Capítulo 15

47 7 1
                                    

Al día siguiente me levanté con dolor de cabeza. Me estuvo doliendo todo el día.
Preparé los libros, cuadernos y demás porque al día siguiente ya empezaba las clases.
Daniel y yo seguíamos enfadados así que tendría que hacer nuevos amigos. Esa idea me aterraba ya que soy muy vergonzosa.
Cuando acabé de preparar todo el material que necesitaba, salí a dar una vuelta por el parque que había cerca de mi casa. El paseo me vino muy bien, se me quitó el dolor de cabeza.
Vi que había alguien sentado en un banco. Cuando me acerqué pude observar que era Daniel. Pasé por su lado velozmente.
-¡Eh! ¡Nerea! ¡Espera!
Me paré y esperé a que llegase a donde estaba yo.
-¿Qué quieres? -le pregunté-.
-¿Qué te dijeron tus padres cuando llegaste?
-Qué más te da -le contesté bordemente-.
-Bueno... Solo lo quería saber pero si no me lo quieres decir da igual...
-Pues eso. Adiós.
-Adiós...
Me alejé de él lo más rápido que pude.
Llegué a casa. El encuentro inesperado de Daniel me había puesto nerviosa. Me duché, cené y me fui a la cama temprano.

El despertador sonó. Me levanté hecha polvo. Me preparé y fui al instituto.
En las listas vi que me había tocado en 1°A (de bachillerato), e inafortunadamente Daniel estaba en mi clase. Fuimos a clase y nos sentamos como ordenó la tutora. ¡Me tocó con Daniel! ¿Pero qué pasa? ¿Todo el mundo quiere fastidiarme?
Hoy solo nos explicó cómo íbamos a trabajar y nos presentamos. No le dirigí ni una palabra a Daniel.
Después, nos fuimos todos a nuestras casas. Daniel se empeñó en acompañarme.
-¿Te gusta la nueva clase? -me preguntó-.
-No -dije sin mostrar ningún tono en la voz-.
-¿Por qué? ¿Te parece pequeña o no te gusta la gente?
-La gente. Deja ya esas preguntas.
-Vale.
Llegamos a mi casa.
-Adiós -me dijo-.
Yo entré en mi casa sin despedirme. Subí a mi habitación a dejar la mochila y luego bajé al salón. Estaba sola en casa porque mis padres trabajaban. Me puse a ver una película. Llamaron al teléfono.
-¿Sí? -pregunté nerviosa-.
-Nerea.
-¿Quién eres?
-Daniel.
-Ah... ¿Qué quieres?
-¿Qué te pasa?
-Tú sabras...
-¿Todavía sigues enfadada?
-¡Sí!
-Ah, vale. Entonces... te dejo en paz...
Colgué el teléfono. ¿Para eso llama? Continué viendo la película. Después de una hora, cuando ya había acabado la película, vinieron mis padres.
-Hola, ¿qué tal el primer día de clase? -me preguntaron-.
-Bien.
-Ah, vale.

