Capítulo 2

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Me enteré de que habían quedado hoy a las 18:30 entonces, supuse que él iba a ir a su casa. Me escondí detrás de unos arbustos de al lado de su casa y esperé a que saliese.
Salió de su casa, iba con unos vaqueros y una camisa, como siempre. Le fui persiguiendo, ocultándome detrás de los objetos que había, hasta que llegó a casa de Vanessa.
Llamó al timbre y Vanessa salió. Iba demasiado elegante, ¿qué se pensaba, qué iba a una boda?
Llegaron a un restaurante italiano. Me asomé por la ventana, vi que habían pedido una pizza.
Me senté en el bordillo a esperar un poco mientras cenaban pero cuando quise mirar ya no estaba sentados, miré hacia la puerta y ahí estaban. Me puse colorada.
-Nerea... ¿qué haces?
-Yo... -no sabía qué responder-. Eeeeh... Pues yo...
-No sabía que ibas a caer tan bajo, ¡espiarnos!
-Yo no...
-¿Tú qué? ¿Sabes?, si vas a estar celosa, lo mejor es que no seamos nunca más amigos. No me vuelvas a hablar -me destrozaron esas palabras, ¡no podía creer lo que había dicho-.
-Pero... -no me hicieron caso y se fueron.
Se me escapaban las lágrimas. Me quedé ahí quieta durante un rato y al percibir que la gente me miraba me fui a mi casa.
No cené, se me quitaron las ganas. Tenía un horrible dolor de cabeza, me tomé un ibuprofeno y me acosté. Tampoco pude dormir casi. Seguía sin poder creer lo que había sucedido.
A la mañana siguiente, en el instituto, me seguía doliendo la cabeza. Las palabras que me dijo ayer Daniel vinieron de nuevo a mi mente, todavía no me podía creer lo que había pasado la tarde anterior.
Vi a Daniel con Vanessa, cómo no. Y decidí ir a saludarle, esperaba que se le hubiese quitado el enfado.
-Hola.
Pasaron de mí.
-Si que te lo has tomado en serio.
-¿Te puedes ir? -me dijo con un tono de enfado-.
-No, no me voy a ir. ¿Te molesto? Puedo estar donde quiera.
-Pues mira sí, me molestas mucho, -esas palabras me dolieron- pero ya que tú no te vas, nos vamos nosotros.
-¡No! Tenemos que hablar...
-No tenemos nada de qué hablar.
-Sí, por favor... tengo que decirte algo...
-Espera un poco -le dijo a Vanessa-.
Daniel vino conmigo. Le pedí perdón. Luego le conté una cosa que me había sucedido justo después de la discusión: cuando volvía a casa algo o alguien me empujó, cuando me dila vuelta no había nada.
-¡Tú estás loca! -exclamó-.
-No, enserio, tienes que creerme, algo me empujó.
De repente algo o alguien me empujó. Me caí.
-¡Aaaay!
-¿Qué haces?
-¿Como que qué hago? ¡Algo me ha empujado!
-Eeeemmm... Bueno ya pensaremos qué hacer en vacaciones, estamos casi en verano.
-Vale.
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