Desde las alturas

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Termino de arreglarme, no tardo más de veinte minutos y me miro en el espejo. Estoy bien para donde sea que vayamos no es ni muy casual ni muy elegante.

         Aun quiero golpearlo.

Abro la puerta y lo encuentro a él mirando su celular. Automáticamente alza la mirada subiendo por mis piernas hasta llegar a mi rostro, arqueo una ceja casi por instinto y cruzo mis brazos.

-               Espero que valga la pena el acoso y el hecho que no me dejes dormir. –Le digo y el sonríe.

-               Siempre vale la pena. –Su voz es jodidamente sensual. — Y no te acoso. –Guiña el ojo. Intento no reírme así que le doy la espalda y regresó por un labial a mi casa.

Cierro la puerta detrás de mí y lo sigo hasta el ascensor. El marca y me mira caminar hacia él. Su mirada sobre mí no solo me hace sentirme deseada, si no también segura de mí misma. Sé que no debería de depender de la mirada de alguien para sentirme segura, es solo que con él todo es diferente. Las puertas del ascensor se abren y el deja que pase primero.

Recuerdo una vez hablando con la Sra. Benson me dijo: "Hija, si un hombre te deja pasar de primero son dos las razones... la primera es que a nosotras las mujeres nos encanta que sean caballerosos con nosotras y la segunda es para ver menear ese hermoso trasero que poseemos. Créeme no hay nada de caballeroso en esos actos pero nosotras les hacemos creer que no conocemos su juego" Ella tiene razón la gran parte del tiempo, de las pocas veces que he hablado con ella concuerdo con todo lo que dice. Aunque ella sea el Facebook andante de Nueva York no me parece que sea una mala mujer.

-               Que caballero. –Digo por el recuerdo reciente de las palabras de la Sra. Benson. –Espero te haya gustado la vista. –Sonrío y creo que el capto bastante bien mi indirecta.

-               Una exquisitez. –Responde esbozando una sonrisa y marcando sótano.

-               ¿A dónde vamos? –Pregunto ansiosa y el toma mi mano entrelazando sus dedos con los míos.

Mi corazón comienza a latir fuertemente y veo un semblante de satisfacción en su rostro.

-               No seas ansiosa. –Besa mis nudillos y su mirada se fija rápidamente en el marcador de los pisos.

Deavon es un hombre extraño, es como si escondiera algo la gran mayoría del tiempo de lo cual procura esconder de mí exactamente. Es desconcertante; la otra parte del tiempo estoy tratando de adivinarlo, digo, el misterio viene de la mano con él pero más allá de eso, más allá de que me  inspire esta absurda confianza y esta atracción que existe entre ambos es la sensación de que me conoce y que lo conozco como si hubiéramos vivido toda la vida juntos.

-               ¿En qué piensas? –Su voz me saca de mi burbuja y automáticamente niego. –Vamos.

El jala de mi mano hasta salir del ascensor y me lleva por el pasillo hasta donde están estacionados los autos de los propietarios del edificio. Se acerca hasta una Harley Davidson plata con negro. Toma un casco y me pasa el otro. Me quedo mirándole por unos segundos, ¿Cómo le digo que le tengo miedo a estas cosas?

-               ¿Has viajado en moto antes? –Pregunta al ver mi reacción. Estoy segura que en este momento soy descendiente de Gasper.

-               No. –Confieso. El alza sus cejas mirándome sorprendido.

-               Podemos ir en el auto. –Sugiere pero entonces, casi como si mi conciencia me hablara escucho la voz de Mery diciéndome reiteradas veces que: "Hay que tomar riesgos, Alice"

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