Al día siguiente cuando me desperté, Luke estaba sentado en mi cama mirándome. Me había traído el desayuno a la cama. Le sonreí y le di las gracias. Estuvo ahí viendo como desayunaba y ya empezaba a incomodarme. Cuando terminé me retiró rápidamente la bandeja y se sentó aún más cerca. Me miraba fijamente y yo apartaba la mirada.
-Nerea...
-¿Qué?
-Yo...
Se empezó a acercar y cuando ya casi rozaba mis labios me aparté.
-¿Qué haces? -le grité nerviosa-.
-Lo... lo siento... Yo no sé...
Se levantó, cogió la bandeja y se fue. Me quedé con la mirada fija en la puerta pensando qué había pasado. Me levanté me vestí y me preparé. Cuando bajaba las escaleras escuché a Russell discutiendo muy fuerte por teléfono. Me escondí detrás de la puerta a escuchar. Hablaba con el tal Javier ese sobre una apuesta que había perdido, decía que no era justo y que le mataría algún día por lo que hizo. Colgó bruscamente y se dirigía hacía la puerta con pasos fuertes. Salí corriendo e hice como si viniera de arriba.
-Buenos días -le dije a Russell con una sonrisa en la cara-.
Russell pasó de largo, ni siquiera dijo hola, era como si no hubiera advertido mi presencia. Como no tenía nada que hacer me fui a la sala de juegos y me puse a jugar a un solitario en una mesa de madera que había. Russell rompió el silencio.
-¿Qué haces aquí?
-Jugar.
-¿Por qué estás en mi mesa?
-Porque no quería sentarme en el suelo...
-¡Fuera de ahí!
-Sí, sí...
Me levanté y me fui a la mesita del salón. ¿Por qué me había echado de esa forma? Algo tiene que haber en esa mesa que esté ocultando...
Luke entró al salón pero se quedó parado en la puerta sin saber si entrar o salir.
-Hola -dije-.
-Ho... hola... Eeeh... Siento lo de antes, yo...
-No pasa nada -le dije sonriendo-.
Él me devolvió la sonrisa.
-¿Quieres que demos una vuelta por ahí?
-Vale.
Me levanté y me dirigí a donde estaba pero de repente Russell apareció de algún sitio y se puso en medio.
-¿A dónde vas?
-Me voy con Luke a dar una vuelta...
-¿Alguien os ha dado permiso?
-No.
-Pues os quedáis aquí.
-¡Hala no! -gritó Luke-.
-¡Hala sí! -le dijo Russell desapareciendo por el pasillo-.
-Mi padre es imbécil, no hay quien lo soporte... -dijo suspirando.
-¡Luke! -chilló Russell- te he oído. Ven que te voy a zurrar.
-¡No! -replicó Luke.
A los cinco segundos apareció Russell con su cinturón en la mano y empezó a perseguir a Luke por todo en salón hasta que le consiguió dar. Me quedé boquiabierta. ¡Qué borde estaba hoy Russell! Salí corriendo hacia mi cuarto.
-¿Eh a dónde vas? ¡Vuelve aquí! -gritó Russell-.
No le hice ni caso y me encerré en la habitación, Russell me pisaba los talones y en cuanto cerré la puerta, empezó a aporrearla.
Estuve un buen rato haciendo fuerza para que no la abriera. Cuando ya parecía que se había ido salí y ahí estaba de pie en frente de la puerta pero esta vez con una escopeta. Me apuntó con ella.
-La próxima vez que vuelvas a hacer lo que te de la gana en esta casa, te mato.
Y se fue. Me quedé paralizada con un nudo en el estómago. Nunca imaginé que iba a perder la vida de esa manera. Temblando, decidí ir abajo, y cuando bajaba Russell se iba.
-Voy a un sitio, en un para de horas vuelvo. Como vuelva y no os vea aquí... -cerró la puerta-.
Ese era el momento en el que debería ir a registrar la mesa de madera de la sala de juegos.
-Luke... ¿estás bien? -le pregunté-.
-Sí, no ha hecho tanto daño como esperaba.
-Ah, ¿te quieres venir a registrar su mesa de madera de la sala de juegos?
-Vale.
Llegamos a la sala pero la puerta estaba cerrada con llave, este Russell es muy listo.
-Está cerrada - dijo Luke-.
-Sí... Espera... Creo que tengo una horquilla, puedo abrir la puerta con ella.
-¡Bien!
Estuve un rato intentándola abrir hasta que lo conseguí. Fuimos derechos hacia la mesa. La registramos y había una pistola, una carta y un cheque de 4500 dólares, la leímos:Hola Javier,
No ha sido justo como ganaste esta apuesta. Ya ni recuerdo porque empezamos esta tontería. Tengo "tus" 4500 dólares en cheque pero no te los voy a dar ya que esa apuesta solo era una chorrada sin sentido. Y como el dinero es mío, me lo quedo.
Como se te ocurra robarme el dinero te juro que algún día te mataré a ti y a tu familia.
Hasta pronto,
Russell
Cada vez pensaba más que Russell era quien había matado a mi padre, todas la pruebas que tenenos por ahora encajan, y Russell últimamente se comporta de una forma muy rara y sospechosa.
Luke y yo nos miramos sorprendidos, no se podía creer que su padre fuese capaz de eso.
-Mi padre está loco.
-Luke hay algo que tengo que contarte...
Sonó el timbre.
-Luego me lo cuentas.
Asentí. Luke fue a abrir. Pensabamos que era Russell pero no.
-Hola -le dijo Luke-.
-Hola -dijo el chico-.
La voz era muy familiar y fui corriendo a ver quien era.
-¡Daniel!
-¡Nerea! Qué alegría que estés bien -nos abrazamos-.
-¿Os conocéis? -preguntó Luke-.
-Sí, es un amigo... -le contesté- ¿por qué has tardado tanto en venir a por mí?
-Es que la máquina se estropeó y la tuvimos que arreglar.
-¿Qué máquina? -preguntó Luke confuso-.
-Vamos al salón y te explicamos todo.
Nos sentamos todos en el sofá y empecé a relatarle mi historia. Cuando terminé Luke habló confuso y a la vez entusiasmado.
-¿La máquina del tiempo? ¡Oh, ya existen! ¡Me tenéis que llevar con vosotros!
Nos reímos.
-No creo que tu padre te deje...
-Da igual, yo hago lo que me dé la gana.
¡Voy a cerrar la puerta de la sala de juegos! -exclamé- no quiero que venga Russell y la encuentre abierta. La cerré y en ese preciso momento la puerta se abrió bruscamente y apareció Russell.
-¿Quién es ese muchacho? -preguntó-.
-Un amigo... -empezó a decir Luke-.
-¡Mentira! -soltó Russell- ¡Tú no tienes amigos! ¡Eres un marginado!
Daniel y yo nos quedamos con la boca abierta. Era muy fuerte lo que había dicho, Russell ya se estaba pasando. A Luke se le escapaban las lágrimas.
-Señor yo... me he perdido... ¿Puedo quedarme en su casa? -preguntó tímidamente Daniel-.
-Sí.
Russell se encendió una pipa, se fue a la sala de juegos y empezó a tocar la guitarra.
Abracé a Luke y el respondió a mi abrazo.
-No hagas caso a tu padre -le dije en bajo-, solo dice mentiras. Nos tienes a nosotros.
Sonrió. Noté que Daniel se estaba poniendo celoso.
-Nerea, ven un momento -dijo Daniel-.
Me levanté y nos fuimos al pasillo.
-¿Sabes?, ayer corté con Vanessa.
-¿Sí? -exclamé sonriendo- digo, ¿sí?, qué pena... -cambié el tono a uno de pena-.
-Es que tuvimos una discusión y... acabó mal...
-Aaah, lo siento -dije disimulando la alegría-.
Daniel me empezó a mirar fijamente, esa mirada hizo que me recorriese un escalofrío por todo el cuerpo. Y en un abrir y cerrar de ojos me besó.
-¿Qué... qué haces? -le dije sin entender nada-.
Apartó la mirada y se fue al salón.
ESTÁS LEYENDO
Ayúdame...
Science Fiction¿Os habéis preguntado alguna vez como sería viajar en la máquina del tiempo? Esta es una historia de ciencia ficción y romance en el que una chica viaja en la máquina del tiempo para arreglar las cosas.