Capítulo 16

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-¡Hoy tenemos invitados! -dijo alegre mi madre- Así que arréglate.
-¿Quién viene? -pregunté con tono aburrido-.
-Pues verás, estoy saliendo con un chico y va a venir a cenar. Va a venir también su hijo-.
-Eeem, ¿qué? ¿Tienes novio? ¿Y va a venir su hijo?
-Síiiii, síiiii.
-¿Tiene mi edad su hijo?
-Sí, creo que sí.
-Aaah. ¿A qué hora vienen? -pregunté apresuradamente-.
-Pues si son las seis, pues dentro de dos horas, a las ocho.
-¡Ah! Ya me prepararé a las siete y media. Todavía es muy pronto -dije sin entusiasmo-.
Me fui a mi cuarto y cuando dieron las siete y media me di una ducha. Luego me puse un vestido azul que me llegaba por las rodillas, me maquillé un poco sin exceso y bajé abajo mientras me ponía unos pendientes.
-¿Así te sirve? -le pregunté a mi madre que estaba preparando la cena-.
-Tampoco era necesario que te arreglases tanto.
Sonó el timbre y fui a abrir la puerta.
-¿Daniel? -pregunté sorprendida y a la vez confusa-.
-Hola -dijo cabizbajo-.
-Hola, tú debes de ser la hija de Laura, soy Rick. Y veo que Daniel y tú ya os conocéis.
Me dio dos besos.
-Yo soy Nerea.
Daniel y yo también nos dimos dos besos. Apareció mi madre.
-¡Hola! -Rick y ella se dieron un corto beso y Daniel y yo nos miramos-.
Mi madre dio dos besos a Daniel.
-Una cosa Nerea, apartir de hoy se quedan a vivir. Y ya veremos cuando nos casamos -dijo sonriendo-.
-¿Qué?, -grité perpleja de enfado- ¡estás yendo muy deprisa!
-Tranquila hija, si ya lo has superado...
-¡No, no lo he superado! Y Daniel y yo nos vamos arriba un momento, ahora bajamos.
Cogí a Daniel del brazo y subimos a mi habitación.
-¿Desde cuándo lo sabes? -le pregunté enfadada-.
-Desde esta tarde, antes de venir -le miré con cara seria-, ¡te lo juro!
-Es que yo todavía... -dije entrecortadamente sollozando- todavía no estoy preparada.
-Te entiendo, apenas recuerdo como era mi madre antes de morir. Mi padre solo me dice: era la más hermosa. Nunca ha querido enseñarme ninguna foto de ella. Me duele que se vaya a casar; él me dijo que prometió a mi madre que no se casaría con nadie más.
Le miré con cara de lástima.
-Bueno, ya está bien de tanto llorar -dije secándome las lágrimas-, vamos a cenar.

Bajamos y cuando entramos al salón Rick y mi madre se estaban besando. Se dieron cuenta de que los mirábamos y pararon.
-Voy a servir la cena -dijo mi madre sonrojada-.
Puse la mesa rápidamente y los chicos y ella fueron sacando los platos con la cena. Había paella. ¡Qué rica!
-Te ha salido muy bien -dijo Rick guiñándola el ojo-.
Mi madre se ruborizó. Terminamos de cenar y mi madre y Rick se sentaron en el sofá a ver la tele.
-Voy a por las maletas al coche -le anunció Daniel a su padre-.
-Vale hijo, trae también la mía.
Fui con Daniel a ayudarle. Metimos las maletas dentro de casa, Daniel cogió la suya y le dirigí a su nueva habitación.
-Voy a desmaquillarme y a cambiarme de ropa y luego te enseño los demás cuartos -le dije cansada-.
-Vale.
Me desmaquillé y me cambié de ropa. A continuación, llamé a la habitación de Daniel.
-¿Puedo pasar? -pregunté-.
-Sí.
Estaba con la camisa desabrochada. Me sonrojé.
-¿Te enseño la casa?
-Sí, vamos.
Salimos de su cuarto.
-Esta es la habitación de mis padres... digo, de mi madre.
Le enseñé el cuarto de baño, otra habitación, la cocina y mi habitación. Y allí nos quedamos.
-¿Te gusta?
-Sí, es bastante... acogedora.
Le sonreí.
-¿Te importa si duermo hoy contigo? -me preguntó-.
-Em... No... -me volví a sonrojar-.
Hubo un largo silencio, fue muy incómodo y estuve inquieta.
-Ahora vuelvo, espera aquí un minuto -le dije a Daniel-.
Bajé al salón para decirle a mi madre que ya nos íbamos a acostar. Me paré en seco, ya no se lo iba a decir, se estaban besando otra vez. Di media vuelta y volví a subir.
-¿A dónde habías ido?
-A ningún sitio...
Me metí en la cama y me senté.
-¿Quién te cae bien de clase? -le pregunté-.
-Tú.
Me quedé mirándole y me empecé a reír.
-Y, ¿ya está? -dije sin parar de reír-.
-Sí -contestó serio-.
-Y, ¿quién te gusta?
-¿Qué preguntas son esas? -preguntó incómodo-.
Me tumbé y me giré. Daniel se fue y al minuto volvió con los pantalones del pijama puestos, sin la camiseta. Se metió en la cama a mi lado y apagó la luz. Él miraba hacia arriba y yo me giré para verle, la luz de la luna brillaba como nunca antes.
-¿En qué piensas? -le pregunté-.
-En -hizo una breve pausa y añadió- ti.
Me ruboricé. Me dormí.