La primera semana fue igual de aburrida que el primer día de clases. Un día que estaba en el recreo, cansada de estar sola, me acerqué a un chico de clase que estaba sentado mirando hacia abajo. Es un poco más alto que yo, tiene el pelo castaño y los ojos marrones.
-Hola, Tom -le dije sentándome a su lado-.
-Hola -dijo sin mirarme-.
-¿Puedo estar contigo? Es que me peleé con mi mejor amigo y ahora estoy sola...
-Sí -dijo mirándome-.
-¿Tú no estás con nadie?
-No.
Nos quedamos callados. Luego se acercó uno de mi clase que se llamaba Charlie, era el "guaperas" y el "ligón" de todo el instituto. Se metía con los chicos más débiles y ligaba con las chicas. Se pensaba que era superior que los demás.
-¡Hey! ¿Qué pasa? -dijo enseñando sus dientes-.
Tuve que cerrar los ojos porque sus dientes me deslumbraban de lo brillantes que estaban.
-Hola -dije-.
-¿Qué haces con ese? -preguntó despreciablemente-.
-Para empezar ese tiene un nombre. Y estoy con quien quiera estar.
-Bueno, bueno, no te pongas así. ¡Qué desagradable eres!
-¡Qué te vayas! -le grité-.
-¡Qué te den! -me dijo sacándome el dedo-.
Luego sonó el timbre y nos fuimos a clase.
Estuve muy distraída.
-Nerea, te toca leer -me advirtió el profesor de lengua-.
-¿Qué? ¡Ah! -dije sonrojada-.
Leí. Y luego pasaron las clases que quedaban volando.
Cuando llegué a casa mis padres ya habían llegado y estaban discutiendo. Subí a mi cuarto sigilosamente.
Bajé a cenar y empezaron a discutir otra vez, después estuvieron sin dirigirse la palabra.
Me fui a dormir y estuve pensando en las discusiones de mis padres, ¿cómo podía, de un día a otro, peligrar la relación de mis padres?

En el recreo me decidí a hablar con Daniel.
-Daniel... Hola.
-Hola. ¿Qué tal?
-Bien. Eeem... Lo... Lo siento... No te tendría que haber tratado tan mal este verano, todos estábamos nerviosos y tensos... Perdóname.
-Estás perdonada -me dijo sonriendo-.
Me abrazó y me ruboricé. Echaba de menos que me abrazara y me sonriera.
-¿Quieres estar con Tom y conmigo? -le pregunté todavía colorada-.
-Por supuesto.
Tom se estaba bebiendo su zumo. Charlie vino, cogió su zumo, lo tiró al suelo y lo aplastó empapándole. ¿Por qué lo había tomado con Tom?
-¡Charlie, tío, vete ya por ahí! -le grité-.
-¡Uy!, perdóneme, señorita desagradable, no la volveré a molestar -dijo haciendo que sus amigos se riesen-.
Daniel le dio un puñetazo en la cara. Me tapé la boca con las manos y abrí los ojos como platos. Todos las personas que estaban en el patio se pusieron en un corro a nuestro alrededor y gritaron: ¡uuuoooh! ¡Pelea, pelea, pelea!
Charlie le dio una patada a Daniel en la tripa y Daniel tres puñetazos más en la cara. Charlie empezó a sangrar por la nariz y por el labio. Vinieron dos profesores y se llevaron a Daniel y a Charlie. Después, una profesora nos llevó a Tom y a mí a explicar lo que había sucedido.
-Lo siento, Daniel, pero tu has empezado a agredir, te llevas el parte. Y tú Charlie castigado toda la semana sin recreo.
Daniel solo asintió mordiéndose el labio inferior porque si no iba a decirles a todos unas cuantas barbaridades. ¡Todo era muy injusto!

Mis padres estuvieron toda la semana discutiendo.
-¡Firma esta mierda! -gritó mi padre a mi madre-.
Mi madre lo firmó sollozando. Me asomé por la puerta y en ese justo instante salió mi padre por la puerta.
-Adiós, hija -dijo basándome en la mejilla- te quiero.
No me dio tiempo a asimilar lo que estaba pasando. Salió con una maleta.
-¿Qué? -pregunté atónita-.
Mi madre me enseñó la réplica de los papeles. Eran los papeles de divorcio. Salí corriendo a mi habitación.
Al día siguiente estuve en todas las clases llorando silenciosamente con la cabeza hacia abajo apoyada sobre mis brazos cruzados.
-¿Qué te pasa? -me preguntó Daniel mientras volvíamos a nuestras respectivas casas-.
-Prefiero no hablar del tema...
-Vale. Cuando te sientas mejor hablaremos, si quieres.
Nos abrazamos durante un largo rato.
Estuve deprimida durante varias semanas más.

Ayúdame...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora