Justo cuando colgué recibí una llama inesperada, que oportuno.
—¿Dígame?—dije.
—Hola pequeña—respondió desde la otra línea.
Maldito pelirrojo, ¿por qué está ahí siempre que estoy mal?
—H-Hola...—dije.
—¿Qué pasa, no esperabas mi llamada a que no?
—La verdad es que no...
—Algo te ha pasado, lo noto en tu voz, vamos dímelo—dijo.
Le conté lo que me ha sucedido hace unos minutos, y no intervino en ningún momento hasta que termine.
—Debes de ir a ver a tu madre, yo volveré el 23 de Diciembre a España, tienes tiempo para visitarla.
—Pero es que yo... No quiero despedirme de ella. No me imagino una vida sin mi madre, despedirme me dolería mucho. Yo la quiero a mi lado, para siempre.
—Y que crees que es peor, ¿que se vaya de este mundo sin ver por última vez a su única hija, o que la vea, y muera en paz?—respondió.
Tiene razón, puede que a mí me duela decirla adiós, pero quizás sea la última vez que la vea y ella me vea a mi, así que iré solo por ella.
—Gracias Castiel... Por ayudarme siempre que lo necesito.
—Ojalá te tuviera aquí para besarte.
—Ojalá, pero dentro de poco nos veremos. Te quiero.
—Lo mismo digo—finalizó.
Al terminar de hablar con él, volví al hotel y cogí mis maletas de nuevo, y puse rumbo a EEUU, otra vez.