A tu manera

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Desayuno, sexo, dormir abrazado... Sí, podría considerarse una vida algo Goals y aunque muero por quedarme todo el día en la cama con él, me toca ir a trabajar y hoy no hay excusa de Adam salvando a mis ganas de quedarme todo el día con Deavon.

Deavon se vistió pero sigue sin camisa por todo el lugar paseándose cual perro por su casa, ahora está poniéndose sus zapatos Nike y se detiene para mirarme. Yo sigo arropada intentando no moverme, esperando que el tiempo se detenga. Esta mañana después de haber tenido unos buenos días excelentes, hizo panquecas para desayunar con miel.

También alimenta mi lado gorda.

— ¿Piensas quedarte ahí mirándome? –Le digo evitando el nudo en mi estómago.

— Si esa fuera una opción, te aseguro que ese sería mi nuevo plan de día. –Se levanta y se inclina hacia mí para darme un beso– Eres hermosa hasta cuando te despiertas. –sonríe de costado y me deja otro beso en la frente.

— Facilidad de palabras. –Deavon se ríe y alza los hombros.

— Ya me conoces.

Esa frase... Ya me conoces la verdad no, no lo hago. Sé tan poco de él que me asusta estar sintiendo todo esto.

— Y cuando te quedas en silencio, estás pensando en algo. –Se sienta– Dímelo.

Me clava sus ojos que ahora están azules oscuros como el fondo del mar. Me encanta que le cambie de color sus ojos, recuerdo que me dijo que era por su mamá.

— Me encanta que te cambie de color los ojos. –le digo– Eres como los camaleones pero con los ojos.

Se ríe y pasa su mano ansioso por el cabello aún desdeñado por toda la acción. — Es la mejor herencia de la vida. –se acerca y me susurra: – Son el gancho.

Suelto una carcajada y le sostengo las mejillas. —Yo diría que el gancho es tu sinceridad desestabilizante.

— Sí, eso también funciona. –Acomoda un mechón de mi cabello detrás de la oreja y se pone serio— A mí en cambio me encanta todo de ti, Alice. ¿Aún conservas el vestido que llevabas la noche que nos quedamos encerrados?

Su voz pasa a ser seductora y de pronto siento como todo mi cuerpo se pone en alerta hacia él. Asiento y se ríe.

— Tengo un asunto pendiente con ese vestido. –Me dice con una sonrisa dibujada en su rostro.

— Tienes varios asuntos pendientes conmigo, ¿quieres ir al cine esta noche?

Su rostro se ilumina y su sonrisa se ensancha aún más.

— Me gusta que tomen la iniciativa y encantado, señorita Town. ¿A las 8?

— A las 8.

¡Ahg! Odio esta sensación cuando sé que se va.

— ¿Ya te dije que soy periodista? –Deavon se ríe y asiente.

— Es algo que asumí.

— Bueno, –frunzo los labios y lo miro intentando ordenar mis palabras– Sigo sedienta de información, así que tengo preguntas para ti.

Deavon se ríe alto mientras yo me levanto de la cama quedando a su altura. Aunque técnicamente es imposible quedar a su altura porque es más grande que yo.

— Yo encantado de responderte. –Dice sosteniendo mi cintura– Pero ahora me tengo que ir y tú tienes que ir a trabajar. –Me da un azote en la nalga y se ríe mientras yo lo miro divertida.

— Vete ya. –le digo entre risas mientras lo empujó por el pasillo.

Camino con Deavon hasta la puerta y se detiene justo antes de mirarme, me dedica una última sonrisa y abre la puerta sin dejar verme.

ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora