46. Adiós

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Drew

Me sentía exhausto, sentía que todo lo que hice fue en vano, que las noches que pase pensando en sus ojos y como volver a tenerlo a mi lado no sirvieron de nada, no importaba si mi orgullo quedaba deshecho, volvería con él chico al cual amo, al cual me hizo sonreír, al cual me devolvió la vida. Me sentía perdido y ahora más cuando no lo encontraba por ningún lado, lo busque en todo el internado y nada. Los chicos me están ayudando pues mi desesperación creció a tal punto de no poder seguir con esto solo. Al final deje caer, me rendí pues no tenia ni idea de donde estaba.

-Ya aparecerá

-No, no lo hará-Alzo la mirada- Yo no quiero a Alan, no lo quiero

-Nadie lo quiere-dice Jake- Nadie quiere que él chico tierno e inocente desaparezca-suspira. De la nada veo la silueta de Alejandro correr hacia nosotros, me levanto y llego a él.

-Esta en la terraza-dice y de inmediato salgo corriendo. Llego a las escaleras y comienzo a subirlas de dos en dos, al final abro la puerta y me detengo. Andrés esta sentado en todo el borde, mirando al vacío. Comienzo a caminar con lentitud.

-Andrés-lo llamo y el gira su cabeza mirándome con ojos lloros y lagrimas cayendo. Vuelve mirar hacia abajo- Hey, amor...Amor, mírame- vuelve su mirada hacia mi y niega.

-Déjame solo-me contesta con voz baja y cortada

-No lo hare...Te prometí nunca dejarte- Andrés deja de respirara al yo decir eso, se en lo que piensa y eso me pone nerviosos, pues cuando lo prometí fue la primera vez que vi a Marcos

-No hables- Me acerco a él y me siento junto a él tragando en seco al ver en la altura en la que estamos. Me mira y luego la caja que tiene en sus manos. La abre y cuando lo hace siento como las lagrimas comienzan a escurrir por mi rostro involuntariamente. Andrés saca mi manilla, la manilla que compartía con Matt. Me la pasa y la toco con la yema de mis dedos Miro de nuevo la caja y esta vez saca un collar, al dejarme verlo abro los ojos. Así que no era el único con un objeto que me unía a mi hermano. El collar que tenia es el mismo que Alejandro tiene, que nunca se quito y que nadie noto. Estira la mano y suelta el objeto haciendo que caiga al vacío. Vuelve a mirar la caja y saca un libro negro. Lo acaricia y luego me lo pasa, lo observo con duda y el asiente poniendo una mano sobre la mía. Abro el libro y trago en seco al ver la primera pagina, las lagrimas se detiene pero mi corazón se acelera cada vez más.

En la primera pagina, esta una foto. Una foto que recuerdo con felicidad. Andrés estaba molestando con el celular que Jake le regalo, me cogió desprevenido y se sentó sobre mi para luego sacarme una foto, me moleste y le quite el celular. Se puso triste y como siempre no me resistí así que lo bese pero no me respondió el beso. En ese momento tome la foto, y esa foto es la que esta ahí . aparece él molesto y o besándolo. Sonrió y acaricio la foto con mis dedos. Debajo de esta foto esta su letra pasmada formando lo más hermoso que había leído.

El ultimo beso de tus labios fue el que recordé por todo este tiempo. Me sentía solo, vacío como la primera vez que sentí el golpe de mi padre, las lagrimas caían por mi rostro, mi cuerpo temblaba y no quería seguir viviendo pues la persona que creía ama me dejo herido. Me dolía saber que me golpeo, que me lastimo sin el sentir un remordimiento alguno. No pensé volver a sentir esto. Desde ese día todo cambio, mi padre siguió maltratándome y yo tan solo que quedaba quieto sintiendo como las lagrimas resbalaban por mi rostro y me preguntaba ¿Por qué? ¿Qué fue lo que hice?. A esa corta edad uno pensaría que lo mejor del mundo se abriría paso a sus ojos pero ese no era mi caso, quería morir. Mi vida no tenia sentido pues todo lo que tenia en mi era dolor, mi madre no volvió. Al pasar de los días veía como entraban y salían nuevos niños, niños que no tenían la culpa de todo pues estaban en ese lugar solo porque yo había nacido. Así pasaron los diez siguientes años. Un día, mientras estaba encerrado en la oscura y fría habitación escuche un ruido, luego otro hasta que al final la puerta se abrió dejándome ver el rostro de alguien. No quería ir con él, tenia miedo, miedo a lo que haría mi padre. A la mañana siguiente desperté en un hospital, lleno de cables y con un tubo en mi garganta. Trate de gritar pero me fue imposible así que solo espere, y por fin llego. Me dijeron que todo había pasado, que ya no sufriría y que volvería a mi vida de antes ¿Qué vida? ¿Dónde tenia una sonrisa en mi rostro? No les creí pero resulte metido en un internado. Tenia miedo, no quería estar en ese lugar pensaba ¿Qué me harán? ¿De que sirvió venir acá si nadie me notara? Tan solo soy un estrobo, una bola de grasa de la cual nadie se dará cuenta si desaparezco. Y lo pensé bien, me di cuenta que era la oportunidad perfecta para lograrlo, poder morir. Llegue a conocer a dos chicos, un guapo chico castaño y a una loca fujoshi. Me agradaron y por un momento sentí que podía ser alguien, pero luego esos pensamientos me invadieron y por estar pensando en donde hacerlo y como hacerlo choque con alguien. En ese momento no sentí tanto miedo en mi vida, pues no solo por la actitud del sujeto sino por como quería posesionarse de lago que ya no existiría. Lo que recuerdo de ese día fueron sus ojos, fríos y sin sentimientos. Me di cuenta que no era el único deseando morir. Ese idiota de cabello negro cambio mi vida, cambio la forma en la que creía vivir pues el se volvió mi prioridad. No podía dejar que muriera pues por algún motivo sentí que él pensaba eso todas las noches y estaba cerca de logarlo. Los días pasaron y él se volvió algo de mi, algo que no podía sacar de mi cabeza. Desde nuestro primer beso, nuestra primera confesión, nuestras primeras risas y el orgullo con el que me miraba al haberlo golpeado. Llego a mi vida sin previo aviso convirtiéndome en su mascota. Desde ese momento el pasado quedo atrás pues lo que o necesitaba era estar con él. Ahora me encuentro sentado buscando la forma de recuperarlo, pues ya no solo es el idiota que se apodero de mi, sino que ese idiota se convirtió en la persona que más amo, se convirtió en mi motor, en el aire que respiro, se convirtió en mi novio. Los dos ahora luchamos por estar en este mundo, pues desde que lo conocí supe una verdad y es que no llegamos a este mundo a sufrir sino que llegamos a buscar el motivo por el que vivimos, el es mi motivo y no lo dejare, haga lo que haga. Estará conmigo, para siempre.

Drew Martinez es la persona la cual me devolvio la vida.

Si alguien lee eso sabrán que entre en una especie de crisis, tenia que buscar una forma de desahogarme y que mejor forma de hablar de él. No se que va a pasar después pues cada día siento como su presencia se desvanece, no quiero morir pero si eso a él lo hace feliz yo también estaré feliz.

Lo amo de la forma en la cual yo siempre quise que me amaran y eso nadie lo cambiara.

Te amo Drew.

Sonrió al terminar de leerlo, alzo la mirada sintiendo como mis manos se llenan de lagrimas que caen por mi barbilla. Andrés me mira con una sonrisa tímida. Sin esperarlo dejo el libro a un lado y lo abrazo, el se queda quieto y tan solo escucha el viento de forma suave. Se separa d mi y me entrega la caja, la miro y en esta están los papeles de todo lo que había investigado de mi novio, de todo lo que supe de su familia. Andrés se levanta y aun estando en el muro mira hacia abajo. Me doy la vuelta y me bajo del muro para terminar en el lado seguro junto al diario y la caja, Andrés me mira y yo sonrio.

-Me haz hecho muy feliz y no quiero que dejes de hacerlo-digo y el se muerde el labio reprimiendo cualquier impulso de llorar- ¿Sabes porque me enamore de Alan?- Niega- Porque cuando lo vi de cerca, cuando note ese pequeño huequito en su mejilla supe que no era solo Alan. Me enamore de él porque te veía en él, en cada cosa que hacia, cuando sonreía, cuando reía, cuando dormía e incluso cuando se enojaba-rio- Si Alan en verdad hubiera existido no hubiera dudado en llamarlo Andrés, tinturarle el cabello y seguir mi cuento de hadas con ese mocoso de cabello extraño- Miro a mi novio- Te pido que no lo hagas, te pido que me dejes seguir viviendo con la persona que más amo, te pido que no me abandones

-Nunca lo haré- se da la vuelta y me mira para luego abrir sus brazos. Cierro los ojos sintiendo como más lagrimas salían, al abrirlos ya no veo nada, solo un lugar vacío. Respiro profundo y dejo caer las cosas. Así que este es el adiós.


Mi inocencia es tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora