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-La quiero. -Le dije a Ian cuando se bajó del coche.

-¿Qué? -Preguntó con voz de "me acabo de despertar".

-Que quiero a la chica de las notas. La quiero, Ian. -Él sonrió.

-¿Y te has dado cuenta ahora? -Cerró el coche con la alarma. -Yo me di cuenta unas notas atrás, cuando no dejabas de sonreír, cuando te preocupaste por ella porque estuvo mal, cuando te dijo que iba a parar todo y estuviste decaído o cuando paró unos días y ahí sí estuviste depresivo. -Subimos al ascensor.

-No estuve depresivo, solo no estuve especialmente contento. -Suspiré.

-Ya, bueno... -No me creyó. -¿Qué te ha hecho pensar que la quieres? ¿Las cosas que te dijo en la carta? -Asentí.

-Sí, me ha abierto los ojos, ¿sabes? Estuve toda la noche dándole vueltas a lo que comenzaba a sentir por ella y no sé cómo ni cuando pasó, pero pasó. -Me encogí de hombros. -Ese extraño juego que empezó con las notas se ha ido transformando en algo serio. Me gusta. Me gusta alguien que no conozco personalmente, quiero a alguien que no sé quién es. -Me reí. -Nunca me había pasado antes. Es una locura. -Me restregué la palma de la mano en la cara.

-Estoy tan feliz por ti que saldremos esta noche a celebrarlo. -Palmeó mi espalda saliendo del ascensor.

-Ayer te dije que saldríamos, Ian, no ha sido idea tuya. -Se rió.

-Eso es lo que tú piensas. -Se fue por la derecha en el pasillo y yo fui hasta mi despacho a la izquierda riendo.

La mañana pasó aburrida como siempre, solo que esta vez, mis sentimientos estaba más presentes.

La quería.

-Buenos días, Katie. -Dijo un sonriente Ian sentado en la silla frente a mí.

-Buenos días. -Le dije yo con la nota de hoy en las manos.

-Buenos días, chicos. -Sacó la libreta y bolígrafo del bolsillo trasero.

-La verdad es que nunca he sabido porqué a veces apuntas y a veces no lo que vamos a tomar si siempre es lo mismo. -Dijo Ian y ella rió.

-Porque es mi trabajo, Ian y tengo que hacerlo cuando el jefe esta aquí. -Katie apuntó lo de siempre señalando con la cabeza detrás de ella y se fue a prepararlo.

Yo leí la nota de hoy donde decía que le había encantado mi sonrisa leyendo la carta de ayer y pensé en cómo podía saber eso si estaba en mi casa.

Solo una palabra, o nombre, venía a mi cabeza

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Solo una palabra, o nombre, venía a mi cabeza.

-¿Ian? -Le llamé.

-¿Sí? -Sonrió de lado.

-Dime que lo que estabas haciendo ayer con el teléfono móvil no era grabándome en vídeo mientras leía la carta para luego pasárselo a ella. -Se rascó la nuca.

-¿Te lo ha dicho? -Me encogí de hombros.

-No directamente, pero me dijo que le gustó la forma que sonreí ayer y cómo te rogué por conocerla. Solo tú estabas ayer en mi casa y con el móvil en las manos. Es sospechoso. -Se rió y yo negué con la cabeza mientras seguía leyendo.

También decía que ojalá pudiera decirme quién era pero tenía miedo a no gustarme y que ojalá yo sintiera algo por ella.

¡Claro que sentía algo por ella! ¡Me gustaba, la quería!

-Oye, peliazul. -Le dijo Ian a Katie cuando ella dejó los cafés frente a nosotros haciendo que ella le mirara entrecerrando los ojos.

-Te he dicho que no me llames así. -Ian se rió.

-Pero si te queda bien, ¿a que sí, Néstor? -Asentí.

-Sí, bastante bien. Es diferente. -Ella sonrió agradecida y miró a Ian.

-De todos modos, ¿que querías? -Le dijo ella e Ian se hizo el ofendido.

-Hey, eso no son formas de tratar a un cliente y menos cuando tu jefe está por aquí cerca. -Ella rió.

-Disculpe mis modales, señor, ¿qué desea? -Me reí con ella mientras se apoyaba en nuestra mesa con ambas manos.

-Invitarte a salir esta noche con nosotros. -Nos señaló y ella me miró, asentí, y volvió a mirar a Ian.

-Pasen por aquí a las 9. -Se dio la vuelta y volvió detrás de la barra.

-Yo creo que le gustas. -Le dije a Ian.

-Puede que le gustes tú. -Fruncí el ceño.

-Yo ya tengo a una chica. -Él asintió.

-Por eso. -Ladeé la cabeza sin comprender y él quitó importancia con la mano, dejándome con la incógnita.

Su chica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora