho que lo cerraron, pero yo lo veía en perfecto estado.

"Al parecer, se fue mucho antes de que lo reabrieran".

-¡___! ¡___! - Arya jalaba mi mano y señalaba hacia el club - ¿Podemos entrar? Yo también quiero nadar.

Lo pensé un poco. Sería difícil el tener que pagar una escuela y un club, pero si era por Arya, valía la pena. Asentí sonriendo y ella me arrastró hasta allí. Una vez que cruzamos las puertas automáticas, fuimos a buscar donde podía inscribir a Arya. Detrás de un pequeño mostrador, estaba el entrenador Sasabe, imposible no reconocer al hombre que me enseñó a nadar de pequeña.

-Buenas tardes, entrenador Sasabe. – saludé agitando mi mano y acercándome.

-¿Te conozco de algún lado? – preguntó limpiando con un trapo el mostrador.

-Bueno, sí. Pero no es momento para eso – dije para evitar que comenzara con las preguntas -. Queríamos averiguar cómo podía anotar a mi primita, Arya, en el club.

-Verás, la primera clase es de prueba y gratis, para que la niña vea como es la clase – comenzó a explicar -. Puede comenzar mañana, el horario es por la tarde, ya que la mayoría de los niños asisten a la escuela. Yo no estaré, ya que tengo que atender otros asuntos, pero mi nuevo ayudante se encarga de los pequeños, puedes hablar con él.

-Claro, muchas gracias, entrenador Sasabe. Mañana vendremos entonces. – me despedí y con Arya continuamos caminando.

No sé cómo cuantas veces repitió la palabra "gracias". El que ella estuviera feliz, también me hacía feliz a mí. Luego de unas cuadras, cruzamos con la preparatoria de Iwatobi. Eché una mirada al interior de mi mochila, si traía mis documentos.

-Arya, entremos un segundo. – tome su mano e ingresamos a la escuela.

Una mujer joven me atendió y pude anotarme. También me informó sobre la primaria Iwatobi, la cual estaba cerca de allí. Osea que ambas conseguimos inscribirnos en la escuela. El uniforme de Iwatobi estaba guardado en la vieja casa. Claro que lo limpiaríamos y lo usaría Arya. También pasamos por una tienda de uniformes, para comprar el mío.

...

Luego de regresar de las compras, pagar la luz, el agua y el gas, comenzamos con la reparación de la casa. Tardé bastante, pero logré restaurarla y quedó perfecta. Quedaba darle una mano de pintura a las paredes. Lo más difícil fue cortar el césped. Miles de lagartijas y pequeños insectos salieron de su escondite en el pasto cuando pasé la cortadora de césped. Arya logró atrapar una y la guardó en una pecera, pero sin agua. Le colocamos una tapa y ahora ella la estaba cuidando.

...

-¡Despierta, prima! – gritó Arya en mi oído, haciendo que pegara un salto.

La noche anterior, como me quedé ordenando la casa, me había dormido en el sillón. Ya era la hora de ir a la escuela. Corrí al baño y lavé mi cara. Luego, me vestí y salí corriendo, con Arya colgada de mi mano.

-Nos vemos, vendré por ti en la tarde, así irás al club de natación. – me despedí yo.

Al llegar a la escuela, estaba completamente agitada. No pude evitar frenar en la entrada y recuperar el aire perdido. A mi lado, pasaban empujándome o dando codazos muchos alumnos. Tanto mayores como menores a mí. Estaba por levantarme, cuando alguien me choca por detrás, haciendo que caiga de rodillas al piso. Me miro las rodillas y tenía una horrible raspadura en ellas, donde la sangre amenazaba con comenzar a brotar como un río. Mire con enojo al causante de mi caída, pero el odio se convirtió en pánico al encontrarme con un par de ojos verdes hipnotizantes, unos labios suaves, de los cuales fui la única capaz de probarlos, y un rostro amigable y angelical que nadie se atrevería a odiar. Extendía su mano gentilmente, mientras su rostro se veía preocupado. Se notaba perfectamente lo mucho que había crecido. A su lado estaba cierto chico de cabellos negros como la noche, ojos del color del mar y expresión casi tan fría como el hielo mismo.

-Disculpa. Deja que te ayude.

"Su voz ha cambiado también".

Yo continuaba inmóvil en el suelo, hipnotizada por sus hermosos ojos del color del césped. ¿Cómo no embobarte con ese hermoso rostro? Enseguida el sonrojo se apoderó de mí.

-No hay problema. – junté valor y tomé su mano, la cual me levantó del suelo de un tirón.

Sus ojos se encontraron con los míos por un segundo, seguido de que comenzara a examinar mi rostro con la mirada.

-Me pareces conocida. – dijo entrecerrando sus ojos.

Fue entonces cuando me alarme. Levanté mi mochila y entré corriendo a la escuela, dejando a Haru y Makoto entre la multitud de gente.

"Eso estuvo cerca... muy cerca".

Una vez que me aseguré de que dejé a Makoto y Haru lo bastante lejos, me dispuse a caminar tranquilamente por el camino de piedra que cruzaba por el patio hasta el interior de la escuela. Estaba caminando fuera aún, cuando un chico de baja estatura que venía corriendo chocó conmigo. Ninguno se cayó, pero si chocamos fuertemente nuestros brazos. Mientras me sobaba donde recibí el golpe.

-Lo siento. – dijo el chico, me dio una mirada rápida, sonrió y se marchó corriendo.

-Que voz tan tierna... - murmuré sonriendo -. ¿Voz tierna?... Podría ser que... ¡¿Nagisa?!

Quise encontrarlo, pero con la multitud de gente, no se podía ver nada.

Decidí entrar de una vez. Aprovecharía el recreo que para buscarlo y confirmar si mi suposición era cierta. 


Desde la primera vez| Makoto Tachibana y tú ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora