No iré a ver a los Blest, por ello puede que mi vida pueda cambiar para bien o para mal.
Al día siguiente Iris y yo estábamos hablando de su vida, hasta que saque otro tema.
—Hey Iris, ¿vendrás al concierto de piano?
—Yo quiero pero... Habrá otro concierto y ya sabes cuál...
—Oh, si no puedes venir lo entiendo, ¿me acompañas a comprar un vestido?
—¡Claro, de compras!—dijo mientras daba saltitos de emoción.
Iris me encanta, ojalá pueda ser como ella, igual de optimista aunque lo haya pasado mal. Yo en cambio soy todo lo contrario.
—Pues vamos—dije mientras la miraba con cariño y a la vez tristeza.
Iris me recuerda al pelirrojo, como que son primos. Ella es alegre y divertida, y Castiel es... Castiel. Su cabello pelirrojo y piel clara y blanca como la nieve, y solo se les diferencia por el color de ojos. Por lo demás, son exactamente iguales.
Iris y yo fuimos al centro comercial y había una inmensa cola para no sé que. Ambas fuimos a varias tiendas hasta que encontramos lo perfecto para mí, un peto de color rosa claro.
Fui a pagar a la caja y al darme la vuelta me di cuenta de que Iris ya no estaba conmigo. Salí de la tienda y la busque por todas partes menos en esa fila tan larga que había por lo que empecé a buscarla allí. Entre tanta gente costaba distinguir por lo que decidí esperarla en la salida, pero me detuve a ver un cabello rojizo por lo que pensé que era Iris pero me equivoque.