Por la tarde, cuando el sol empezaba a ocultarse; tímidamente y algo nerviosa, Ayleen decidió salir de su habitación, deseando que aquello hubiera sido una terrible pesadilla. Sin embargo sucedió todo lo contrario; estando en el pasillo, el suelo comenzó a temblar y los floreros y cuadros vibraron hasta que cayeron.
La princesa sintió un tirón en su brazo derecho que la obligó a ponerse de cuclillas; era Fiama que la arrastraba hasta colocarla junto a ella, debajo de una mesa en la cual antes había una enorme vasija de ornato.
Ambas miraron hacia la planta baja del castillo, el suelo de la recepción principal comenzó a agrietarse hasta que se hizo un gran agujero y de él salieron un par de trolls.
—¡Sandro!— gritó Fiama al ver que su hermano salía algo distraído de una de las habitaciones quedando casi frente a frente con una de esas criaturas.
Sin embargo, el troll no le pudo poner ni un solo dedo encima al despistado consejero, ya que desde donde estaba, Ayleen hizo uso de su segundo don; creó un campo de fuerza para proteger a Sandro.
De inmediato Fiama salió de su escondite y tomó una de las espadas que anteriormente se encontraba colgada en la pared como un trofeo más, bajó las escaleras para hacerle frente a la criatura ya que sabía que Ayleen era una inexperta con el campo de fuerza y no aguataría por mucho tiempo.
La ama de llaves era muy hábil con las armas, ella era quien enseñaba a la princesa y en algunas ocasiones practicaba con Irina y Raziel; sin embargo dos trolls eran demasiado, y la situación empeoró cuando de aquel agujero en el suelo salieron unos cuantos más; algunos se unieron a la pelea, y otros se perdieron por el enorme castillo.
—¡No!— gritó Ayleen al momento que sus ojos tomaban una apariencia cristalina; no cabía duda que tanto Sandro como Fiama daban una buena batalla, pero en un descuido esta última recibió un fuerte golpe en las costillas y fue lanzada sobre una mesa de cristal que se hizo añicos por el impacto.
La princesa salió debajo de aquella mesa y se dirigió hacia las escaleras, pero debido a la distancia Sandro llegó primero; se desplomó para colocar la cabeza de su hermana sobre sus muslos y se hizo un ovillo tratando de protegerla.
Y justo cuando un troll estaba a punto de estrellar su garrote sobre ellos, todo se detuvo, pareció congelarse.
—Su alteza— Sandro miró hacia las escaleras, era la mayor de las princesas quien había detenido el tiempo, quedando sólo en movimiento Ayleen, los hermanos y la misma Anelisse.
—¡Fiama!— gritó la más joven al llegar a su lado y la tomó de la mano.
—Rápido, saben que no funcionará por mucho— indicó Anelisse.
Con sumo cuidado, Sandro levantó a Fiama y junto con la princesa se encerró en una de las habitaciones; por su lado, Anelisse se apresuró a bloquear todas las puertas del castillo, no iba a permitir que las criaturas salieran y ocasionaran destrozos en el pueblo.
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Cacería
FantasyEn las fantásticas tierras de Angae, el reino de la dinastía Sol parecía estar en problemas. Con el rumor de que los hermanos Izan y Raziel habían sido exiliados por traicionar a la corona, los guerreros Adiel e Irina se sorprenden cuando son enviad...