Mariposas Perdidas | Louis & Harry

veinticuatro

Skylar llevaba diez minutos sentada sobre la barra dando golpes con el talón de las botas contra la madera cuando Luna, cansada de escuchar los cansinos y repetitivos topetazos, la cogió de la muñeca y tiró bruscamente de ella. Skylar se tambaleó al poner los pies en el suelo y tardó unos segundos en estabilizarse.

―¡¿Quieres matarme?!

―Tu terminarás matándome a mí si sigues con esos jodidos golpecitos. ¿Puedes tranquilizarte, por favor? Harry llegará en cualquier momento.

 ―Sólo quiero ver a Louis. Hasta entonces tendrás que aguantar mis nervios.

―Genial―Luna alzó los brazos, miró hacia arriba y los dejó caer con un bufido cansino.

Kat las observó desde detrás de la barra mientras pasaba un trapo seco sobre el granito. Skylar siempre había sido muy protectora con Louis, Kat lo supo desde el momento en que los vio a los dos entrar por la puerta aquel día, hacía casi dos años. Tenían la misma edad. No sabía mucho de su pasado como amigos, ni siquiera sabía cómo o donde se habían conocido, pero en el tiempo que llevaban allí cualquiera que prestara un poco de atención podría darse cuenta de lo mucho que se importaban el uno al otro. Siempre estaban pendientes de lo que hacían. Cuando Louis se encontraba sobre el escenario Skylar lo observaba con admiración (a pesar de que una parte de ese trabajo fuera degradante para Louis) y a la vez se encargaba de que nadie se pasara de la raya con él, y cuando Skylar tenía que atender a los clientes que reclamaban su atención, Louis era el que no le quitaba el ojo de encima. Qué a nadie le pasara por la cabeza la idea de ponerle una mano encima a su mejor amiga, porque, aparte de que ella misma se encargaría de repartir un buen par de golpes, Louis iría detrás para enseñar modales a esos desgraciados.

Ese día la situación era diferente, y por lo que veía a través de los ojos de Skylar, peor. Louis no estaba allí. No había aparecido en todo el día, y a pesar de que la chica le había contado que habían estado juntos la noche anterior y esa mañana (no había dado más detalles), ahora no hacía más que llamarlo al móvil y moverse inquieta de un lado a otro del local.

Kat era una mujer dura y a primer ojo muy fría, pero conocía a Skylar y a Louis como si fueran de su misma sangre. No le gustaban los sentimentalismos ni la confianza extrema, pero si sus empleados mostraban signos de angustia y desesperación, había de hacer algo de inmediato para cambiarlo. En su bar no estaba permitido sentir nada más que no fuera alegría, pasión, diversión y adrenalina.  

―Princesas.

Ambas chicas se voltearon.

Kat dejó sobre la mesa dos vasitos cargados de whisky hasta arriba y las miró con un gesto alentador para que bebieran.

Luna dejó el vaso vacío de un solo trago. Skylar le echó una mirada y lo ignoró.

―Skylar...

―Debería estar buscando a mi mejor amigo, no emborrachándome―rugió.

Un hombre que rondaría la cuarentena de años, corpulento y de pelo canoso, se acercó a la barra, inerme, y se apoyó de tal manera que era evidente lo que buscaba.