treinta y cuatro

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SIN EDITAR

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Las paredes estaban pintadas de púrpura y rojo, y Louis odiaba esos colores.

Skylar se dejó caer junto a él en el sofá y lo miró de reojo con desgana; no cambiaría el color de las paredes de su apartamento porque a su mejor amigo le hubiese entrado un odio súbito e irracional hacia esos colores. Le dio un toque en el muslo con el dedo índice.

―¿Qué? ―preguntó Louis.

―Deberías acostarte.

―No tengo...

―Ya sé que no tienes sueño, pero necesitas descansar.

Harry cruzó el umbral de la puerta que daba al salón, iba descalzo y se había puesto una camiseta que Skylar le había dejado. Louis también llevaba una de sus camisetas. Tuvieron suerte de que a Skylar le apasionara dormir con ropa exageradamente grande. En la camiseta de Harry había un dibujo estampado de un osito con dientes de vampiro y manchas de sangre en las orejas y en el estómago.

―¿Y Luna?

―Cepillándose los dientes―contestó Harry. Dirigió su mirada a Louis, que lo miraba a él como si no lo hubiese visto en años. Tenía esa mirada clavada en él... Esa mirada que uno pone cuando siente una admiración indescriptible por algo o por alguien, por una obra de arte, por algo que le inspira. Esa mirada que lo delata todo y aun así no dice nada. ―¿Vienes a la cama?

Louis negó con la cabeza muy lentamente y le pidió que se sentar.

Skylar arrugó el entrecejo y seguidamente puso los ojos en blanco.

La locura de Louis sigue en modo on.

Esperaron a Luna, y cuando la chica apareció y se sentó sobre la mesita entre el televisor y el sofá con una taza de té entre las manos, Louis dejó caer otra bomba.

―No ha terminado. Hemos de... He de volver al bosque.

Inmediatamente Skylar se puso en pie; las facciones duras y la mirada afilada.

―No―exclamó―. No pienso tolerar una sola palabra más sobre ese tema, y menos ahora. Deberíamos estar acostados y no esperando a ver a quién se le ocurre la idea más alocada para llevar a cabo mañana. Estoy cansada, Louis. Me importa una mierda si tu no lo estás, aunque creo que tu mente te pide a gritos que te olvides de todo por al menos unas miserables siete horas de sueño. ¿Qué es lo que te pasa, Louis? ―se dio golpecitos en la sien― Duerme, por favor. Descansa. Ya ha pasado lo peor. Olvídate por unos instantes de que es peligro estar ahí fuera. Estas a salvo, estás aquí, nos tienes a tu lado. ¡Olvídate de que existe la magia!

―Skylar, para, por favor―le pidió Harry con tono calmoso.

―Harry, ¿no lo entiendes?

―Lo entiendo―afirmó―. Te entiendo a ti y entiendo a Louis.

Skylar se llevó una mano a la frente y negó.

―Lo siento, Louis. Yo no puedo comprenderte. Por primera vez en mi vida―se abrió una grieta en su corazón― no puedo comprenderte...

¿Y qué era Peter Pan sin su Campanilla?

―Chicos―interrumpió Luna sin soltar la taza caliente―, pensemos con calma. No nos alteremos. Seamos... un poco racionales, ¿sí? ―paseó la mirada de uno en uno― Deberíamos dormir, pasar la noche en calma, y mañana seguir con esto. ¿No es lo más lógico?

Mariposas Perdidas | Louis & HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora