Lew nos dijo que aproximadamente la máquina del tiempo estaría terminada en un mes. Mientras tanto Daniel y yo íbamos y veníamos de la piscina. Y cómo no, Vanessa siempre tenía que estar allí metiendo las narices. Daniel y ella estaban saliendo y casi ni me hacía caso. Él me acompañaba a la piscina y luego se iba con Vanessa a bañarse, yo me quedaba aburrida en la toalla tomando el sol, leyendo o escuchando música.
-Ya he llegado -dije cuando llegué a casa un día de esos después de venir de la piscina-.
No obtuve respuesta.
-¿Mamá? -la luz de la cocina estaba encendida, así que me acerqué-.
Escuché unos llantos muy bajos, cuando entré en la cocina vi que mi madre estaba sentada y apoyada en la mesa mirando hacia abajo llorando. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, algo malo pasaba.
-¿Qué pasa?
Solamente lloraba, no me contestó.
-¿Qué te pasa? -grité-.
-Tu padre...
-¿Qué pasa con papá?
-Le han asesinado en el trabajo -se le entrecortaba la voz.
-¿Qué estás diciendo? Eso no es verdad... -se me salían las lágrimas, no las pude contener más-.
Salí corriendo hacia mi habitación. Me tiré en la cama, solo lloraba. ¿Cómo podía haber ocurrido aquello?
A la mañana siguiente llamaron al timbre. Fui a abrir. Tenía la cara hinchada y roja de tanto llorar. Era Daniel.
-Hola -se asustó al verme la cara y enseguida preguntó- ¿qué te pasa?
Me puse a llorar. Me abrazó y lloré aún más. Luego pasamos al salón, nos sentamos y le expliqué todo medio llorando.
-Es culpa mía, si la máquina hubiese estado lista hubiera evitado todo esto- dije llorando-.
-No es culpa tuya, es culpa de quien lo haya matado, deja de pensar en eso porque si no va a ser peor -me dijo Daniel con tono tranquilizador-.
-Voy a ir a hablar con Lew, ¿te vienes? Tengo que saber quién ha hecho esa terrible cosa.
-Vale, pero no sé si solucionarás algo...
Salimos hacia casa de Lew. Llamamos al timbre y tardó un poco en abrir.
-Hombre, hola, ¿qué tal?
-Mal.
-Bueno, bueno, y eso ¿por qué?
-Han asesinado a mi padre -dije seria-.
Lew se quedó atónito.
-¿Cómo...? ¿Quién...?
-No lo sé, por eso vengo, para que me ayudes y me digas si está ya la máquina.
-Lo siento mucho... Ahora mismo estaba acabando la máquina. Pasad.
Entramos y nos dirijimos hacia el laboratorio. Estaba todo muy desordenado. Lew enseguida se puso a trabajar y a los pocos minutos terminó.
-¡Ya está!
-¡Bien!, vamos a utilizarla ya.
-Oye, tranquilita, primero tengo que hacer unas pruebas para ver si funciona.
-Eso, no tengas tanta prisa -dijo Daniel-.
Esperamos a que hiciera las pruebas. Me puse nerviosa ya que había terminado y ya la podía probar.
-Ya está, cuando tú quieras.
-Vale... Daniel, ven conmigo.
-Eeem no sé... No creo que sea buena idea... -dijo Daniel dudando-.
-¿Me vas a dejar sola?
-¡No!
-Pues vamos.
-Nerea, ¿estás segura? -me preguntó Lew-.
-¡Sí!
-Bueno, pero, si algo sale mal... -dijo Lew algo nervioso-.
-¡Cállate! Nada va a salir mal.
-¿Y si se estropea y no puedes volver?
-¡Deja de pensar mal! -grité enfadada-, no va a pasar nada.
-Bueno...
Me estaba enfadando cada vez más, no acepté ninguna palabra más y me dirigí hacia la máquina.
-Me voy. Adiós.
Me estaba ya metiendo en la máquina del tiempo. Me estaban gritando qué no me metiera, qué aún no estaba lista y no sé qué cosas más, pero no les hice caso y me metí, pulse algunos botones y la máquina empezó a funcionar haciendo sonidos raros. Dentro de ella me salió una especie de letrero que ponía a la fecha que tenía que viajar. Lew no me había dicho nada sobre eso y me puse a dar golpes en la máquina. Lew y Daniel intentaron abrirla pero no pudieron.
-¿A qué fecha tengo que viajar? -chillé-.
No se escuchaba nada pero entre los ruidos me pareció escuchar algo de un noventa. En el letrero cambié la fecha a 1990.
Empezó a funcionar, salieron colores y muchos ruidos. De repente sentí mucha presión sobre el cuerpo y luego como que me desinflaba y desaparecía.
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Ayúdame...
Science Fiction¿Os habéis preguntado alguna vez como sería viajar en la máquina del tiempo? Esta es una historia de ciencia ficción y romance en el que una chica viaja en la máquina del tiempo para arreglar las cosas.