Eran las 8 e Ian ya estaba en la sala de mi casa sentado en el sofá con el teléfono móvil mientras yo acababa de ducharme.
Se veía que estaba realmente nervioso por la salida pues no dejaba de sonreír y de mover las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta.
Era la primera vez que salíamos en meses pero sabía que, si estaba así, era por la compañía que tendríamos esta noche.
Salí de la ducha y me puse algo de ropa, no muy formal como era el traje y la corbata, pero sí una camisa de botones, un vaquero y los zapatos negros.
Cuando fui a la sala, Ian estaba con el teléfono y una estúpida sonrisa en la boca mientras mandaba un mensaje de texto, así que tuve que carraspear varias veces para llamar su atención.
-Katie está en la puerta de la cafetería ya. -Se levantó.
-No la hagamos esperar, pues. -Me puse una chaqueta negra mientras salíamos de casa y cerré la puerta con llave.
Bajamos las escaleras de mi edificio hasta el garaje y decidimos que iríamos en mi coche ya que yo no solía beber tanto como Ian y alguien tenía que traernos de vuelta luego.
Arranqué y en unos pocos minutos estábamos en la puerta de la cafetería. Yo no vivía muy lejos de ahí y era extraño porque no había mucho tráfico siendo viernes por la noche, pero estaba entrando el frío y la gente no solía salir tanto.
Katie estaba apoyada en la pared al lado de la cafetería. A pesar de no ir con vestido y tacones como iría alguna chica de su edad a alguna fiesta por la noche, iba bastante guapa.
Aunque la verdad era que no sabía cuántos años podría tener, pero creía que no muchos más de 20.
Levantó la vista que tenía clavada en una de sus típicas botas negras y nos miró sonriendo. Se acercó lentamente y abrió la puerta trasera del coche entrando en él.
-¡Hola! -Saludó frotándose las manos.
-Hola. -Saludamos con dos sonrisas.
Miré por el retrovisor de arriba cómo se abrochaba el cinturón de seguridad para poder arrancar de nuevo.
Sus mejillas estaban sonrosadas del frío, aunque llevaba una chaqueta y empezaba a pensar que eran así naturalmente, su labio inferior estaba atrapado entre sus dientes y luego pasó la punta de su perforada lengua por ahí.
A medida que miraba hacia adelante de nuevo, sus ojos claros y grises brillaron al darse cuenta que la estaba observando y sonrió llevando la mirada hacia el cristal de la puerta a su lado.
Ian me dio un codazo cuando se dio cuenta que la estaba mirando mucho por el cristal superior y arranqué saliendo de la ensoñación sin saber porqué me había quedado mirándola.
Con las indicaciones de mi mejor amigo, sus bromas y las interminables pero contagiosas risas de Katie, llegamos a un pub en las afueras, pues según Ian, hoy viernes los del centro estarían llenos y no se podría ni caminar.
Nos bajamos después de aparcar en la calle del frente y caminamos juntos -Katie iba en el medio de ambos- hacia la puerta del local, donde a ella la dejaron entrar gratis pero a nosotros no.
-No es justo que tú no pagues la entrada por ser una chica. -Dijo Ian cuando llegamos a una zona alejada de los altavoces.
-Tenías que haber nacido chica, Ian. -Le dijo ella divertida.
-De haber sido así, a estas alturas Néstor y yo estaríamos casados y con hijos. -Hice una mueca de asco y terror.
-Te prefiero como hombre, lo siento. -Dije y Katie rió.
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Su chica.
Short StoryDonde un hombre empieza a recibir unas extrañas notas pegadas a la silla de la cafetería de siempre. ¡ATENCIÓN! No es necesario haber leído "su hombre", que la puedes encontrar en mi perfil, para entender esta historia, ya que esta es paralela a esa...