19.- Curación.

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Ayleen tomó las manos de Fiama, quien apenas podía mantener los ojos abiertos.

—Ya verás que todo estará bien— exclamó la princesa; suspiró, cerró los párpados y lentamente, una cálida luz salió de su pecho; Sandro observaba, sabía que ambas princesas poseían poderes, pero nunca había visto en acción los de Ayleen; sólo los de Anelisse, cuando hacía años partió el granero con un rayo.

Fiama cerró los ojos lentamente, sintió que una brisa cálida y reconfortante la envolvía y poco a poco dejó de sentir dolor.

Los segundos parecieron eternos, la preocupación de Sandro crecía cada vez más, pero luego ese sentimiento se esfumó y fue reemplazado por la alegría de ver a su hermana reaccionar. Lo primero que hizo fue disculparse, —lo siento, tienes un hermano muy torpe—, la abrazó con fuerza. Pensó de que no ser por él, Fiama no hubiera tenido que combatir contra los trolls; a pesar de su importante cargo, él sabía que podría llegar a ser algo despistado y descuidado.

Mientras tanto, el chillido de un ave llamó la atención de Ayleen, ella se dirigió al tragaluz de esa habitación que daba a uno de los jardines y pudo ver a Mae en un árbol; recogió su vestido y salió por la ventana. Cuando tuvo al halcón cerca acarició su suave plumaje y tomó la nota que tenía atada a una de sus garras; ambos hermanos miraban a la princesa por ello no se percataron de un ruido peculiar en el suelo, al mismo tiempo que algo debajo de la alfombra parecía moverse.

Una puerta se abrió y alguien conocido hizo su aparición.

—¡Elder!— exclamó Sandro, —¿Cómo llegaste hasta aquí?

—Es una historia que ni se imaginan— respondió, ya que decir que había descubierto a Nabil no sería muy creíble, o eso pensó.

—¡Fiama!— Ayleen interrumpió al llegar nuevamente a través de la ventana; —Mae trajo un mensaje; es para Anelisse.

—Yo se lo llevaré— exclamó el consejero, —ustedes salgan de aquí—, señaló el túnel por el que Elder había llegado.

—No dejaré que vayas solo— refutó Fiama.

—Tenemos que cuidar de las princesas— Sandro apoyó sumano en el hombro de su hermana, —yo iré por Anelisse; no pierdas de vista aAyleen ni un segundo—, ordenó; luego miró al recién llegado; —guíalas porfavor. 


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