Capítulo 18

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Capítulo 18:

Los días pasaron, hasta que se cumplió un mes desde mi regreso. Durante todo ese tiempo, estuve llevando a Arya al hospital, ya que sus alergias necesitaban estudios, pero está fuera de peligro y no hay de qué preocuparse. El proyecto fue terminado, pero la profesora no lo eligió, así que estuvimos un tanto amargados ese día, ya que nos costó mucho hacerlo. En cuanto a Makoto, todo sigue igual. Somos amigos. Al igual que con Haru y Hiro. ¿Saben algo más? Me uní al club de natación, pero preferí quedarme con el puesto de "ayudante de Gou". Todos los medio días nos reuníamos en la terraza para almorzar y charlar un poco, y en las tardes nos encontrábamos observando nadar a los chicos.

...

Ocurrió un día en el que las actividades de los clubes se suspendieron. Absolutamente todas, incluyendo al club de natación. La escuela sería fumigada en ese horario, por lo que debíamos desalojarla. Makoto se ofreció a ir por Arya a la escuela y llevarla con él a la clase de natación, para que yo pudiese descansar un poco de la típica rutina. A pesar de que me negué varias veces, acabó convenciéndome y se marchó por Arya con Haru.

Mientras caminaba con las manos en los bolsillos de mi saco, pateaba una pequeña lata que encontré tirada. Estaba aburrida y sin saber qué hacer para matar el tiempo. Ese día, la jefa me había dado el día libre, así que no debía ir a trabajar. Di una vuelta por la playa, para admirar un poco el paisaje oceánico que en todo ese tiempo no había tenido oportunidad de observar con tranquilidad. El sentir la brisa marina por mi rostro era realmente relajante y hacía que todo eso que me taladraba la cabeza se marchara. El mirar el mar me hiso recordar el agua, el agua me hiso recordar a la natación, la natación a los chicos y los chicos... a Rin. De alguna manera, así fue.

"No me haría mal darme una vuelta por Samezuka".

Y así fue como, en ese mismo momento, tomé un autobús y fui directo a la preparatoria Samezuka. Un enorme edificio escolar, conocido por su especialización en natación y por ser una escuela solo para hombres. Eso me hiso creer que sería un tanto complicado el visitar a Rin, pero al llegar a la entrada, todos esos pensamientos pesimistas se fueron. Un guardia me detuvo y preguntó la razón por la que me encontraba allí.

-Vengo a ver a un amigo. – respondí.

Asintió y me abrochó una pequeña credencial en la parte derecha de mi saco. La observé y decía "visitante". Abrió las puertas y dijo que tuviera cuidado, ya que (menormente) los muchachos de ahí podrían ponerse un tanto... atontados con una chica cerca.

"Fue bastante fácil".

Caminaba tranquilamente por el patio, haciendo caso omiso a todas las miradas pervertidas con la que los chicos del lugar me observaban. No consideré en ningún momento el ir a una oficina a preguntar por el paradero de Rin Matsuoka, sino que preferí aventurarme yo misma en la escuela. Cada chico que se me cruzaba era examinado cuidadosamente por mis ojos, pero al notar que no eran Rin, pasaba totalmente de ellos. Comencé a creer que encontrar a Rin entre tantos alumnos sería tan difícil como buscar una aguja en un pajar, más siendo todos hombres. Estaba por rendirme, cuando escuché el sonido de unos chapuzones provenir de cierta puerta a unos centímetros de los casilleros. Abrí y me encontré con una enorme piscina, con chicos de grandes músculos nadando en su interior.

"¡Claro! ¿Cómo no lo pensé antes?".

A diferencia del lío que era afuera, dentro del centro de natación era más calmado y silencioso, a pesar de los estruendosos ruidos que hacía el agua cada vez que uno de los chicos se lanzaba hacia ella.

La mayoría se encontraba nadando y practicando sus estilos de natación, pero solo había uno que mantenía observando cuidadosamente a cada uno e indicaba si tenían algún error, si necesitaba velocidad o simplemente que tenían que descansar un poco. Creyendo que podría ayudarme, me acerqué a él. Toqué su hombro y se dio la vuelta. Una sonrisa se formó en mi rostro.

-¿Rin Matsuoka? – pregunté señalándolo.

-Así es – respondió confundido -. ¿Quién eres?

No respondí, simplemente le di un fuerte abrazo. Los chicos del club comenzaron a silbar y reír, mientras las mejillas de Rin se teñían de rojo.

-¡Rin, soy yo, ___! – puse las manos sobre mi pecho y sonreí nuevamente.

Ahora era él quien me abrazaba.

-No puedo creerlo – exclamó feliz -. Realmente eres tú. Volviste. Estás... aquí.

Parecía no poder asimilar bien lo que sucedía, pero me agradó que estuviera feliz de mi regreso y que aún me recordaba.

-¿Es su novia, Matsuoka-Senpai? – preguntó un chico de pelo un poco gris, de la estatura de Nagisa.

-¿Q-que? Claro que no, Nitori. – negó varias veces con la cabeza y acabó cubriéndose el rostro con una mano, en intento fallido de disimular su sonrojo.

-Es un gusto, soy Aichiro Nitori. – se presentó con una tímida sonrisa, mientras estrechaba mi mano.

-___ Blair, el gusto es mío. – dije felizmente.

Me quedé por un rato, viendo a los chicos nadar. Cuando miré mi reloj, era la hora en que las clases de natación de Arya terminaban, lo que significaba que debía ir por ella.

Me despedí de Rin y salí corriendo de Samezuka, esperando que el autobús llegase rápido. Pues no fue así, por lo que esperé más de quince minutos, hasta que llegó uno que me dejó a tres cuadras del club. Nuevamente, tuve que correr. Llegué y me encontré a Makoto, Haru y Arya sentados frente al club en un banco y comiendo helado. Agitada, pero con energías, me acerqué a ellos y sonreí.

-¿Dónde fuiste? – preguntó curiosamente Makoto.

-A Samezuka, visité a Rin. – dije sonriendo con pesadez.

-¿Sabías que hay helado de caballa? – dijo Haru observando su helado fijamente, para luego darle una lamida -. Son increíbles los secretos que el mundo esconde.

Miramos extrañados a Haru, por la manera tan poética en que dijo lo último. Arya era la única que no comprendía la seria obsesión de Haru por la caballa. A esas alturas, comenzaba a pensar que Haru terminaría casándose con una lata de caballa.

-¿Quieres venir a cenar esta noche a casa? – ofreció Makoto.

-¿Haru irá? – pregunté señalando al "chico caballa".

Makoto negó, fue entonces cuando me tensé. ¿Iría a casa de Makoto a cenar con su familia? Que nervios.


Desde la primera vez| Makoto Tachibana y tú ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora