14.- Impulsivo.

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Al no encontrar a Irina, Adiel preguntó tratando de mantener la calma —¿Dónde está?

—No lo sé, le dije que nos esperara aquí— explicó Raziel.

—Será que...—Adiel se quedó callado ente sus propios pensamientos; —no lo creo; no puede ser.

—Tranquilo—, intervino Izan tras examinar el área; —no hay rastros de forcejeo, así que puedo asegurar que Irina no fue descubierta ni atacada—; Adiel cerró los puños, sabía lo poco cuidadosa que a veces podía llegar a ser su compañera.

Transcurrió un tiempo considerable y ante la mirada de los hermanos, el alto y fuerte guerrero no dejaba de caminar en círculos por todo el lugar, hasta que el rechinido de la puerta se escuchó y segundos después Irina apareció frente a ellos.

—Tenían razón— exclamó dirigiéndose a Raziel; —Kam planea...

—¿En qué estabas pensando?— exclamó molesto Adiel interrumpiéndola; —¿Por qué no esperaste?

—Pp-pues porque es mejor ir sola— titubeó Irina, ya que el reclamo de su compañero la tomó por sorpresa; —pensé que así sería menos peligroso— explicó; Izan entendió a la perfección, ya que sería incómodo que dos o más personas dependieran del don de ella para entrar al castillo.

—¿Qué hubieras hecho si te descubrían?— preguntó Adiel.

Irina sonrió con un gesto algo confiado, —no seas pesimista, eso no suced... — no terminó la frase ya que Adiel la tomó del antebrazo y la zarandeó para que borrara esa expresión orgullosa.

—¡¿Qué diablos te sucede?!— el rostro de la pelirroja tomó un tono similar al de su cabellera y no era precisamente por el dolor, ya que Adiel no había usado ni la milésima parte de su fuerza; Irina estaba furiosa por haber sido tratada de esa forma, sobre todo frente a los hermanos.

—¡No ves que nos preocupas a todos!— argumentó ya casi fuera de sus cabales mientras se acercaba peligrosamente a Irina.

—¡Ya basta Adiel!— Izan se interpuso entre los dos; —no puedes ser tan agresivo— exclamó empujándolo por los hombros; Raziel también decidió intervenir y tomó a Adiel por las muñecas y las junto; de inmediato, una gran roca semitransparente y fría apareció en forma de grilletes aprisionándolo.

La baja temperatura en sus manos le hizo sentir el impulso de liberarse, y no habría sido problema romper aquel hielo, pero al ver la expresión de Irina cayó en la cuenta de lo que había hecho.

Adiel, no seas tan impulsivo, piensa las cosas antes de actuar, ¿de acuerdo?... ¿Ves? En seguida tienes un argumento; ojalá eso no te haga perder algo valioso... Espera, toma las cosas con calma y verás como todo sale mejor.

Aquellas palabras resonaron en su cabeza. ¿Por qué demonios Sandro siempre tenía razón?


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