Tras horas de avión llegue a EEUU de nuevo. Cogí mis maletas y fui a un hotel, y después a llamar a mi padre.
—Hola, ¿papa?
—Hola hija... ¿Qué ocurre?
—Estoy aquí en EEUU, ¿en qué parte están?
—Washington hija, te esperamos.
Me dio la dirección de donde hospedaban y colgué. Llegue en menos de 2 horas a su hogar, y llame a la puerta, abrió mi madre.
—¡Mamá!—grite emocionada.
Tan solo verla, y me rompí en mil pedazos. Estaba pálida y desprendía un Aura muy triste, que incluso me contagiaba. En todo su cuerpo había cables y oxígeno, no pensé que mi madre estaría así de mal.
Pase a la casa de mis padres, casi no tenía decoración solo lo básico. Me senté en el sofá y ahí vi a mi padre, que estaba escribiendo.
—Papá... Tenemos que hablar.
—Si es por tu madre puede hacerlo aquí delante, a ella no le importa.
Dirigió una mirada a mi madre, a la que ella le respondió afirmando con la cabeza.
—Que le pasa a mama
—Tiene esclerosis múltiple. Está con ayuda de médicos para poder andar bien como antes, pero tiene que hacerse una operación mañana por la mañana—dijo tajante.
Realmente, en el estado que está mi madre ¿podrá sobrevivir a esa operación?
—Mama, debes de ser fuerte a la operación, y sobrevivir para que las dos volvamos a hablar de nuestras cosas como antes, a hacer nuestras tonterías de madre e hija . Sé que nunca has tenido mucho tiempo para mí, pero eso lo he valorado positivamente, ya que querías lo mejor para mí. Esta vez, si quieres verme feliz, quiero que superes la operación y vuelvas a ser como antes, y contarte las millones de cosas que me han pasado en Varsovia. Porque si quieres verme feliz, quiero que tú vivas y seas feliz junto a mi.
Ella no pudo responder, y un montón de lagrimas recorrían sus mejillas. Yo la abrace fuertemente y la susurre más palabras de ánimo y apoyo, para que pueda seguir con vida.