Me desperté, la brillante luz del sol entraba en la habitación deslumbrándome en los ojos. Daniel seguía dormido con la cabeza vuelta hacia mí. Me puse a reflexionar; me gustaba, me lo decía mi corazón. Me comporté mal con él, no se lo merecía. Tiene un gran corazón. Si se comportaba de una forma un tanto peculiar, no era porque fuese raro sino porque necesitaba amor. El amor que su madre no pudo darle y su padre no le ha dado. Era muy cariñoso, simpático, amable, honesto, todo lo bueno que se podría decir. Las chicas solo se fijan en él por su físico. Yo me fijo en algo más, en su interior. Alguien me dijo una vez:
Si te gusta alguien por su físico no es amor, es deseo.
Si te gusta alguien por su inteligencia no es amor, es admiración.
Si te gusta alguien por su riqueza no es amor, es interés.
Si te gusta alguien y no sabes por qué, eso es amor.
Abrió los ojos lentamente y me miró sonriente. Le respondí la sonrisa. Me dieron impulsos por besarle pero no lo hice, tenía que esperar el momento adecuado. Pero puede que cuando lo haga ya no le guste.
Me levanté de la cama, el corazón me latía fuerte y rápidamente.
-¿Quieres desayunar ya? -le pregunté-.
-Vale.
Bajamos a la cocina. Rick rodeaba la cintura de mi madre con sus brazos. Me decepcionaba que fuesen a casarse. Nunca imaginé que todo esto fuera a ocurrir. Todo tenía que ser una pesadilla, me pellizqué el brazo. Tuve que contener el grito, me había hecho daño para nada, no despertaba.
-¿El desayuno está listo? -pregunté entrecortadamente-.
-Casi, -respondió mi madre- ve poniendo la mesa para los cuatro.
Pusimos la mesa entre Daniel y yo. Después, nos sentamos. ¡Había tortitas!
-Nerea, Daniel, tenemos una fantástica noticia que daros -anunció mi madre-.
Eso tenía mala pinta, la noticia no me iba a gustar.
-¡Nos casamos este fin de semana! ¡El sábado que viene!-gritó enseñando su anillo de compromiso-.
Abrí los ojos como platos, no podía formular ni una sola palabra.
-Aaah... -dijo Daniel cabizbajo-.
-¿No os ha gustado la noticia? -dijo Rick frustrado-.
-¡Pues no! -logré decir-.
-Pues si no queréis que nos casemos nos da igual -dijo mi madre bordemente-, no necesitamos la opinión de dos mocosos.
Me levanté bruscamente cogí el plato y el vaso y los tiré al suelo al lado de Rick y mi madre. Me fui corriendo a mi cuarto. Me vestí, me lavé los dientes y me peiné. Luego, me lavé la cara para despejarme un poco.

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Espero que os esté gustando.
♥¡Feliz Navidad!♥

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