16.

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Suspiré sentado en una acolchada silla en la sala de reuniones oyendo siempre las mismas aburridas opiniones mientras me balanceaba de un lado hacia el otro.

Si ella estuviera aquí, quizá nos reiríamos de estas tonterías.

Era pensar en ella y que una sonrisa se plasmara en mi cara haciendo que todos los presentes me miraran obligándome a borrarla y carraspear poniendo atención.

Salí de la reunión unos minutos tarde, pero vi a Ian hablando, o coqueteando más bien, con una mujer que no dejaba de sonrojarse por las cosas que mi amigo le decía, así que solo le di al botón del ascensor y él miró en mi dirección.

Le guiñó un ojo a la chica que rió como una adolescente y vino a mi encuentro subiéndose al ascensor conmigo.

-No cambiarás nunca. -Me reí dándole al botón 0.

-Cuando llegue la mujer que me haga perder el sentido, cambiaré. -Dijo simple.

-Pensé que ibas a pedirle salir a la camarera de Juice. -Él rió.

-Te dije que quizá lo haría. -Se encogió de hombros.

-¿Y si ella es la que te puede hacer perder el sentido? -Él siguió riendo cuando salimos del elevador.

-No, ella no es para mí. Es muy guapa y tiene un cuerpo de escándalo, pero solo la invitaría a unas copas y quizás a mi cama, pero nada más. -Negué con la cabeza.

-Lo dicho, no cambias. -Entramos a la cafetería.

Despegué la hoja con una sonrisa mientras mi amigo miraba para la camarera y nos sentábamos.

Me decía que no, pero yo pensaba que quizá sí era ella la que le estaba haciendo perder el sentido.

Me decía que no, pero yo pensaba que quizá sí era ella la que le estaba haciendo perder el sentido

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Mi sonrisa se borró a medida que leía la nota y miré a Ian quien me miró serio también.

-¿Qué pasa? -Preguntamos a la vez.

-Tú primero. -Le dije.

-No, dime tú, ¿qué te ha escrito? -Señaló la hoja con interés.

-Dice que tiene una reunión familiar esta noche y que nunca traen nada bueno. Está muy preocupada, incluso ha cancelado la salida con sus amigos hoy. -Un cristal roto nos hizo mirar a la derecha.

A la camarera se le había caído un vaso y estaba recogiéndolo, pero su pulso temblaba más de lo normal haciéndolo.

Se levantó y fue detrás de la barra, donde le sirvió otra bebida al grupo de jóvenes unas mesas en nuestra diagonal, limpió el suelo y luego se acercó a nosotros.

-Buenos días. -Le temblaba la voz y carraspeó.

No nos miraba si no a la libreta donde apuntaba, suponía, nuestro pedido de siempre.

-Buenos días. -Dijimos nosotros.

-¿Estás bien? -Preguntó Ian y ella le miró asintiendo.

-Sí, estoy bien. -Mordió su labio y tragó saliva. -¿Lo de siempre? -Alternó la mirada entre los dos, asentimos y se fue.

No dejé de mirarla mientras se alejaba, iba detrás de la barra y hacía los cafés con el pulso tembloroso.

-Parece nerviosa. -Le dije a Ian mirándolo.

Mi amigo asintió. Tenía el ceño fruncido y suspiró mirando a la chica con los ojos entrecerrados, intentando adivinar qué le pasaba.

Se le veía preocupado por ella.

Creía que quizá esta chica podría ser la que cambiara a Ian.

Su chica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora