«Sus labios recorren mi cuerpo caliente por tanta actividad me excita aún más, quiero más. Sus manos se pasean con confianza por mi abdomen sin abandonar mi boca ni un segundo y yo no puedo pensar y besarlo al mismo tiempo porque mi cuerpo reclama que me pierda en él, su mano sigue hasta llegar a mi parte más íntima, recorriendo despacio con sus dedos e introduciéndose lento, tortuoso en mis entrañas obligándome a soltar un gruñido desde lo más hondo de su garganta, es tan excitante que dejo que haga conmigo lo que quiera...»
¿Qué fue eso? Despierto con el corazón acelerado por la exaltación de ese sueño, ¿Por qué pasó? Jamás he tenido un sueño parecido, no que yo recuerde.
Observo a mi alrededor y veo todo en su lugar como debería de ser, pero hay ruido, algo perturba el silencio de mi habitación, ¿Qué es eso? Los ruidos en el apartamento de al frente son infernales puedo escucharlos hasta aquí. ¿Están moviendo cosas?¡Ay, vamos! Necesito dormir. Realmente necesito dormir. Me deshago de las sabanas golpeado y pataleando todo por todo el ruido que hacen. ¡Maldición! Miro el celular, son las seis de la mañana. Entre ese extraño y vergonzoso sueño y los ruidos no creo que me dejen volver a dormir.
Explotó en un grito, necesito que se callen. Me levanto de la cama tumbando todo a mi paso, es increíble que no tengan consideración ni un fin de semana, tienen toda la jodida semana para mudarse y deciden hacerlo un sábado a las seis de la mañana, debería de considerarse un delito.
Camino por el pasillo hasta la puerta de salida de mi apartamento y enseguida me percato que hay demasiada movilización de gente entrando y saliendo del departamento, unos seis hombres más o menos, me miró el atuendo y la pijama que llevo quizás no es la más adecuada para imponer orden pero me importa una mierda, solo necesito un poco de silencio, los fines de semana son sagrados.
- ¡Hey, tú! –Le digo al tipo de braga de albañil azul. - ¿Podrían hacer un poco más de silencio?, estoy intentando dormir. -El se voltea hacia mi con el ceño fruncido y creo que me va a decir alguna cochinada por la forma en la que está escaneando mi cuerpo con esa malicia que no se puede disimular.
- Lo siento.
Escucho desde el fondo del pasillo haciendo que voltee en búsqueda de aquella voz grave e ignorando al tipo dentro del apartamento.
- Son un poco rústicos, les pediré que hagan las cosas con más delicadeza. -Sonríe ampliamente, me quede mirándolo sin poder moverme, mi cuerpo no responde. Es muy guapo.- Perdón, que descortés... Me llamo Deavon Hunter, tú debes ser mi vecina ¿No?
Estoy paralizada, no puedo pronunciar ninguna palabra y no puedo dejar de mirarlo. Tiene los ojos verdes aceituna, una perfecta sonrisa y cabello castaño oscuro, es guapo muy guapo. Asiento ante su pregunta y el deja ver sus perfecta dentadura blanca de nuevo y sus ojos achinándose por la sonrisa.
- Podrían hacer menos ruido, por favor. -Pido con una vocecita que no sabía que tenía.
- Lo prometo. -Dice alzando sus manos en señal de paz.
Sus manos son amplias, grande es de dedos largos, sus ojos son tan profundos que podría perderme en ellos, tiene una mirada intensa. Nunca me había pasado esto de quedarme paralizada frente a alguien, soy periodista no conozco lo que es el pánico escénico, yo suelo dominar las situaciones.
- Gracias. -respondo después de unos segundos. - Bienvenido. -Digo intentando ser cortés.
- Gracias. -sonríe de nuevo y lo imito.

ESTÁS LEYENDO
Prohibido
Romance[SIN EDITAR] La ciudad que nunca duerme, un trabajo, una casa, amigos y la locura de Nueva York. Alice esta acostumbrada a vivir así, cree que tiene la vida perfecta, tan perfecta como aburrida. Tiene un novio, un buen trabajo, unas buenas amigas y...