Sí quiero decirle a todos que tú eres mía

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Estoy sentada en el sofá, bueno, más bien acostada. Estoy mirando a Deavon quien ahora está utilizando un delantal de cocina donde puedo apreciar su trasero perfecto en ese bóxer negro.

La mejor vista.

Muerdo mi manzana y dejo que las canciones de Lawson ambienten el lugar. Deavon canta un poco más alto sobre la música y estoy comenzando amar el hecho de que sea celoso y que además haya perdido.

— Ya va a estar la comida. –Grita desde la cocina y voltea a verme. — ¿Me puedo vestir?

— Después de comer.

Me levanto del sofá luciendo su camisa que me llega un como más abajo de mi vientre aprovechándome de mi desnudez para mover mis caderas de camino a mi habitación. Deavon suelta una carcajada y yo me muerdo el labio para no reírme. Abro la puerta de mi habitación, cierro las cortinas porque está entrando demasiado sol y me molesta un poco, me gusta el hecho de dormir de día y trabajar de noche, me parece que funcionó mejor.

Christian solía decirme mini Drácula solo por eso y yo hacía berrinche y me molestaba solo porque quería ser princesa. Supongo que esas son las ventajas de crecer entre hombres, el cuento de hadas no es más que un campo de guerra con soldados aplastando el palacio enseñándote a ser fuerte porque las princesas también saben pelear.

Me veo en el espejo y me amarro la maraña de cabello despeinado que llevo, acomodo mis lentes de leer y saco el libro de Verne. Regreso a mi sala, tengo la vista de Deavon sirviendo la comida, su mirada se consigue con la mía y noto el ojuelo que se le hace en la mejilla derecha. Tengo ganas de besarlo, pero no lo haré, hagámoslo sufrir un poco.

— ¿Tienes hambre? –Pregunta con picardía.

— Estoy hambrienta. –Le digo sentándome en el mesón.

— ¿Lo disfrutas? –Pregunta con una sonrisa.

— ¿Qué cosa? –Me hago la desentendida.

— Verme así. –Dice sacándose el mantel de cocina- ¿Sabes qué? No me importa, mientras quede claro estás conmigo.

— ¿Estoy contigo?

Deavon se detiene en seco y me mira fijamente. - ¿Estas preguntándome? –Arquea una ceja y quiere parecer molesto pero realmente está tratando de no reírse.

- Sí, no recuerdo haber dicho que estaba contigo.

- ¡Oh, nena! –suelta una risita- Dijiste que tenías hambre, no me hagas demostrarte ahora mismo que estas en cuerpo y en alma conmigo.

- Y ¿Eso cómo sería? -Lo reto- Me parece que tienes razón con una sola cosa. –Deavon tensa la mandíbula- Mi cuerpo te responde bien, pero ¿Cómo sabes que mi alma también?

- Touche. –Se ríe rodeando el mesón llegando a mí.

- Al parecer siempre tengo la razón. –Digo riéndome evitando su mirada.

- Así parece. –Se ríe- Eso no quiere decir que no pueda demostrarte que sí estás conmigo.

En un movimiento brusco me toma del brazo bajándome de la silla del mesón atrayéndome a él rápidamente. Su respiración está siendo pausada y trabajosa, me mira fijamente y presiona mi cintura con ambas manos haciendo que mi cuerpo se pegue completamente a él como la pieza de un puzle.

- La comida puede esperar. –Dice en un susurro- Tengo ganas besarte, de recorrer tu cuerpo y hacerlo tan despacio que te duela pidiéndome que te ayude a liberarte.

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