Un búfalo de madera

51 4 0
                                    

Al día siguiente Javier despertó con un fuerte olor a humo en su nariz. Cruzó la cueva y desde la sala pudo ver a Joseph entrar con una olla grande sostenida en su mando por un palo grueso y corto.

- ¡Hey! Buenos días muchacho. Veo que te despertaste temprano hoy. Espero que estés de humor para seguir con tus prácticas.

Javier no estaba seguro de estar del todo despierto. La luz roja de las velas en la sala de Joseph le hacía doler las retinas y el olor a humo no paraba de molestarle.

- No pude dormir más. El olor a humo es demasiado fuerte. ¿Con qué hiciste eso?

- Con madera y pasto seco. - Joseph estaba mintiendo. También había usado un poco de su pelo.

- Pero parece un olor muy diferente al humo normal.

- El humo es normal, el diferente eres tú. Tus sentidos se agudizan mucho en el estado de hombre lobo y eso se transporta a tu vida cotidiana. Así fue como te encontré en la cueva hace unos días.

- ¿en serio? ¿qué otros cambios tengo?

El lobo lo observó en silencio con un gesto examinador en la mirada. Se había olvidado que Javier acababa de convertirse en licántropo y estaba desacostumbrado a sus habilidades.

- Eso lo irás descubriendo solo. Yo no sé qué tan diferentes seamos nosotros como lobos. Vengo del otro lado del océano, en Escocia. Quizás seamos razas diferentes.

- Es verdad...oye Joseph ¿cómo se hace un hombre lobo?

Joseph lo miró como si la pregunta lo incomodara. Parecía no esperarse esaclase de cuestionamientos.

- Como dice la tradición. El séptimo hijo varón de una familia se convertirá en hombre lobo.

- Ah...y la séptima hija mujer ¿se transformaría en una bruja?

- No, la séptima no. Todas.

Joseph dejó la pesada olla sobre la mesa central y salió a zancadas a buscar un par de cuencas y las tazas con las que antes había servido té. Esta vez llenó de leche caliente las tazas y puso el contenido de la olla en las cuencas con un poco de azúcar.

- ¿qué es eso?

- Se llama reviro. Es un alimento que conocí en Brasil. Pruébalo, te gustará.

Javier probó lo que Joseph le había servido. Se parecía mucho a la masa de las tortas fritas, pero completamente hecha polvo y dorada por la cocción. Era un poco salada, pero rica y con una textura muy agradable. Javier y Joseph compartieron su desayuno en silencio esta vez.

Al acabar, el lobo llevó al muchacho a su sala de artesanías y allí le dio un cubo de madera del tamaño de media caja de zapatos y un cuchillo guerrillero.

- Talla. - indicó Joseph.

- ¿qué? - Javier no comprendió a qué se refería.

- Talla. Quiero que talles en ese trozo de madera una figura, lo que sea. Solo importa que sea algo que tú quieras hacer, que quede muy acorde a lo que imagines.

- Pero ¿qué debo tallar?

- ¡Lo que sea!

- ¿cómo lo hago?

- Ingéniatelas.

- ¿cómo?

- No puedo ayudarte en esto tengo que seguir vendiendo. Volveré pasado el medio día con más comida. Tú talla.

El circo de la luciérnagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora