24.- Ayuda.

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En la mirada de Irina se podía percibir el miedo y la desesperación; se encontraba bajo la larga mesa del salón principal, arrastrándose sobre sus antebrazos, tratando de escapar de un corpulento ser de piel verdosa; mientras avanzaba, el gigante rompía la mesa justo de tras de ella. Cuando estaba a sólo unos centímetros de distancia, Raziel apareció frente a la guerrera, la tomó de la mano y se la llevó.

—Debemos darnos prisa en hallar a la princesa— exclamó él una vez que se encontraron en otra habitación, fuera de peligro.

—No es necesario— Sandro apareció por las escaleras; —Adiel se encargó de ello.

—Entonces no tiene caso permanecer en este lugar— intervino Raziel, tomó a los otros dos del antebrazo y se teletransportaron.

...

—¡Sandro!— Fiama llamó a su hermano al verlo aparecer bajo los últimos rayos del sol; —¿Te encuentras bien?—, lo tomó de los hombros para darle la vuelta y revisarlo.

—Elder, ¿E Izan?— preguntó Raziel —¿No me digas que está en el castillo?

—No; él y la princesa están con su alteza Anelisse—, señaló un frondoso árbol a unos metros, donde Ayleen se encontraba auxiliando a su hermana.

—¿Dónde está Adiel?— interrumpió la guerrera.

—Entró por ustedes— contestó Fiama; —pensé que regresarían juntos.

Irina miró hacia el castillo, de repente un aterrador gruñido se escuchó y, luego, un golpe seco, tan fuerte que hizo que el suelo se estremeciera.

—Debemos regresar inmediatamente— exclamó; estaba a punto de dar el primer paso hacia aquella construcción cuando Sandro la detuvo.

—¿Y qué harás para ayudarle?— cuestionó. Pero ella le ignoró y se dirigió hacia el castillo.

...

Ayleen abrazó a su hermana al ver que parpadeó un par de veces antes de abrir los ojos; la princesa se hallaba recostada sobre el césped con la cabeza sobre el regazo del guerrero.

—Me tenías preocupada— declaró la menor.

—Lo... lo siento— contestó al momento que se incorporaba; luego miró a Izan.

—Me alegra que se encuentre mejor— dijo el guerrero al momento que le dedicaba una cálida mirada y leve reverencia; la monarca asintió con la cabeza confirmando para sí misma una vez más que había extrañado aquel rostro pero que no se arrepentía de haber mandado lejos.

—Tenemos que hacer algo pronto— dijo Ayleen; —esas cosas no tardarán en salir.

...

—¡Calma Irina!— gritó Sandro al tomarla por la retaguardia; cruzando un brazo sobre el abdomen de la pelirroja y tomando su muñeca aplicando una especie de candado en la espalda para detenerla.

—¡Detente!—, exclamó Raziel, pero la nombrada en un ágil movimiento se liberó y corrió hacia el castillo; una vez que se encontró frente a la enorme puerta principal se detuvo por unos segundos a observar la construcción; luego ante la mirada de asombro de todos comenzó a escalar para llegar a hasta una de las ventanas del tercer nivel.

—¡Irina!— gritó el monarca, quien llegaba con su hermana e Izan; —¡Regresa inmediatamente. Es una orden!— pero la mano de Izan sobre su hombro le hizo detener su regaño.

—¿Cómo está la situación dentro?— indagó dirigiéndose a Raziel.

—Son diez, y están fuera de control; emergen de un gran agujero que se encuentra en el salón principal—, ése era el gran equipo que formaban, Raziel era muy observador y tenía una excelente memoria, de ello dependían las brillantes estrategias del mayor.

—Bien, entonces este es el plan... — anunció Izan tras unos segundos.

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