25.

9K 656 13
                                    

-¡Hey, hermano! -Ian entró al despacho y le miré entrelazando las manos frente a mi boca. -¡Te espero en el ascensor! -Exclamó saliendo y yo suspiré siguiéndole.

Seguía sin llamar a la puerta.

Es como un niño pequeño al que le dices que no haga algo y lo sigue haciendo, pensé.

Y tú eres como un adolescente con esas notas, me dijo una voz interior que me hizo asentir dándole la razón.

-Todos los días me pregunto si dejara de hacerlo de nuevo, ¿sabes? -Agité la nota despegada y me senté.

-¿Las notas? -Asentí. -Ya sé que te ha dicho que dejaría de hacerlo, pero aquí estoy yo para evitar eso... De nuevo. -Me dijo sonriendo.

-Gracias, Ian. -Sonreí también.

-No, no, no las des. Es que solo tienes que mirarte. -Me señaló. -Solo sonríes como un idiota todo el día y hacía tanto tiempo que no te veía sonreír así, que ahora no quiero que dejes de hacerlo. -Le miré con el ceño fruncido. -Eso ha sonado un poco gay, lo siento. -Me reí.

-Tranquilo, sé cuáles son tus intenciones conmigo. -Se rió él.

-No quiero imaginarme cuando llegues a conocerla. -Bufó y Katie nos trajo lo de siempre sin preguntar antes.

-¿Crees que llegaré a conocerla? -Pregunté con esperanza y él echó azúcar en el café.

-No es que lo crea, es que lo sé. Sé que la vas a conocer algún día. -Mis esperanzas solo crecieron más.

Con las palabras de mi mejor amigo me sentía bien, así que comencé a leer la nota con una sonrisa mientras me bebía el café.

Me sentía mejor al leer la alegría en su caligrafía y algunos dibujos de caritas felices alrededor porque se había independizado y se veía que tenía ganas de ello, pues su letra reflejaba emoción

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me sentía mejor al leer la alegría en su caligrafía y algunos dibujos de caritas felices alrededor porque se había independizado y se veía que tenía ganas de ello, pues su letra reflejaba emoción.

-Cuando la conozca, voy a llevar un lazo rojo rodeándome el cuello. -Ian soltó una carcajada. -Me ha dicho ella que le encantaría verme así, como si fuera un regalo. -Él siguió riendo.

-Me estaría riendo de ti hasta tener nietos y más, pero lo harás, créeme que sí. -Bebí de mi café sumándome a su risa.

Su chica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora