17.

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Una semana.

Ya volvía a ser lunes y había pasado toda esta semana sin recibir una sola nota de ella desde que me dijo que tenía la reunión familiar.

Estaba desesperado.

Le preguntaba a Ian, pero él solo me decía que le diera tiempo porque la noticia que le dieron ese día era un tema delicado a tratar.

Me dijo que solo ella podía decirme la noticia, que él no lo iba a hacer porque era algo personal, pero que ella estaba destrozada.

No sabía qué podía ser.

Tenía que saber cómo estaba, qué le había pasado, qué había sido tan grave como para que estuviera una semana sin escribirme pero no tenía forma de contactar con ella.

Ya llevaba tres semanas con las notas y quería que siguiera porque me empezaba a gustar en exceso las pequeñas cosas que me escribía, por eso estaba tan desesperado por saber qué le había pasado.

Por eso y porque Ian me había dicho que ella estaba destrozada.

Pensé que no me afectaría tanto, pero ella y sus notas ya formaban parte de mi rutina, de mi día a día.

Era como cuando Ian se molestó, que hacer lo de siempre sin mi mejor amigo era una sensación muy extraña, pero yo creía que esto era peor.

Sí, era peor porque no podía verla, no podía hablar con ella para saber qué pasaba, cómo estaba. Solo podía sentarme en la silla de la cafetería a esperar por sus notas.

Me sentía inútil porque Ian podía ayudarla, apoyarla y animarla, pero yo no y eso me daba algo de rabia y quizá, solo quizá, celos y envidia.

Entramos a Juice y, desesperado, miré mi silla para ver un post-it rojo con caligrafía negra y cerré los ojos aliviado mientras lo despegaba y me sentaba.

Entramos a Juice y, desesperado, miré mi silla para ver un post-it rojo con caligrafía negra y cerré los ojos aliviado mientras lo despegaba y me sentaba

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-Parece ser que ya se encontraba mejor para escribirte. -Dijo Ian y le miré.

-Eso parece. -Asentí leyendo la nota que tenía ciertas zonas más oscuras y húmedas.

-¿La has leído? -Le miré tragando saliva.

-Dile que no se tiene que disculpar de nada. -Suspiré llevándome una mano a la boca. -Joder... -Miré a otro lado.

-Está muy mal. -La camarera se acercó con nuestros cafés.

Ian la agarró de la muñeca cuando dejó el suyo con el pequeño plato frente a él y ella lo miró.

-¿Te gustaría salir conmigo esta tarde? -Ella frunció el ceño pero en seguida su expresión se relajó, asintió y yo sonreí. -Pasaré por aquí después. -Le soltó la mano y ella se fue.

-Te has atrevido, ¿eh? -Le dije y él asintió.

Estaba bastante mal por la chica de las notas, pero me alegraba de que, al menos a mi mejor amigo y a la camarera de la cafetería, les pudiera ir bien.

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Nota de la autora:

¡Hola!

Ya empiezan a pasar cosas que no están en los post-its de Katie, pero si ella le dijera a Néstor que Ian la invitó a salir, sería demasiado sospechoso, ¿verdad?

Espero que les esté gustando la historia.

Kat.

PD: ¡Se acercan más cositas!

Su chica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora